España, país de pícaros

Tras un pequeño parón vacacional, Las cosas de DIEGVS regresan. Espero que todos ustedes hayan disfrutado de las Navidades y que tengan un feliz 2011.

Les cuento. El otro día, fui a hacer unas pequeñas compras a un supermercado, y al volver al coche, me encontré con la desagradable sorpresa de que alguien lo había golpeado con un carro de la compra rayando una puerta y parte de la otra. Mi primera reacción, iluso de mí, fue asomarme al parabrisas, para ver si habían dejado apuntados en el limpiaparabrisas los datos del causante del hecho, o cuanto menos, una nota pidiendo disculpas. ¿Qué creen que encontré? Efectivamente, nada. Como este, encontramos varios ejemplos diarios. ¿No les ha pasado alguna vez que tras buscar aparcamiento durante un largo periodo de tiempo, al fin hallan ese espacio, y jubilosos, indican con el intermitente su intención de estacionar su vehículo ahí, y el coche que viene detrás, lo aparca sin ningún pudor con el máximo desprecio hacia usted? Supongo que esto o algo semejante les habrá ocurrido a ustedes en alguna otra ocasión. Son detalles, pero muy significativos de que la picaresca española sigue más vigente que nunca. Comenten qué les ha ocurrido estas Navidades, y comprobaremos mi teoría.

El otro día oi por la radio que había gente que cambiaba en los comercios, sobre todo en las grandes superficies, productos usados, e incluso estropeados. Se quejaba una mujer en una zapatería que un cliente había intentado cambiar unos zapatos y los había lavado con una bayeta para darle una mejor apariencia. ¿Y qué me dicen del que se le cayó el teléfono móvil al retrete y lo cambió, enorgulleciéndose de ello en una gran superficie, con la excusa de que estos establecimientos tienen presupuestado los robos? Es todo lo mismo. Lo único que importa es el yo. Nos olvidamos del otro.

Yo me canso de vivir en un país en el que la caradura prima. Me canso de esperar mi turno en un sitio, y que llegue el típico sinvergüenza y se cuele, o que al menos lo intente. Me canso de ver como la gente salta los tornos en el Metro para no pagar y encima presuma. Me canso del que aparca en doble fila y cuando, tras un largo periodo de tiempo tocando el claxon del coche, aparece tranquilamente, ni pida perdón. Me canso de ver tantos hechos incívicos. ¿A alguien se le ocurre algo para evitar acciones de esta índole? Por cierto, ¿qué hago con el que me rayó la puerta del coche y se dió a la fuga?

Piensen.

Sean buenos.