domingo, 25 de noviembre de 2018

La necedad de los derechos individuales

Emile Ratelband es un empresario holandés dedicado a la programación neurolingüista. Es bastante conocido en los Países Bajos y aparece con frecuencia en la televisión holandesa. Es lo que los posmodernos trasnochados llaman un gurú de la positividadActualmente tiene 69 años y asegura que se siente como alguien de 49. Por eso, acaba de iniciar una batalla legal para que en su documento de identidad le resten 20 o 30 años de su edad natural. De esta forma, asegura poder realizarse. Puede volver a buscar un trabajo, comprar una casa y, lo más importante, ligar por Tinder —una aplicación móvil de citas—. Su planteamiento es que si hoy la gente puede cambiar de nombre, o de sexo, ¿qué le impide cambiar su edad?
Getty Images
Parece una patochada propagandística del señor Ratelband buscando sus minutos de gloria en los medios o poniendo a prueba el sistema legal para ver hasta dónde puede llegar con un sinsentido. ¿Cómo justificaría esos años? El propio tribunal se muestra bastante escéptico al respecto, aunque se pronunciará dentro de dos semanas aproximadamente. Por cierto, espero que se haga cargo de las costas. Y, en caso de ganar su demanda, me imagino la cantidad de demandas que colapsarían los juzgados de medio mundo. Unos querrán ser más jóvenes, otros más mayores. ¿Qué haremos con aquellos que se sientan millonarios? ¿Los bancos pondrán millones en sus cuentas para evitar que sufran? Me imagino a los miles de emigrantes centroamericanos que quieren llegar a Estados Unidos asegurando que se sienten estadounidenses para entrar el país sin problema. Sería maravilloso ver la cara de Donald Trump. Y, sin olvidarnos de aquellos que se sienten animales, o árboles, o cosas... Hay que satisfacer a todo el mundo. No podemos consentir que alguien en pleno siglo XXI se sienta frustrado.

A pesar de ser un disparate, define perfectamente la sociedad de hoy. Es el absurdo de los absurdos, donde los llamados derechos individuales son catalogados como dogmas. Son sagrados. Inviolables. Cualquiera puede proponer una payasada y el resto de la sociedad debe prestar atención. No podemos privar a nadie de sus derechos. Hay veces que siento que estoy rodeado de necios. Y lo que me asusta es que estos mismos necios pueden votar y elegir al presidente. No olvide que hay más tontos que listos. Quizá llegó el momento de plantarse ante las estupideces y empezar a solucionar los problemas importantes que nos afectan a todos. 

Piensen.
Sean buenos.

Aprovechando que ayer fue el aniversario de la muerte del gran Freddie Mercury, permítanme que la canción regalo de hoy sea Bohemian Rhapsody, una de las mejores canciones de la historia de la música, con un significado oscuro. Basada en Fausto, un hombre que mata a alguien y vende su alma al diablo. Con todos ustedes: ¡Queen!

domingo, 18 de noviembre de 2018

Alumnos ignorantes pero felices

Que el sistema educativo español no es el mejor del mundo, es indiscutible. Que vemos cómo la educación de nuestros hijos empeora año tras año, es también evidente. Quizá por eso, el Ministerio de Educación y Formación Profesional propone que los alumnos puedan obtener el título de Bachillerato con una asignatura suspensa. La titular del Ministerio, doña Isabel Celáa, asegura que hace un gran favor a los estudiantes ya que los alumnos pueden pasar momentos psicológicos malos debido a la edad. Dice la señora ministra que obedece a la lógica dar el título de bachiller con un suspenso, y que no se puede condenar a alguien porque haya tenido un fracaso. Termina afirmando que no hay peor tortura que la rebaja de la autoestima. Para que yo me entere. ¿Vamos a mejorar el sistema educativo bajando el nivel? Me pinchan y no sangro...
Monumento al Maestro (Víctor de los Ríos1965)
No estamos hablando de lo que se hace oficiosamente en los claustros. Aprobar a alumnos por compensación, es decir, aprobar a aquellos estudiantes cuyas calificaciones son buenas en el resto de asignaturas, pero que tiene una pequeña dificultad con una asignatura en concreto. Quizá no lleguen al aprobado, pero están cerca. Los profesores comprenden que el alumno se ha esforzado al máximo y está perfectamente capacitado para estudiar una carrera universitaria en un futuro próximo. Se trata de oficializar la pérdida de nivel académico. Que hay que cambiar el sistema educativo es una evidencia. Quizá haya que cambiar la programación escolar para que nuestros hijos estén preparados para el futuro.  Es necesario que nuestros hijos comiencen a trabajar con la inteligencia artificial, indispensable en un futuro muy cercano. Pero eso es ciencia ficción para nuestros gobernantes. Solo saben pensar en los cuatro u ocho años que van a estar en el gobierno y  son incapaces de llegar a un gran pacto de estado en educación, como en tantos otros temas importantes para todos, como son la sanidad, la seguridad, los servicios sociales... El problema es que la clase política es una incompetente. 

Para nuestros responsables de educación lo más importante es tener a los niños contentos. Estamos convirtiendo a nuestros hijos en idiotas y memos. Todos hemos tenido esas edades y, a través del esfuerzo y la dedicación, hemos aprendido que nadie nos regalará nada en el futuro. No conozco a nadie traumatizado por haber estudiado. Luego nos escandalizamos porque los ricos mandan a sus hijos a estudiar al extranjero. Los ricos pueden ser muchas cosas, pero no son tontos. Son conscientes —y pueden permitírselo— de que un título español no tiene ninguna validez. Es más que preocupante que, sencillamente, no se premie el esfuerzo. Se pretende igualar a todos los alumnos, pero por abajo y eso es una idea descabellada. Para nuestros políticos es fantástico tener una generación de ignorantes perfectamente manipulables. De hecho, nuestros jóvenes dan más credibilidad a los youtubers, a los influencers, y a toda esa gentuza que vomita necedades en las redes sociales que a una noticia contrastada. Luego nos quejamos de la propagación de las noticias falsas fake news dirán los posmodernos trasnochados—. Pero no importa. ¿A quién le preocupa que nuestros hijos sean unos ignorantes mientras fingimos que son felices? Adelante pues. Sigamos creando idiotas.

Piensen.
Sean buenos.

Esta semana he descubierto esta maravillosa canción, Lost on you. Estoy seguro de que hará las delicias de más de uno. He elegido esta versión en directo y no la versión original que es más intensa, más roquera. Por si acaso hay algún alumno que no domina el inglés se la doy traducida, como harían nuestros políticos, para que no se traumaticen. Con todos ustedes: ¡LP!

domingo, 11 de noviembre de 2018

Los límites del humor

Se sube el telón y aparece un humorista haciendo un sketch en el que el personaje termina sonándose los mocos con la bandera de EspañaDa igual que pida disculpas de una forma más o menos impostada. Como ocurre siempre, la mitad de los españoles se sienten ofendidos en lo más profundo de su ser y dictan sentencia. Ejecución en la plaza pública. Por supuesto, la otra mitad hablan de que solo es humor y lo exculpan de todo pecado. Hay quien incluso justifica al humorista aduciendo que quienes se ofenden con la broma no se muestran tan agraviados con los defraudadores ni con los corruptos. Pura demagogia en ambos bandos. Como siempre. Maldita España.
Por otro lado, un juez escribe en una revista de una asociación judicial una ¿poesía? erosionando la dignidad de la portavoz de un determinado partido político. En este caso, sí hay sentencia judicial, 70 000 euros. 50 000 euros para el poeta, y 20 000 a los miembros del comité de redacción de la publicación por no supervisar el contenido del poema. Aún así, la sentencia popular es dispar. Es solo humor, aseguran algunos. Cómo es posible que por un chascarrillo haya que indemnizar a alguien, se preguntan asombrados. Casualmente, son los mismos que se ofendían con el chiste del humorista. Los otros justifican plenamente la sentencia. Es inadmisible que se falte al respeto a alguien. No se puede tolerar que se insinúe que la citada portavoz haya logrado su meta por encamarse con el secretario del partido. Pura demagogia en ambos bandos. Como siempre. Maldita España.

¿Dónde está el límite del humor? ¿Es lícito mofarse de algo o alguien que ofende a los demás? Lo más lógico es pensar que el humor debe terminar donde se ofenda al otro, pero esto no es así. Lo que ofende a unos, los otros lo justifican. ¿Por qué aunque nadie esté a favor del acoso escolar a adolescentes, hay quien justifica que se mofen de la infanta real de apenas 13 años? ¿Por qué quienes pedían el cierre de cierta revista satírica por mostrar en su portada a la actual reina copulando con su marido, justifican ahora la insidia a una mujer? ¿Por qué hay quien justifica la lapidación a un humorista tras sonarse los mocos con la bandera de un país, pero no con la bandera arco iris del colectivo LGTBI? La solución es tan sencilla como dramática. El límite del humor no lo marca el respeto. Para eso tendríamos que ser un país con una educación y unos valores mínimos... y estamos a años luz de esto. Los límites del humor lo marca la ideologíaY esto es lo dramático de este puñetero país. Que sigue empeñado en destruirse por ser incapaz de llegar a un mínimo consenso. Maldita España.

Piensen.
Sean buenos.

Ya que hablamos de humor, permítanme que la canción regalo de hoy sea So payaso. Estoy seguro que hará las delicias de más de uno. Con todos ustedes: ¡Extremoduro!