lunes, 28 de febrero de 2011

Servicio de Atención al Cliente

Imagino que la mayoría de ustedes han tenido algún problema con alguna empresa y para solucionarlo han debido llamar al teléfono de atención al cliente, que es un 902. Como bien habrán comprobado, cuando uno llama a este tipo de números, que técnicamente se llaman Números de Tarificación Especial, lo primero que hace es esperar durante unos minutos a que el operador esté disponible. Afortunadamente la espera es amenizada con una música horrible interrumpida cada poco tiempo por una voz muy agradable que le recuerda que todos sus operadores están ocupados, y que se mantenga a la espera. Tras una serie de minutos esperando, finalmente es atendido por un operador. Es curiosa la falta de preparación de estos operadores, que por lo general no saben qué hacer con su consulta.

Pero sigamos con la llamada en cuestión. El operador le empezará a decir cosas incongruentes, y tras varios minutos, usted perderá la paciencia desquiciado por la ineptitud de esta gente, y tras tener una conversación en bucle que no lleva a ningún sitio, intentará que le atienda otra persona o un responsable... Inocente de usted. El operador se niega y usted no tiene más remedio que quedarse en la misma situación de indefensión. Una respuesta muy típica del operador es que está en el departamento equivocado y que debe volver a marcar el citado teléfono 902 y que su llamada sea atendida por otro departamento.Usted pedirá que trasfieran la llamada al departamento correspondiente, pero el operador le contestará muy gentilmente que no puede hacer eso. La solución es volver a llamar. Usted hace cálculos y piensa que lleva más de 40 minutos al teléfono con un enfado importante y decide no volver a llamar porque ha aprendido que su reclamación no se solucionará.

Finalmente, esta el asunto del precio de estas llamadas. Imagino que la mayoría de ustedes cuentan con un servicio ADSL en casa en el que van incluidas las llamadas nacionales. ¿Todas? ¡No! Estos números de tarificación especial no están incluidos, y su precio no es barato. Oscilan entre 0,0403 y 0,0673€/min. Nuevo abuso. Las empresas crean estos servicios para ganar dinero mientras nosotros reclamamos. Impresionante. Ya sé que hay páginas en internet que avisan de esto y que hay teléfonos de atención al cliente sin que sean de tarificación especial, pero cuando llamas, en esos números no te atienden y te terminan diciendo que llames al 902. Esa es mi experiencia por lo menos.

Piensen.
Sean buenos.

lunes, 21 de febrero de 2011

Prestaciones por desempleo

Imaginen la situación.
Un hombre de 30 años consigue un contrato de trabajo por obra y servicio durante el curso escolar, percibiendo un sueldo bruto de 550€ aproximadamente. Estos contratos existen, aunque les cueste creerlo. Finalizado el primer contrato, al curso siguiente, la empresa vuelve a contratarlo con las mismas condiciones, y a los tres días sufre una enfermedad común por lo que el médico le da la baja hasta su recuperación absoluta que coincide con dos días antes de la finalización del contrato. Una vez concluido éste, nuestro protagonista debe acudir a las oficinas de empleo para inscribirse como demandante de empleo y así optar a cualquier oferta de trabajo. Mientras se encuentra en situación de desempleo, percibe la prestación contributiva que ha generado por su trabajo, durante un tiempo máximo de 4 meses. Tras este período de tiempo, desafortunadamente, sigue sin encontrar un empleo. Su mujer tampoco trabaja. En estas condiciones este señor tiene derecho a un subsidio de 426€ mensuales durante un período máximo de 18 meses. Pasado este tiempo, si la situación sigue igual, podría concedérsele una ayuda extraordinaria por otros seis meses de otros 426€. En resumen, ha trabajado apenas un año, y ha percibido ayudas económicas durante 28 meses, es decir, casi dos años y medio, sin contar el tiempo que ha estado de baja, que recordemos era de casi otro año.

Pienso que tantas prestaciones lo que favorecen es la picaresca y la economía sumergida. Tantos subsidios y demás ayudas, tan exiguas, además de no servir para mantener a una familia, no fomentan el empleo. Si volvemos al ejemplo anterior, imagino que es más sencillo quedarse en casa y percibir los escasos 426€ que levantarse temprano, trabajar y cobrar los 550€. Este señor puede percibir este dinero y "hacer chapucillas" por su cuenta llevándose a casa un sueldo mayor. Este sueldo es el resultado de lo que gana con sus "chapucillas" y lo que percibe por las prestaciones. Prestaciones que no olviden, las pagamos todos, porque el dinero público es de todos, mal que le pese a la ex ministra de Cultura Carmen Calvo que aseguró en mayo de 2004 que el dinero público no es de nadie.

Si ustedes calculan el tiempo y el dinero que supone esto para las arcas de la Administración, la cantidad es importante. Si a esto lo multiplicamos por el número de parados que hay en España, casi cinco millones, es decir casi un 20% de la población activa, el resultado es una auténtica barbaridad. Tiene que existir otra solución, que fomente el empleo e impida la economía sumergida, pero claro, es posible que estas soluciones no sean populistas y no den votos... Es posible que la búsqueda de la competitividad no permita ganar elecciones. Ése puede ser el principio de la solución.

Piensen.
Sean buenos.

lunes, 14 de febrero de 2011

Sentido común. Ese gran desconocido...

¿Sabía usted que si un policía municipal le sorprende cruzando cuando el semáforo para peatones está en rojo puede denunciarle? La sanción depende del municipio, pero les aseguro que no es ninguna fruslería. Quiero decir que si usted, tras asegurarse que puede cruzar una calle sin poner en peligro ni su vida ni la de otras personas decide atravesar la calzada y es sorprendido por un agente de la autoridad, éste puede denunciarle por conducta imprudente. Legalmente el policía municipal tiene toda la razón, eso es indiscutible, pero ¿no está el semáforo al servicio del hombre y no al revés? Está claro la función reguladora del semáforo pero por encima está, o debería estar, el sentido común. Creo que tanta regulación, en todos los sentidos, es por la falta de sentido común de la sociedad actual. A mí me parece una locura que se supedite el sentido común al imperio de la electrónica o de lo que sea, y tengamos que articular leyes para ordenar la sociedad.

He hablado de los semáforos, pero ocurre en muchos ámbitos. Si no hay sentido común, se implanta una norma para suplirlo. O si no, ¿por qué hay un cartel prohibiendo fumar en hospitales o en escuelas? o ¿por qué hay asientos reservados en autobuses y metros? ¿No es lógico que no se debe fumar en presencia de enfermos o menores? ¿Es normal que las personas mayores no puedan sentarse en los autobuses o metros porque los asientos están ocupados por jóvenes? Efectivamente, al no haber sentido común, se deben imponer normas cada vez más restrictivas. Me asusta que nos dirijamos a este punto.

Mi propuesta es utilizar el sentido común, convertirnos en una sociedad civilizada y dejarnos de zarandajas. Una sociedad donde primen la educación, la moral, la ética... el sentido común en una palabra, y utilizar las leyes para legislar aquellas áreas más complejas. Pero he de confesarles algo. Soy consciente de que vivo en España y tengo poca o ninguna esperanza en que esto ocurra. ¿Y usted?
Piensen.
Sean buenos.

lunes, 7 de febrero de 2011

Me asusta la falta de preparación de nuestros hijos

Al hilo de mi anterior artículo, muchos amigos y allegados me han explicado que uno de los problemas que requieren una pronta solución es la existencia en los medios de comunicación de personas con poca o nula preparación opinando como si fueran eruditos de cualquier tema, independientemente de cual sea éste. Pueden hablar del último novio de una famosucha o del futuro de las pensiones sin despeinarse. Hablo de los llamados corrillos que forman en los programas del corazón. Aparecen personajillos que no saben leer ni escribir y se permiten el lujo de juzgar a los demás o de hablar de temas importantes intentando crear una corriente de opinión por el mero hecho de aparecer en televisión. Evidentemente en estos programas no prima la educación, ni las buenas formas, ni nada. Solo vale gritar. Me parece un espectáculo bochornoso que habría que eliminar ya de los medios y que no aportan nada.

Pueden pensar ustedes que esto solo ocurre en el mundo de la televisión, pero no. No es así. Esta semana ha sido famosa por el comentario de David Bisbal en su Twitter opinando acerca de la crisis de Egipto y el poco turismo que hay en las pirámides. Son meteduras de pata de alguien que opina de un tema sin tener ni idea de lo que está hablando.

Eso sin hablar de escribir Egipto con minúscula... ¿Quieren que hablemos de políticos preparados? Se supone que ellos son los que dirigen los destinos del país. Pero usted y yo sabemos que no es necesario tener ni una educación mínima para llegar a ser ministro. Por cierto, etimológicamente, ministro procede del latín minister, que significa... ¡Servidor! ¿Creen ustedes que los ministros sirven al pueblo? Les dejo un enlace de una diputada socialista  y portavoz del PSOE en el Pacto de Toledo. Disfruten de este enlace. Como este hay cientos de ejemplos.


Me preocupa profundamente que estos sean los espejos en los que se vean nuestros hijos. Son los ejemplos típicos, la televisión, los "artistas" y los políticos. Ninguno está preparado y son el ejemplo claro de que no necesitan preparación para llegar a donde han llegado. Han llegado por diferentes motivos, unos por tener un hijo con un torero famoso, otro por participar en un concurso musical y otros por afiliarse a un partido político determinado. Si nuestros hijos ven esto, no van a querer esforzarse en sus estudios, en sus trabajos diarios porque ven a estas personas, que sin esfuerzo, sin titulación han alcanzado sus metas. Pienso que hay que fomentar el esfuerzo en nuestros hijos. A mí no me vale que mis hijos aprueben una carrera universitaria si luego tienen faltas de ortografía. Yo lo que quiero es que aprendan. ¿Y usted?

Piensen.
Sean buenos.