domingo, 26 de julio de 2020

Jóvenes y Coronavirus

Que somos una sociedad de dura cerviz no se le escapa a nadie. Cada día, siempre hay alguien que se encarga de recordarnos que somos tontos. Da igual dónde y cómo lo compruebe. A través de la tele, la radio, periódicos, internet... Las posibilidades son infinitas. Todos los días somos testigos de cómo un grupo numeroso, especialmente jóvenes, celebran botellones con sus amigos, o abarrotan un local de fiesta, o celebran un éxito deportivo, o acuden a celebraciones familiares multitudinarias; con sus besos, abrazos y demás muestras de cariño y afecto. Sorprende también verlos caminar por las calles sin mantener la distancia de seguridad y sin las medidas mínimas de protección. Algunos, parece que los más doctos, sí llevan la mascarilla. Eso sí, usada como bufanda o codera. Ya saben, tienen que mostrar al mundo que son hermosos. Si usted se lo recrimina, puede ser insultado o peor aún, agredido. No sería la primera vez... Así que muchas veces, lo mejor es pasar de largo y evitar el contacto con estos descerebrados.
Imagen del grupo reunido en el basurero de Coatbridge, North Lanarkshire - Instagram
Hay veces que soy incapaz de comprender en qué están pensando estas personas. ¿No han aprendido nada durante este tiempo? ¿No son conscientes de los más de 30 000 fallecidos en España? Aún me río cuando alguien pronosticaba que saldríamos mejores de esta crisis. El problema, quizá, es que, en el caso de una nueva oleada, los más perjudicados son las personas mayores. Por supuesto, los jóvenes aún no conocen el significado de empatía. Creen que la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos es aparcar el coche en el sitio de las personas con discapacidad. Ellos aseguran que durante el confinamiento se quedaron en casa. Pero en realidad, quedarse en casa fue una fiesta. Sin clase, sin responsabilidades, jugando a la consola, cantando el Resistiré a pleno pulmón, ligando con aplicaciones móviles y disfrutando con los aplausos de las ocho de la tarde. Ahora, continúan el jolgorio. A celebrarlo embriagándose. Todos sabemos que, si las personas más débiles frente al virus fueran los jóvenes, nuestros mayores se hubieran quedado en casa sin rechistar. Pero estos mozalbetes sin vergüenza, no pueden plegarse a la salud de todos. Primero ellos, después ellos, y por último, ellos.

Es lo que hemos creado y criado. Niñatos malcriados, egoístas y déspotas. Una generación de memos que tienen todo, incluso antes de pedirlo. Ahora, los padres, somos incapaces, no ya de exigir, sino de pedir a nuestros hijos que mantengan la distancia de seguridad o, que sencillamente, se pongan la mascarilla. ¿Qué les importa que haya rebrotes? Ellos tienen derecho a divertirse. Tienen derecho a sus vacaciones. Si este virus mata a los viejos y a los enfermos, no es su problema. Bastante sacrificio hicieron quedándose en casa durante el confinamiento. Estaría bien que alguien les recordara que el confinamiento fue obligado. A partir de ahora es cuando deben demostrar que son adultos y responsables. Difícil papeleta para esta generación irresponsable. Por supuesto, nuestros gerifaltes, solo tienen una forma de proteger a los mayores, imponiendo sanciones. ¿Para qué vamos a gastar, o malgastar, nuestras energías en educar? Es, sencillamente, descorazonador ver a esta generación derribar cada día todos los ladrillos del hogar que formaron nuestros padres.

Piensen.
Sean buenos.

Esta semana tenemos una nueva propuesta musical. Se trata de @LaFlow. Su canción regalo de hoy es Supalonely. Con todos ustedes: ¡Benee con Gus Dapperton!
https://www.youtube.com/watch?v=Rb6Scz-5YOs

domingo, 19 de julio de 2020

Alcohol y menores

Con la llegada de la tan cacareada nueva normalidad, han sido muchos quienes, aprovechando las buenas temperaturas, han aprovechado para irse a sus lugares de veraneo favoritos. Entre las muchas actividades estivales, muchos se han acercado a las terrazas de los bares refrescar el gaznate, mientras que otros han aprovechado la ocasión para empinar el codo. Es posible que usted ya haya acudido a algún local para ver a sus amigos, a quienes ha añorado durante todo este periodo de confinamiento en casa. En realidad, todos echamos de menos socializar y hablar con las personas que queremos sin intermediación de aparatos tecnológicos. Parece que el buen tiempo va a terminar con las videollamadas que tanto nos han acompañado este tiempo. Agradezcamos sus servicios y pasemos de fase.
Quizá le haya pasado como a mí y, mientras tomaba un refrigerio en alguna terraza haya visto a algunos jovenzuelos sentados en terrazas anejas ingiriendo alcohol sin rubor. Usted, que no es tonto, sabe perfectamente que quien está a su lado bebiendo cervezas como si no hubiera un mañana, no alcanza la mayoría de edad. Por tanto, quienes sirven esas bebidas espirituosas también lo saben. Hay quienes han pensado que subiendo los precios van a recuperar a los antiguos clientes. Craso error. Otros, aún más desalmados, anteponen sus ganancias a su dignidad, a su honorabilidad. Pero, ya saben, poderosos caballero es don dinero.

Por supuesto, la Policía hace la vista gorda. O casi diríamos la vista obesa. Porque para imponer sanciones por no llevar la mascarilla sí está presta y dispuesta. E igual que usted, e igual que el tabernero, sabe que hay jóvenes embriagándose en su local. Pero eso no importa a nadie. Lo importante es que se consuma, que haya gasto, que regrese la economía de mercado. Da la sensación, seguramente errónea, de que sus consignas son diferentes a lo que pregonan. Es la vergüenza de esta sociedad corrupta. Se consiente que menores de edad beban en locales, pero nos rasgamos las vestiduras si lo hacen en la vía pública. Ya es hora de enseñar que un menor de edad no puede beber, independientemente si paga impuestos en locales, o no. Y no puede beber, porque es perjudicial para su salud. Y deseo que a estos hosteleros sin escrúpulos les caiga todo el peso de la ley. Ahora llega la pregunta clave. ¿Usted hace la vista gorda con sus hijos?

Piensen.
Sean buenos.

Permítanme que la canción regalo de hoy sea Down all the days. Una extraña canción. Es la demo de Numb, pero cambiando la letra y la música, manteniendo la base rítmica. Sorprendente. Hay quien prefiere esta versión a Numb... Esperaremos el veredicto de los oyentes. Con todos ustedes: ¡U2!
https://www.youtube.com/watch?v=tKkeQicuncY

domingo, 12 de julio de 2020

Exigimos nuestros derechos individuales

Mi buen amigo Pedrín trabaja en un colegio concertado de Cantabria. El otro día, hablando con él, me contó unas anécdotas que me gustaría compartir con ustedes. La primera es el caso de un alumno que asegura no tener ingresos, y solicita beca de comedor y libros. Dado que sus padres declaran no tener ingresos, se le concede una beca de tramo 1. Es decir, el alumno paga una cantidad simbólica por el servicio de comedor y libros. Nunca más de 50 euros al año por los dos conceptos. Fantástico. Curiosamente, cuando su madre va a recogerlo, lo hace en un flamante Mercedes GLE, un todoterreno de lujo. También está el caso de esa alumna de 6º de Primaria, que durante el confinamiento por el Coronavirus no presentó ningún trabajo de plástica. Sus notas en la primera y segunda evaluación, fueron un 8 y un 7. El maestro decide que su nota final sea un 6, puesto que no ha presentado ningún trabajo en este trimestre, a pesar de que se le habían reclamado. El padre de la alumna, muy disgustado, se dirige al maestro advirtiéndole que, según la normativa, durante el periodo de confinamiento no se pueden bajar las notas y, exige  que se le suba la calificación de su hija. De nada sirven las explicaciones del maestro. Finalmente, el docente accede y su nota final es un notable. Acabamos con otra alumna que ha solicitado entrar en el centro para cursar 1º  de Bachillerato y que exige ir a clase sin uniforme escolar porque, sencillamente, no le gusta.
Me cuenta Pedrín que todos estos problemas son fáciles de subsanar. En el caso del primer alumno, basta una inspección fiscal para comprobar que alguno de sus progenitores, si no ambos, están defraudando a Hacienda. Es evidente que no están declarando todos sus ingresos. No es creíble que alguien que no tiene ingresos posea un automóvil de alta gama cuyo precio de salida en su versión básica es de casi 70 000 euros. Sin contar el mantenimiento. No se conforman con robar sino que, encima, se mofan de los contribuyentes, solicitando ayudas y becas económicas. El segundo caso tiene una solución simple. Solo hay que preguntar al abnegado papá, que tanto se preocupó por los deberes de su hija durante el confinamiento, qué nota quiere que le ponga a su hija y asunto resuelto. ¿Un 10? Pues un 10. ¿Qué importa que la niña no haya hacho absolutamente nada durante la tercera evaluación? Ya tendrá tiempo de aprender responsabilidad, sacrificio, trabajo... De momento, lo mejor es darle todos los caprichitos para evitar que se traumatice la criatura. El tercer caso es el más sencillo de resolver. Basta con que la alumna curse sus estudios en un centro público donde no hay obligatoriedad de usar uniforme. Si acudes a un centro, lo normal es acatar las normas que imperan allí. No es muy lógico cambiar las normas del centro porque a la niña no le gusten. Hay libertad de elección de centro educativo.

Consentimos que la gente defraude a Hacienda. Incluso nos parece bien si salimos beneficiados. Nunca pensamos en el bien común. Luego queremos que Papá Estado nos dé aquello que queremos, pero con la aportación del otro, puesto que yo soy más listo. Consentimos que un padre estúpido exija excelentes calificaciones sin esfuerzo para su hija. No nos importa que nuestros hijos sean unos ignorantes. Nos negamos a educarlos. Es un trabajo arduo y delegamos en otros. Clamamos por el derecho a ser felices de nuestros retoños, por encima de todo. Y por último, consentimos que una niña quiera cambiar las normas de una institución por capricho... El problema es que la lista es interminable. Cada minuto hay un necio que solo sabe exigir sus derechos aunque pisotee los de los demás. Pero esta es la realidad. Allá es donde vamos. Al sinsentido más absoluto. Al absurdo. A priorizar las libertades y derechos individuales por encima de todo y de todos. Nos hemos vuelto unos blandengues incapaces de decir que no para no herir susceptibilidades. ¿De verdad es mucho pedir que la gente no sea tan imbécil y solo sepa exigir derechos sin aportar ninguna obligación? Quizá el raro sea yo...

Piensen.
Sean buenos.

Esta semana, la buena de doña @BeatrizBagatela ha dudado entre varios temazos. Finalmente, su opción para musicalizar este artículo es You're in love with a psycho. Estás enamorada de un psicópata. Con todos ustedes: ¡Kasabian!
https://www.youtube.com/watch?v=kimPUWSwxIs

domingo, 28 de junio de 2020

Becados e ignorantes

Esta semana el Gobierno, a través de la ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá y del ministro de Universidades, Manuel Castells, ha presentado el borrador del Real Decreto de Umbrales, que establece el régimen de becas para el curso 2020/2021. La buena noticia es que se ha aumentado la inversión 386 millones de euros, un 22%, llegando a 1 900 millones de euros. La mayor subida en la última década. La mala, porque siempre hay noticias malas, es que, a partir de ahora, las becas solo tendrán en cuenta criterios de renta y no los resultados académicos. La ministra ha asegurado que las becas son una herramienta esencial para garantizar el acceso a la educación de todos los estudiantes, con independencia de su situación socioeconómica.
Por supuesto hay que favorecer que cualquier alumno, independientemente de sus ingresos, pueda acceder a la enseñanza universitaria. Pero ¿a qué precio? Es el fin del esfuerzo, el compromiso, el trabajo, la responsabilidad... En una palabra, de la excelencia. Cualquier alumno se rendirá ante semejante anuncio. ¿Para qué va a estudiar? Sabe que a pesar de su trabajo y de sus sacrificios, nunca podrá alcanzar esas becas, porque uno de sus padres tiene la mala suerte de percibir una nómina, superando por tanto el umbral establecido. Es posible que esa beca tan necesaria recaiga sobre otra familia, donde los padres no declaran todos sus ingresos. A nuestro alumno le tocará trabajar precariamente durante los fines de semana para poder costearse sus estudios, repercutiendo negativamente en sus calificaciones. Lo positivo de esto, es que le servirá de experiencia cuando, tras terminar su carrera, trabaje vendiendo hamburguesas para los turistas germanos. Pero ¿y qué más da? Da igual ser sabio que burro. Sinceramente, me aterra que algún alumno, cuya única aspiración sea embriagarse en la cafetería de la facultad, percibiera esa beca Algo no cuadra aquí.

No obstante, no parece algo improvisado. Es evidente que nuestros políticos tienen un plan preestablecido. Su único interés es que nuestros hijos sean unos ignorantes. Pretenden igualarnos a todos. El problema es que siempre igualan por abajo. Es más sencillo, claro... y más efectivo. El día de mañana, la sociedad, es decir, nuestros hijos, serán unos nescientes, y por tanto, fácilmente manipulables. Sin sentido crítico, se tragarán todo lo que les digan, y harán lo que les ordenen, sin rechistar. Es lo que quieren. Becados e ignorantes. O lo que es lo mismo, tontos y sumisos. ¿De verdad queremos esto? Aprovechen para decirles a sus hijos que aprovechen que el día de mañana estaremos rodeados de ignorantes para que pueden crear su propio camino sin depender de nada ni nadie. Nos queda un trabajo muy difícil por delante, sobre todo teniendo en cuenta el bagaje que llevan y quiénes son sus referentes. Ánimo a todos.

Piensen.
Sean buenos.

Me apetecía incluir la canción Como un millón de dólares. Sé que no trata del tema del artículo. Se dirige a aquellos que buscaron el sueño de triunfar en Hollywood, pero admito que me encanta el principio de la canción... En este país que te invita a soñar, que te van a regalar amor, fama y alcohol. ¿Quién te va a negar el talento y sensibilidad? ¿Quién te va a rechazar? Brutal. Además, tras  la campaña de desprestigio contra él, era de ley mostrar mi apoyo. Con todos ustedes: ¡Bunbury!

domingo, 21 de junio de 2020

El antirracismo de Guardiola

Pep Guardiola, entrenador del Manchester City, siguiendo la estela del movimiento Black Lives Matter, ha asegurado esta semana que se siente avergonzado por lo que han  hecho los blancos a los negros en los últimos 400 años. Ignoro cómo tiene la conciencia el señor Guardiola. Yo, desde luego, la tengo muy tranquila. Lo que sí ha demostrado Pep es una ignorancia supina. Es de necios juzgar acontecimientos de hace cuatro siglos con la mentalidad de hoy. 
No obstante, Guardiola tuvo problemas con Yaya Touré, jugador de Costa Marfil que acusó a Pep de racista tras una serie de acontecimientos bastante desagradables. Le dejó sin ficha y le obligó a entrenar con el filial. No es de extrañar, en la temporada 1996/97, Roberto Carlosjugador brasileño del Real Madrid, denunció el racismo que sufrían él y Clarence Seedorf en Barcelona donde la afición les llamaba monos. Al señor Guardiola, pareció hacerle gracia la chanza y, en una defensa a ultranza contra el racismo, solo alcanzó a decir que este señor habla mucho. Y asunto resuelto. ¡Ay, Guardiola! ¡Ay, Guardiola! 

Afortunadamente, salió Guardiola, a decirnos al populacho, qué es lo correcto y qué no. Es el cinismo de occidente. Todos fingimos estar muy comprometidos contra las injusticias, pero en realidad es postureo. A lo mejor el racismo es una forma de esconder la aporofobia, el miedo a los pobres. Cuando voy con negros bien vestidos nadie nos mira mal. Sin embargo, cuando acompaño a alguien del albergue de personas sin hogar donde trabajo observo el efecto tren. Cómo la gente abre camino para dejarnos pasar sin que los rocemos. Soy incapaz de comprender el proceso mental de una persona que considera que otra, por tener otro color de piel es inferior a él. A veces pienso que las personas racistas se cayeron de la cuna cuando eran bebés y les quedaron secuelas. Olviden las leyes y demás paparruchas. Todas las injusticias se terminan con educación. Llenando la cabeza de nuestros hijos con valores y no con monedas. Eduquen a sus hijos a respetar al otro, independientemente del color de su piel, de sus ideas políticas, de su religión, de su sexo... Mientras sigamos incidiendo en la confrontación, esta lucha no terminará jamás.

Piensen.
Sean buenos.

Hace tiempo quería incluir esta canción. Gloria. He elegido una versión mestiza. Aparece en el disco Too long in exile que me regaló mi querido Andrés. Una canción imprescindible. Con todos ustedes: ¡Van Morrison & John Lee Hooker!
https://www.youtube.com/watch?v=Xi2EgyZo2Pw

domingo, 14 de junio de 2020

El bar de Europa

Esta semana hemos presenciado, atónitos, cómo el Gobierno ha permitido  que a partir de mañana lunes, 11 000 turistas alemanes puedan viajar hasta Baleares a disfrutar de sus bien merecidas vacaciones. Una semana antes de que los propios españoles podamos viajar entre provincias. Ni siquiera podemos visitar a nuestros familiares enfermos de otra provincia. Pero no se alarme. Está todo controlado. Se realizará un estricto protocolo sanitario. A los turistas que lleguen, se les tomará la temperatura y se les realizará un seguimiento telefónico. ¿Quién no puede enamorarse de un país así? Estamos a la vanguardia en la lucha contra el Coronavirus. Por supuesto, Alemania ya ha avisado que si algún compatriota suyo enferma, no será repatriado... Ya nos ocuparemos nosotros de estas menudencias.
La nueva normalidad —yo prefería nuestra antigua normalidad— va unida irremediablemente con la reapertura del ocioLo importante es lo importante. No somos conscientes, o no queremos ver, que un repunte de la enfermedad sería una catástrofe. Urge, por tanto, que la plebe vuelva a los bares. A pesar de las dificultades de los hosteleros, el Gobierno insiste en la apertura de locales. Sin olvidar el fútbol. Sigo sin comprender qué razón hay para reanudar La Liga. Porque el fútbol es para los espectadores. Y si no hay público en los estadios, la verdadera y única razón es la económica. Parece fútbol, pero no es fútbol. Es evidente que nuestros gobernantes siguen empeñados en ofrecer al pueblo pan y circo. Pero no se haga el indignado a estas alturas. Es lo que en el fondo demandamos. Podríamos haber empleado tanto tiempo y dinero en I+D+i, pero no. Vamos a lo seguro. Ya tendremos tiempo de ser una potencia tecnológica. Hoy, nuestra principal, y casi única aspiración, es ser una gran potencia turística. No en vano, el turismo representa más del 14% del PIB. Ya sabe. Si usted quiere desarrollarse profesionalmente, no le quedará más remedio que hacer las maletas... pero no se preocupe. Siempre puede volver a casa a embriagarse con sus antiguos amigos. 

Ya tendremos tiempo de invertir en educación. A lo sumo, abrimos los centro escolares para poder dejar a nuestros hijos entretenidos mientras nosotros trabajamos o hacemos nuestros quehaceres. Son guarderías de hijos. ¿A quién le importa su formación? Son pocos padres quienes han mostrado su desacuerdo con las decisiones de promocionar de sus hijos. Su único interés es que su retoño pase de curso. ¿Qué más da si aprende o no? Aunque, honestamente, el Gobierno actúa en consecuencia. Sabe que somos el bar de Europa, donde millones de turistas llegan cada año a nuestro país con la única idea de ser un destino de alcohol y sexo. Por tanto, la mejor inversión es enseñar a los alumnos a servir cervezas en los bares, o hamburguesas en restaurantes de comida rápida. Es muy posible que sea su profesión el día de mañana. 

Piensen.
Sean buenos.

Ya que volvemos a los bares, permítanme que la canción elegida sea un clásico. El calor del amor en un bar. Estoy seguro que hará las delicias de los nostálgicos de los 80. No la dejan escapar. Con todos ustedes: ¡Jaime Urrutia... y el maestro Bunbury!
https://www.youtube.com/watch?v=EfOch4v761s


domingo, 7 de junio de 2020

Black lives matter

Esta semana, a través de un grupo de WhatsApp me ha llegado una imagen en la que aparece una diana con varios agujeros de disparos solo en los círculos negros, indicando que es el campo de tiro del departamento de policía. Asegura quién me lo envía que se trata simplemente de un chiste, de un meme. Me promete que no hay mala intención. Discrepo. Y bastante. Coincide la broma con la terrible muerte a manos de la policía de Estados Unidos de George Floyd, un ciudadano negro —afroamericano me corrigen los posmodernos trasnochados—. Quizá haya llegado el momento de imponer límites a la libertad de expresión y al humor cuando se están haciendo chistes sobre algo tan dramático como una muerte por brutalidad policial. Les dejo aquí la imagen por si a alguno de ustedes le parece gracioso, aunque lo dudo.
Como es lógico, han sido muchas las muestras de repulsa hacia el horrendo crimen y de solidaridad con la comunidad negra. Una de las que más me han llamado la atención ha sido la de incluir en la red social Instagram una foto en negro. Pues ya está. Asunto resuelto. Ya hemos limpiado nuestras conciencias. Ya le hemos dicho al mundo entero que no somos racistas, que somos gente de bien. Qué descanso, ¿verdad? Cuando llegue la noche, podremos dormir a pierna suelta. Todo nuestro compromiso con los más desfavorecidos está más que demostrado. También podemos incluir alguna etiqueta molona en nuestras redes sociales y dejar que el famoso algoritmo haga el resto, haga su magia. Por supuesto que no conozco a nadie que admita abiertamente que es un ser despreciable. Todas sus frases comienzan igual: Yo no soy racista, homófobo, o lo que convenga en cada caso, pero... Y aquí inserta una serie de estereotipos que destruyen a todo un colectivo. Pero eso sí, con su fotito en negro para lavar su conciencia.

Lo interesante, quizá no es lavar conciencias, sino hacer algo para combatir las iniquidades. ¿Cuántos de ustedes hacen algo ante los que mueren injustamente todos los días en cualquier lugar del mundo? ¿A quién le preocupan los niños abortados? ¿O los robos de órganos? ¿Realmente no le preocupa la trata de personas? ¿Qué hace usted por tantos estudiantes mexicanos asesinados? Siempre me pregunto a cuántos de ustedes les importan cuántas personas sin hogar son matadas en el alma en el albergue en el que trabajo. Lamento informarle de que es usted un cínico. Un hipócrita. Y lo que es peor, un asesino. O un explotador de mujeres prostuituidas. En el fondo, un egoísta cuya única aspiración en el mundo es usted mismo.

Piensen.
Sean buenos.

Permítanme que la canción regalo de hoy sea Strange Fruits. Canción del año 1939 contra los linchamientos de los negros en el sur de Estados Unidos. Por supuesto, esos frutos extraños eran los negros ahorcados en los árboles.Con todos ustedes: ¡Billie Holiday!

domingo, 31 de mayo de 2020

Reubicar hijos

Si les hablo de Myka Stauffer, seguramente, la mayoría de ustedes asegurará no conocerla. No se alarme. Es normal. Hasta esta semana yo tampoco sabía de su existencia. Según he podido averiguar, se trata de una yutubera con más de 700 000 seguidores, casada y con cuatro hijos. Hace tres años adoptaron otro niño en China. Una vez en casa se percataron de que el niño padecía autismo y, por tanto, precisaba una atención más especializada de las que no eran conscientes, puesto que les engañaron. Esta semana en un nuevo vídeo, la pareja ha anunciado que han decidido reubicar al niño con otra familia, ya que no son capaces de cuidarlo. Atentos al eufemismo. En lugar de explicar que no lo quieren en casa por sus problemas y que lo echan, utilizan el neolenguaje para no herir susceptibilidades. Lo reubican. Por favor, no se escandalice. La afligida mami ha asegurado que han intentado ayudarlo todo lo posible, pero muchos profesionales han opinado que necesitaba más atención médica; y hoy, junto a su nueva madre, con más capacitación profesional, el niño vuelve a ser feliz. Incluso ha llegado a afirmar que se siente un fracaso como madre al 500%. ¡Al 500%! Pobre. ¡Qué drama!


Myka Stauffer y su esposo James, anunciando la "reubicación" de su hijo autista.
Myka Stauffer / YOUTUBE
Pues asunto resuelto. Si mi hijo no es como esperaba, se devuelve y a otra cosa, mariposa. ¿Por qué tengo que hacerme cargo de un niño con algún problema? Si el hijo es biológico, parece que no queda más remedio. La sociedad no me lo permitiría. Pero tratándose de un niño adoptado, es completamente lícito cambiarlo, reubicarlo o como quiera usted decir. No cumplía mis expectativas. Quiero —mejor aún, exijo, que para eso pago— un hijo sano, y a ser posible, obediente, inteligente, y si encima es guapo, rubio con los ojos azules... llegamos al culmen de la felicidad. Son nuestros hijos a la carta.

Hemos alcanzado un punto de egoísmo tal que incluso devolvemos a los hijos defectuosos. No podemos tolerar que nuestras vidas perfectas se vean interrumpidas por un acontecimiento inesperado e indeseado. Si durante el embarazo se descubre que el bebé tiene Síndrome de Down, o cualesquiera otros problemas, se aborta. No podemos tolerarlo. Y si ya es tarde, pues se reubica. Fácil y efectivo. Los hijos son productos comprados en Amazon. Si no estoy satisfecho, lo devuelvo. Es el consumismo llevado a su máxima expresión. Quizá también tenga que ver con la exigencia de todos nuestros derechos. Tenemos derecho a ser padres. Por tanto, es lícito hacer lo que nos plazca para alcanzar estas metas. Desde comprar vientres de alquiler, a reubicar hijos, o lo que sea menester. Y, por supuesto, tenemos derecho a ser felices. Y si no lo somos, al menos, debemos fingir que lo somos. Por eso llenamos nuestras redes sociales de acontecimientos alegres, de risas, de viajes, de amigos... Necesitamos gritar al mundo que somos felices, aunque por dentro estemos rotos. Y nuestros hijos tienen que ser una prolongación de nuestra felicidad. Queremos, en el fondo, seguir jugando a ser dioses.

Piensen.
Sean buenos.

Nuestra particular musa musical, doña @BeatrizBagatela, ha celebrado con algarabía su cumpleaños esta semana. Les pido que le feliciten como se merece. Hoy, nos propone un nuevo temazo, Hold my hand. Debe ser terrible escuchar el grito mudo de ese niño... y cómo sonaría. Hemos elegido la versión bilingüe para los no angloparlantes. Con todos ustedes: ¡Unkle!
https://www.youtube.com/watch?v=dzXVVabzSwo

domingo, 17 de mayo de 2020

¿Y si despedimos a nuestros políticos?

Es posible que usted, o algún familiar o amigo, esté pasando por una situación económica precaria desde la aparición del Coronavirus. Alguno estará padeciendo un ERTE, otro no podrá seguir ejerciendo su actividad, otro quizá haya visto reducida su jornada laboral, y por ende, su salario; otro quizá esté teletrabajando... Quizá alguno haya tenido que cerrar su negocio porque es inviable económicamente. Por supuesto, los gastos, en el caso de que no se hayan mantenido, han aumentado para las familias. Casi todos los productos han aumentado sus precios. En el colmo de la desvergüenza están algunos centros escolares, que siguen cobrando una cuota voluntaria para las asociaciones de padres exprimiendo aún más los doloridos bolsillos de las familias. Arguyen que ya están presupuestados ciertos desembolsos, a pesar de haber reducido los gastos (calefacción, luz, agua...). Poco importa la maltrecha economía de las familias. Solo en Madrid, se han triplicado las peticiones de ayuda a Cáritas y el 40% jamás había necesitado acudir a por estos servicios. Un drama.
Arrimadas, Sánchez, Rivera, Casado, Abascal, Álvarez de Toledo e Iglesias
Año 2020 d.C., toda Hispania está padeciendo por el horror de esta pandemia. ¿Toda? ¡No! Una casta formada por irreductibles políticos resiste, todavía y siempre al dolor. Y la vida no es fácil para los trabajadores parias. Esta lacra que padecemos los españoles es interminable. A pesar del esfuerzo de los ciudadanos, ellos siguen acomodados en sus sillones, sin mostrar ningún tipo de solidaridad con quienes más sufren. Espero que cuando acabe todo esto, por fin los españoles abran los ojos e impidan que estas medianías sigan campando a sus anchas. Me gustaría que alguien me explicara para qué ha servido el Senado en todos estos meses. ¿Cuántos diputados o senadores se han negado a cobrar, no ya su sueldo, sino incluso todas sus prebendas? Intolerable.

Todo podía ser más sencillo. Pero para eso, nuestros queridos y amados políticos deberían ser íntegros y reconocer que durante estos meses su trabajo, si no se ha suprimido, se ha reducido considerablemente. Hemos descubierto, horrorizados, que todos los políticos saben hacer muy buena oposición, prometiendo la luna a sus votantes, pero a la hora de la verdad, en los momentos difíciles, demuestran una vez más su catadura moral. Son chusma. Por supuesto, también deberían ser solidarios. Cuando todo un país está sufriendo para llegar a fin de mes, cualquier gesto hubiera sido bien recibido. Pero no ha sido así. Una simple donación a Cáritas, o a cualquier organización, de sus dietas de desplazamiento habría podido ayudar a muchas familias. ¿Por qué no se les ha aplicado un ERTE a estos sinvergüenzas como a todo español? Solo demuestran que son unos improductivos. Quizá estén matando la gallina de los huevos de oro, y los españoles descubran que no son necesarios tantos diputados, ni senadores, ni directores generales, ni tanto gorrón que solo sabe poner el cazo para ganar unas cantidades de dinero muy alejadas de todos los trabajadores. ¿Y si despedimos a nuestros políticos?

Piensen.
Sean buenos.

Siempre que escucho Bullet the blue sky me provoca una mala sensación. Es una canción escrita para general angustia. No en vano critica duramente a la administración Reagan por su política en Centroamérica. Hoy he seleccionado esta versión en directo. Sencillamente, magistral. En ella, Bono, da una paliza figurada a un candidato a la Casa Blanca. De hecho, lo despide. ¿Se imaginan hacer esto con nuestros politicos? Suban el volumen de sus altavoces y disfruten de esta joya. Con todos ustedes: ¡U2!

domingo, 10 de mayo de 2020

Necios y sabios en Masterchef

No soy muy aficionado a ver la tele. De hecho, salvo algún noticiero, solo la enciendo para ver alguna serie en alguna plataforma de vídeo en directo. Aborrezco la telebasura, la cual abunda, por lo que he desinstalado de mi tele varios canales. Casi todos del mismo grupo empresarial. Admito que jamás he visto ningún concurso de talentos. Me da igual que sea de aspirantes a cantantes, artistas, modistas, cocineros, o lo que fuere. Pero esta semana, mis hijos me contaron lo que ocurrió en Masterchef, en la televisión pública. Una concursante se enfrentó a los jueces por no aceptar su veredicto. En un principio le achacaron su falta de esfuerzo e interés en realizar lo encomendado y ella respondió de forma chulesca. Incluso los desprecia como jurado. Posteriormente se niega a hacer la siguiente prueba, presentando una perdiz muerta sin cocinar, por lo que es expulsada del programa de forma inmediata. Aquí les dejo el enlace por si hay algún despistado o interesado.
https://www.rtve.es/television/20200505/saray-cuelga-delantal-cocinas-masterchef/2013328.shtml
Los propios jueces admitieron su error al seleccionarla por encima de otros 28 000 aspirantes. Hay quien insinúa que su inclusión en el programa es para dar visibilidad al colectivo trans. Por supuesto Comisiones Obreras RTVE ha solicitado que se cuide y se proteja a la concursante dadas las especiales circunstancias que la conforman como personaImaginen cómo deben sentirse aquellos que siendo mejores que ella, no fueron seleccionados para el concurso por decisiones tan injustas como esta. Luego vemos que la concursante en cuestión es educadora social y nos preguntamos aterrados qué enseña a sus educandos. Pensaba que aceptar las decisiones de los jueces era de primero de educación...

Aunque todos sabemos que es un concurso televisivo y, por tanto, todo o casi todo es impostado en pro del espectáculo, la situación refleja perfectamente la situación actual. Es la sensación confusa de que todos somos iguales. Por tanto, la opinión del alumno o del aprendiz tiene la misma consideración que la del maestro. O, lo que es lo mismo, la opinión del necio que la del sabio. Es agotador aguantar estos comportamientos ególatras y pueriles. 
Estamos destruyendo a varias generaciones dándoles la razón permanentemente, temiendo ofenderles o herirles. Hemos convertido a nuestros hijos en unos auténticos memos y consentidos. Quizá ganaríamos mucho si les explicamos que la vida es dura, que hay decisiones que les van a disgustar y que deben luchar por conseguir sus sueños. Nadie se lo va a regalar. Jamás se ha hablado del valor del esfuerzo, de la cooperación... Están acostumbrados a ver famosos en la tele o en YouTube, y excepto dos o tres casos muy puntuales, detrás del éxito está el trabajo y el sacrificio. Estas generaciones actuales piensan que el mundo les pertenece y de manera gratuita. Pobres ilusos.

Piensen.
Sean buenos.

Permítanme que la canción regalo de hoy sea La actitud correcta. Aunque parece que la canción se refiere a los concursantes de un programa musical, es perfectamente aplicable a cualesquiera de estos concursos. No es cuestión de credibilidad, ni tampoco de autenticidad, es el resultado final el que me parece insuficiente. Con todos ustedes: ¡Bunbury!
https://www.youtube.com/watch?v=E3zxvWvxDjQ

domingo, 3 de mayo de 2020

Crispación insoportable

Usted habrá comprobado, especialmente durante esta crisis del Coronavirus, aunque es algo ya generalizado, el elevado grado de crispación de la sociedad. Esta semana, ha resultado curioso el caso de Rafa Nadal. Durante una charla virtual organizada por la Federación Española de Tenis, tuvo la ocurrencia de afirmar que el Gobierno no había tomado las medidas oportunas para frenar la pandemia. A partir de ese momento, dio igual que el tenista balear sea considerado por millones de españoles como el mejor deportista español de todos los tiempos. Inmediatamente, un ejército comenzó a atacarlo despiadadamente en las redes sociales, desprestigiándolo y acusándolo. No ha sido el único caso. No hay que bucear mucho en la red para darse cuenta de que es algo que ocurre muy a menudo. O eres de los míos, o estás contra mí. Hay que seguir la corriente de pensamiento oficial. Nadie se puede salir de la vía. Ocurre también los medios de comunicación. Las tertulias están compuestas siempre por profesionales con la misma afinidad política, eliminando de un plumazo la controversia. Hay que pensar lo que nos dicen que hay que pensar. 
Autor imagen: Ferrán Martín/Twitter: @ferranmartin
A la hora de atacar al enemigo, el modus operandi es bastante sencillo. Lo primero que hay que hacer es desacreditar los datos del oponente. Todos sabemos que hay mentirijillas, mentiras, grandes mentiras... y estadísticas. No hay nada más manipulable que los números. De esta forma, presentamos los datos que más se adecuen a nuestro propósito y así hemos ganado la primera batalla. Después se desprestigia a nuestro rival. Hay que atacar su formación. ¿Qué sabrá Fulanito de virus, o de lo que convenga, si es tenista, presentador de televisión, director de un periódico sin haber terminado la carrera, trabajador social o arquitecto? Aquí el abanico es muy amplio. Finalmente, se ataca alguna característica física digna de mofa. Tiene coleta, chepa, va en silla de ruedas, o simplemente porque es feo... A este nivel solo llegan los más rastreros, mas no lo descarten. Todo vale para conseguir el objetivo. Cuánto echamos de menos a Antonio Machado, cuando dijo que si cada español hablase de lo que entiende, y de nada más, habría un gran silencio que podríamos aprovechar para el estudio. 

Esto es lo que tenemos. Un país en permanente estado de crispación y enfrentamiento. O piensa usted lo mismo que yo o es un facha o un rojo. ¡Un facha o un rojo! Vocabulario de hace 90 años. No hemos avanzado nada. ¿Quién es el culpable de todo esto? Hay quien opina que la culpa es nuestra. De los ciudadanos, puesto que tenemos derecho a todo. Y uno de nuestros derechos fundamentales es tener razón siempre. De ahí la famosa frase esa es mi verdad, como si la verdad pudiera modificarse según convenga. No hay espacio para la autocrítica y siempre queremos imponer nuestro criterio. Otros creen que los responsables de este despropósito son los de siempre. Los políticos, quienes disfrutan de estas encarnizadas luchas. Ellos prefieren tener el voto dividido porque les interesa electoralmente. Y les interesa, porque su única ambición es el poder. Si les interesara el país, ante situaciones de gravedad como el Coronavirus ahora, o la lamentable situación de la Educación, la Sanidad, los Servicios Sociales antes, habrían llegado a un gran Pacto de Estado. Pero no se hará. Y no lo harán, porque ellos, sencillamente, no quieren. Prefieren alimentar este odio al otro antes que aunar esfuerzos y conseguir que todos vivamos mejor. Usted, ¿quién considera que es el responsable?

Piensen.
Sean buenos.

Quería poner una canción acerca del egoísmo de todos. No se me ocurre mejor regalo que I, me, mine. Canción escrita por George Harrison, para mí, el mejor del cuarteto de Liverpool. Inspirada en la lucha de poder entre John Lennon y Paul McCartney. Es una queja burlona a sus sofocantes egos. La incluyo subtitulada para los no angloparlantes. Con todos ustedes: ¡The Beatles!

domingo, 26 de abril de 2020

Fútbol y Coronavirus

A pesar de la dramática situación que atraviesa el país, con más de 200 000 contagiados y 23 000 fallecidos, hay quien está empeñado en afirmar que el problema principal de España es la ausencia de fútbol. Por eso, urge la reanudación del Campeonato Nacional de Liga. Es evidente que nuestros gerifaltes, a través del fútbol —el soma de nuestra sociedad— quieren dar una imagen de normalidad y de control de la situación. Para ello, no se escatiman esfuerzos ni dinero. Se van a hacer test a todos los integrantes de las plantillas de Primera y Segunda División: Jugadores, cuerpo técnico y empleados de los clubes. Afortunadamente, algunos profesionales, sobre todo de equipos con elegancia y un mínimo sentido común hablo de mi querido Real Racing Club de Santander— han mostrado su disconformidad debido a que no se consideran prioritarios, y hay bastante carestía de pruebas para el personal que están en primera línea luchando contra esta pandemia: Sanitarios, Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado, trabajadores sociales, transportistas, personal de supermercados, farmacias...
Un jugador celebra un gol tras horadar inmisericorde la portería rival
Es ridículo negar la importancia del fútbol en España. No en vano, equivale al 1,4% del Producto Interior Bruto. Ahora nos surgen dos problemas. Por un lado. ¿Es lícito, o al menos, legítimo, que una empresa privada como es el caso de LaLiga tenga acceso a pruebas de detección del Coronavirus mientras el Estado no es capaz de proteger a aquellos que están en mayor situación de riesgo? ¿Debería el Gobierno acaparar estas pruebas? Es cierto que no es lo mismo conseguir 200 000 pruebas que 46 millones, pero han tenido dos meses para hacerse con ellas. Y, por otro lado, ¿hace bien LaLiga en gastar dinero para salvaguardar su negocio? No olviden que grandes compañías también han comprado estas pruebas para hacérselas a sus empleados y proteger sus inversiones. Por  supuesto, nadie ha levantado la voz. Quizá al no ser negocios tan intrascendentes como es el fútbol se justifica de otra manera.

Es incomprensible que sigamos gastando recursos en fomentar algo tan banal como el fútbol —y lo dice un futbolero confesomientras nuestros sanitarios se contagian indiscriminadamente. Es preferible salvaguardar a aquellos que se están jugando la vida antes que a los futbolistas, que por otro lado, pueden esperar a retomar su profesión. Lo más sensato, sería concluir las competiciones sin campeones, sin descensos y sin ascensos. Considerar la temporada nula. Todos a la casilla de salida. La situación exige prudencia, y no hacer payasadas. Que el Gobierno ha cometido multitud de errores solo lo niegan los cegados por las siglas, pero hay que mirar más allá. En realidad, la imagen que se proyecta es que el fútbol es Dios. Y, por supuesto, los jugadores son una casta especial que hay que proteger y mimar. Por mucho que sea un negocio, un gran negocio que mueve pasiones, debemos aprender a priorizar. No estamos hablando de una gripe estacional, estamos hablando de algo serio donde la gente se muere. 

Piensen.
Sean buenos.

Permítanme que sea hoy Mister @Carlosnmazda quien seleccione la canción regalo. Su canción es El fin del mundo, grabado solo con sonidos en casa debido al confinamiento. Con todos ustedes: ¡La La Love You!

domingo, 19 de abril de 2020

Familias monomarentales

Irene Montero, actual ministra de Igualdad —a quien deseamos una pronta recuperación—, defendía en una entrevista radiofónica en Radio Nacional de España, RNE, la necesidad de implementar el Ingreso Mínimo Vital para ayudar a las familias más desfavorecidas. Perfecto. Es evidente que esta crisis del Coronavirus ha dejado muchas familias en situaciones económicas precarias. Según la ministra, y debe tener razón pues tiene las cifras, muchas de estas familias están formadas por mujeres con cargas familiares. Lo curioso es que empleó una palabra que aunque no es nueva, creíamos ya superada. La señora Montero llamó a estas familias Monomarentales. Quiere decir que son las madres las que están solas. Por supuesto, su séquito de acólitos aplaudió el empleo de la palabra.
¿Monomarentales? No creo que la señora ministra, licenciada universitaria en Psicología y con un máster en Psicología de la Educación, desconozca que esa palabra no está recogida en el diccionario de la Real Academia Española. Y no lo está porque es sencillamente ridículo. Parental procede de parentalis, de parens. Es decir, padre o madre. De hecho es el participio presente del verbo parire, parir. No es sexista. Habla de familias con un solo progenitor o progenitora. Padre o madre.

Hay quien insiste en la necesidad de emplear neologismos para dar visibilidad a determinados colectivos más o menos desfavorecidos. Es la nueva corriente de pensamiento único. Quieren que pensemos que si cambiamos las palabras el problema se eliminará.  Si ya no se dice monoparental, se acabará con el patriarcado opresor. ¿Por qué no empleamos nuestros esfuerzos en educar a nuestros hijos en la igualdad, en respeto, en responsabilidad? En una palabra, en valores. Pueden empezar ahora que están los niños en casa confinados por el maldito virus. ¿O son los que piensan que todo eso debe hacerse desde la escuela? ¿De verdad creen que por decir monomarental, por insistir en negar el lenguaje inclusivo, o emplear la arroba o las x para evitar el género de las palabras vamos a conseguir que un australopithecus no mate a su mujer?

Piensen.
Sean buenos.

Ayer fue el decimocuarto cumpleaños de mi hija. Me ha pedido como regalo que incluya la canción Madame Ayahuasca. No me he podido negar. Sé que lo va a disfrutar. Disfruten ustedes con ella. Con todos ustedes: ¡Taburete!


domingo, 12 de abril de 2020

La Iglesia en tiempos de Coronavirus

Desde la aparición del Coronavirus, muchos amigos, conocidos, familiares, e incluso personajes más o menos famosos, han criticado la actuación de la Iglesia. Piden, o mejor, reclaman, que la Iglesia aporte medios para luchar contra la pandemia que nos asola. Aseguran que debe poner al servicio de los ciudadanos dinero, edificios, profesionales... No han visto ninguna acción de la Iglesia en este tiempo. Ignoro si no han visto, o no han querido ver. Imagino que estos que exigen a la Iglesia son los mismos cuya única aportación para combatir este virus es aplaudir a las ocho de la tarde todos los días. Lo cual está fenomenal, pero parece exiguo. No es malo recordar que cuando comenzaron las primeras sospechas de Coronavirus, la Iglesia recomendó cerrar los templos y suspender el culto para evitar contagios.
Quiero pensar que todas estas peticiones son realizadas por ignorancia y no por mala intención. Es bastante sencillo comprobar que en muchas diócesis la Iglesia ha donado miles de euros para responder a la crisis social y ha cedido sus instalaciones como residencias para sanitarios, para atender a los enfermos o para cuidar a las personas sin hogar. En algunos centros diocesanos se han fabricado viseras protectoras. Algunos sacerdotes han donado parte de sus sueldos a Cáritas. Algunas monjas han confeccionado mascarillas. En otras diócesis se han comprado respiradores o se han organizado voluntarios para ayudar a las personas mayores a realizar sus compras. Por supuesto, se sigue repartiendo alimentos a las familias más desfavorecidas y se han abierto comedores sociales. Se ha realizado acompañamiento a presos, y se ha prestado atención psicológica... Y por supuesto, asistencia espiritual a quien lo precise. La lista es interminable. Insisto, no hay mayor ciego que el no quiere ver.

Decir que la Iglesia no está implicada en la lucha contra el Coronavirus es una de las mayores estupideces que he escuchado. En el albergue de personas sin hogar donde trabajo, perteneciente a Cáritas, están acogidas 23 personas. Aquí se les proporciona alojamiento, manutención, higiene y, lo más importante, dignidad a las personas. Diariamente, se dan cincuenta comidas en nuestro centro a aquellas personas que ni siquiera disponen de cocina, luz, o gas en casa. Pero hay más. Solo en Toledo desde Cáritas se han atendido más de 2 700 familias que están en una situación de especial necesidad desde que comenzó esta crisis. Teniendo en cuenta que la población de Toledo es de 85 000 personas, la cifra es escandalosa. Como todos ustedes imaginarán, no lo hacemos porque seamos mejores que nadie. Eso es evidente. Todos nosotros hemos descubierto que Dios nos quiere y podemos dar ese amor a las personas sin hogar, o a los pobres, o a la chusma. Quizá el problema es que la Iglesia ha preferido cuidar de los últimos sin publicidad. Ahora me pregunto qué han hecho el resto de asociaciones y oenegés para combatir el Coronavirus.

Piensen.
Sean buenos.

Ya que hoy es Domingo de Resurrección, y con la intención de desearles a todos una muy feliz Pascua, no se me ocurre mejor canción regalo que un himno de alabanza a Dios. He elegido Gloria. Un salmo hecho rocanrol. Con esta canción, el grupo irlandés, aún desconocido para el gran público, alcanzó un más que meritorio puesto 55 en las listas británicas. Todo un éxito. Esta es la versión en directo desde Berlín con motivo de la última gira. Y subtitulada para los no angloparlantes. Con todos ustedes: ¡U2!


domingo, 5 de abril de 2020

Coronavirus y África

Durante una tertulia en la cadena francesa LCIJean-Paul Mira, jefe del servicio de reanimación del Hospital Cochin de París, y Camille Locht, directora de investigación en el INSERM, Instituto de la Salud y la Investigación médica, se plantea la posibilidad de probar una vacuna contra el Coronavirus en África. Argumentan los doctores que allí la población no cuenta con mascarillas, ni tratamientos, ni reanimación. Incluso llegan a afirmar que ya se están realizando estudios de SIDA con prostitutas en el continente africano. No es la primera noticia parecida. Hace días ofrecían 4000 euros a voluntarios para que se dejasen inocular el virus para probar vacunas. Ya les aseguro yo que no serán ni ricos, ni políticos por supuesto. Serán los de siempre. La chusma. Me sorprende que estas eminencias no hayan elegido a africanos que viven en Francia. Les habría salido más barato... Al final, los médicos franceses trataron de disculparse con mayor o menor fortuna. No importa ya. El mensaje está enviado.
En un momento en el que  estamos sobresaturados de información acerca del Coronavirus, sorprende que la noticia hubiera pasado desapercibida si no es porque varios futbolistas de renombre, el senegalés Dembe Ba, el camerunés Samuel Eto'o y el costamarfileño Didier Drogba mostraran su indignación ante estas declaraciones. Y además, con contundencia. Ba los acusó de racista, mientras que Eto'o  llamó hijos de meretriz a los médicos. Por último, Drogba afirmó que los africanos no son cobayas humanas. Afortunadamente, el fútbol sirve alguna vez para denunciar actitudes racistas. Admitamos que si no hubiera aparecido en la sección de deportes de la prensa, ninguno de nosotros lo habría leído. Habría pasado sin ninguna repercusión.

Es la decadencia de occidente. Salvar el capitalismo a toda costa. Da igual si se lleva por delante a cientos de miles de personas. Lo que importa es lo que importa. Porque si esas personas son negras o pobres, importan mucho menos. Hay vidas de primera, de segunda, de tercera... y luego los negros de África. La chusma. Somos una generación podrida. ¡Qué horror! ¡Y qué desolación! Por supuesto, siempre habrá quien justifique estas aberraciones creyendo que hace un bien. Gracias a estas pruebas se han salvado muchas vidas. Permítanme decirles a quienes así piensan que son gentuza. Las pruebas siempre con los pobres. Pensaba que habíamos aprendido algo a través de los siglos, pero estaba errado. Se nos llena la boca de grandilocuencia, de solidaridad, de empatía, pero es todo una farsa. Sus vidas no nos importan. Nunca nos han importado los pobres. Somos muy generosos, hasta que nos tocan lo que es nuestro. Espero que la historia nos juzgue como nos merecemos. 

Piensen.
Sean buenos.

En estos tiempos de canciones de resistencia frente al Coronavirus, me he tomado la libertad de elegir Resucitao. Una versión del clásico I will survive, pero con un toque mucho más roquero y gamberro. Seguro que hace las delicias de todos ustedes, y en especial, de mi hermano don Pablo. Con todos ustedes: ¡Los Enemigos!
https://www.youtube.com/watch?v=n476FeCfAt8

domingo, 29 de marzo de 2020

Derecho y congruencia

La vicepresidente primera y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Carmen Calvo, recibió el jueves el alta hospitalaria tras haber permanecido ingresada desde el pasado domingo. Había dado negativo en varias pruebas, pero finalmente, el miércoles se confirmó que padecía Coronavirus. Todos nos alegramos de que ya esté en casa. Solo los carroñeros se puede entristecer ante buenas noticias. Solo esperamos que este negativo no haya sido con una de las pruebas rápidas que ha comprado el Ministerio de Sanidad a China y que no están homologados. De hecho, tienen una sensibilidad del 30%, cuando deben tenerla del 80%. Una nueva chapuza de  este gobierno. Por supuesto, nadie será responsable. Pero esa es otra historia. Sigamos con la nuestra.
Lo que ha llamado la atención sobremanera, y ha provocado cientos de críticas, es que la señora Calvo haya sido ingresada en la clínica privada Ruber Juan Bravo de Madrid y no en un centro público. Hay que recordar que la señora Calvo es funcionaria de carrera y, por tanto, está asociada a Muface —Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado—.  Debido a esta condición pudo elegir en su momento entre la sanidad pública o un sistema privado. Ella eligió libremente esta clínica. Como cualesquiera de nosotros, la señora Calvo ha optado por la opción que más se ajusta a sus deseos y necesidades. Todos podemos elegir dónde recibir asistencia sanitaria si nos lo podemos permitir económicamente. Estamos en un país libre. Lo que ha resultado curioso ha sido la cabriola de los medios afines justificando la decisión de doña Carmen.

No hay que confundir derecho con congruencia. Por supuesto que tiene derecho a elegir clínica. Pero no se puede llevar por bandera la defensa de la sanidad pública para, en cuanto cae enferma, acudir rauda a una clínica privada. En el fondo, quien actúa así afirma que todos nosotros somos unos parias. Fingen la defensa de lo público para conseguir más votos, pero en realidad su discurso es el opuesto. Todos estamos de acuerdo en defender la sanidad pública, y para eso, como miembro del Gobierno—y miembra insistirán los posmodernos trasnochados— su trabajo es que la sanidad pública sea excelente. Si así fuera, nadie en su sano juicio gastaría un céntimo en acudir a una clínica privada. El resto, es palabrería y cinismo.

Piensen.
Sean buenos.

Me parecía buena idea incluir la magnífica canción It's the end of the world, as we know it (and I feel fine). Creo que es buen momento para recordar que es el fin del mundo como lo conocemos. Suban el volumen y disfruten de un temazo de los de antes. Se la dedicaremos a nuestro amigo Óscar por su cumple. Con todos ustedes: ¡R.E.M.!
https://www.youtube.com/watch?v=OA_CndlBu0g