domingo, 24 de noviembre de 2019

Ladrones

Tras casi siete años de instrucción, esta semana ha salido la sentencia de la que se ha llamado la pieza política de los ERE de Andalucía. Manuel Chaves, y José Antonio Griñán, presidentes de la Junta de Andalucía desde 1990 a 2013 han sido condenados a nueve años de inhabilitación y a seis años de prisión y quince de inhabilitación respectivamente. La sentencia determina que ambos eran conscientes de la palmaria y patente ilegalidad de los actos. Llama la atención el silencio cómplice de algunos medios. Ellos sabrán... Hay quien ha calificado la sentencia de muy dura. Cuando trabajas en un centro de personas sin hogar y los participantes te cuentan que se han comido seis años de cárcel por robar 50 euros, aunque eso sí, con violencia porque mostraron una navaja, comprendes que la justicia es una locura incomprensible.

Por supuesto, desde las filas socialistas han perdido una oportunidad histórica. La oportunidad de asumir el error y pedir disculpas. No solo a sus votantes, sino a la sociedad en general. Era una ocasión maravillosa para condenar enérgicamente los hechos y hacer autocrítica. Pero me temo que estoy hablando del país de Utopía. Al contrario, su secretario de organización, José Luis Ábalos, ha asegurado, sin mostrar ningún rubor, que no es un caso del PSOE, y casi justifica los hechos, porque no han supuesto un enriquecimiento ilícito de los condenados. Estamos hablando de que se han concedido 680 millones de euros de manera arbitraria y sin control. Ocurre lo de siempre. Todavía hay quien piensa que el dinero público es de todos, y por tanto no es de nadie.

Es el problema de España. Está en nuestro ADN. Justificamos el robo con naturalidad.  Ya decía Valle Inclán en Luces de Bohemia que en España se premia el robar y el ser sinvergüenza. Está el que roba en la oficina haciendo fotocopias a sus hijos, el que se cuela en eventos, el que no paga el IVA, el que piratea el fútbol a través del ordenador... Los ejemplos son infinitos. Hemos llegado a un punto en el que, incluso el que roba, cree ser más listo que los demás, y además tiene derecho a hacerlo. Por la razón que sea. Porque le pagan poco, porque su jefe es un incompetente, porque pasa muchas horas en la oficina... Luego nos indignamos, pero lo que hay que cambiar es la mentalidad del país.

Piensen.
Sean buenos.

Sigamos hablando de dinero. Y ¿qué mejor canción que Money (that's what I want). Un gran clásico que nunca pasa de moda. Con todos ustedes: ¡Barret Strong!
https://www.youtube.com/watch?v=t5KU34DrrPI

domingo, 17 de noviembre de 2019

Representaciones culturales obsoletas

El gigante audiovisual Disney acaba de aterrizar en las plataformas de emisión o trasmisión en directo—lo que los posmodernos trasnochados llaman streaming—. Ya que Disney es también la propietaria de Fox y del universo Marvel pueden presumir de contar con un catálogo impresionante. Han anunciado que incluirán todos sus grandes éxitos desde el año 1937, fecha de estreno de Blancanieves y los siete enanitos, hasta nuestros días. Y aquí está el problema. Debido a que en algunas escenas de sus películas aparecen estereotipos racistas o xenófobos, como es el caso de Dumboel Libro de la Selva, Fantasía, o La Dama y el Vagabundo, y para evitar escándalos innecesarios, se han visto obligados a incluir antes de alguna película un letrero con el siguiente mensaje: Este programa se presenta tal y como se creó originalmente. Podría contener representaciones culturalmente obsoletas
Ya conocen el puritanismo reinante hoy en día. Nos escandalizamos porque en películas de la primera mitad del siglo XX aparecen estereotipos, tanto de igualdad de sexos como escándalos raciales, hoy ya superados sin duda. Imagino que poco a poco irán censurando películas del oeste donde se muestra cómo un soldado estadounidense dispara contra un indio. Por supuesto, también se censurarán canciones por atentar contra las mujeres. The Rolling Stones han sido catalogados por algunos como el grupo de rock más misógino de la historia. También fue famoso el anuncio de un brandy en el que una mujer acudía a una pitonisa porque su marido no la amaba y cuando llegaba a casa le abofeataba. Poco a poco llegaremos a la censura de la Piedad de Miguel Ángel. ¿Cómo se puede permitir que una mujer tome en brazos a su hijo muerto? Poco a poco iremos censurando todas las disciplinas del arte porque ofenden a algún colectivo. Como ve, esto es demencial.

No creo que nadie en su sano juicio justifique hoy actuaciones racistas, machistas u homófobas. Seguramente en el futuro vean con incredulidad algunas escenas de nuestras películas. Espero que su reacción no sea tan pueril como la nuestra. Solo a un mentecato se le ocurriría hacer hoy una película para niños en los que prime el maltrato a las mujeres, o sea racista. Pero no hay mayor error que juzgar hechos del pasado con la mirada del presente. Es un verdadero disparate. Las canciones, películas, o cualquier obra no tratan de adoctrinar, simplemente muestran la realidad del momento. Son hijas de su tiempo. Fotos fijas. No obstante, hay una forma muy sencilla de no ofenderse por una película o cualquier obra de arte. No verla. Afortunadamente, hemos avanzado en la igualdad y hoy no permitiríamos ciertas expresiones culturales. La realidad es que nos hemos convertido en unos ofendiditos, donde todos nos sentimos atacados en nuestras convicciones más profundas. Quizá deberíamos madurar un poco y no buscar la aceptación permanente de lo políticamente correcto.

Piensen.
Sean buenos.

La canción regalo de doña @BeatrizBagatela es hoy: Side. Nos empeñamos en renegar y reescribir el pasado cuando la vida es un círculo de un solo lado. Con todos ustedes: ¡Travis!
https://www.youtube.com/watch?v=DnWTBzOuf8E

domingo, 10 de noviembre de 2019

Derechos de las mujeres

La Federación Alemana de Fútbol, DFB por sus siglas en alemán, a través de su nuevo presidente Fritz Keller, ha anunciado que no mandará ninguna selección a partidos que tengan lugar en países en los que las no se respeten los derechos de las mujeres. Ninguna selección de fútbol alemana; ni masculina ni femenina, ni de ninguna categoría, jugará un partido en países donde se menoscaben los derechos de la mujer. Puede parecer una noticia intrascendente, pero no lo es. Si cumple su amenaza, Alemania, la cuádruple campeona mundial, no acudiría al próximo Mundial de Fútbol que se disputará en Qatar en 2022, ya que este país sigue discriminando a las mujeres y a los homosexuales, entre otras lindezas... Esto es luchar contra las injusticias. Bravo por los alemanes. Toman medidas en las que se pierde no solo prestigio, sino dinero.
Mientras tanto, la Real Federación Española de Fútbol, RFEF, acaba de anunciar a bombo y platillo, que la Supercopa de España se celebrará en Arabia SaudíA cambio de 12 millones de euros para los finalistas, casi 9 para los semifinalistas, y unos 50 que se embolsará la propia RFEF. Poderoso caballero es don dinero. Ya conocemos todos el respeto a los derechos humanos del reino saudí. Mientras Alemania da pasos significativos hacia el respeto por los derechos humanos, nuestros representantes se venden por una lluvia de petrodólares. Unos petrodólares manchados de sangre e ignominia. Pero eso ¿qué importa? Lo realmente trascendental es que unos cuantos van a llenarse los bolsillos. Y el resto de borregos a disfrutar del espectáculo. Algunos dirán, quizá sin equivocarse, que empresarialmente es un negocio perfecto. Lo cual parecer justificar todo. ¡Qué asco de país! Yo sigo pensando que es mejor honra sin barco que barco sin honra... pero claro, yo soy un antiguo.

Lo que hacen los alemanes es luchar contra las injusticias. Y lo hacen con contundencia. Es una medida impopular, sin duda. Pero necesaria. Mantienen sus principios. Sin embargo, aquí, en España pensamos que defendemos los derechos de los más desfavorecidos con camisetas reivindicativas, con eslóganes ingeniosos, o con lenguaje inclusivo. Piensa la RFEF que defender los derechos de las mujeres es promocionar el fútbol femenino. Craso error. Es inaceptable que casi todos los equipos de Primera División estén patrocinados por regímenes totalitarios o por casas de apuestas. ¿Cómo se justifica que nuestra selección vaya a países donde se lapida a mujeres y se ahorca a homosexuales? ¿Vamos a seguir mirando hacia otro lado mientras nos llenamos los bolsillos? Lo siento, pero lo que de verdad cambia el mundo son los hechos. El resto es postureo. Rosa Parks no pasó a la historia por escribir su desacuerdo en Twitter. Creo que ha llegado el momento de exigir a nuestros dirigentes que se respeten los derechos humanos. Y, para eso, hay que tomar decisiones. En algunas circunstancias, drásticas. Prefiero que mi país no acuda a estas citas y mantener la dignidad. Pero algo me dice que estoy errado.

Piensen.
Sean buenos.

Hacía tiempo que nuestra querida @BeatrizBagatela no nos obsequiaba con una canción. Imperdonable. Hay que retomar viejas costumbres. Para esta ocasión, la canción regalo es Amsterdam. Porque sencillamente hay que romper, cortar por lo sano. Poner encima los valores que importan. Y hacerlo con decisión, cueste lo que cueste. Porque no queremos ser como ellos y todos estamos bajo el mismo sol. La energía de este temazo es impresionante. He elegido una versión con las letras de la canción, para que no se pierda nada. Con todos ustedes: ¡Nothing but thieves!

domingo, 3 de noviembre de 2019

Nada es gratis

Desde hace mucho tiempo las grandes empresas nos engañan —o nos dejamos engañar—. Descubren necesidades imperiosas, en las que ni habíamos pensado o teníamos asumidas como lógicas en el proceso vital, ofreciendo la solución. El cliente lo percibe como el final de sus problemas. Sigo pensando en el genio que logró convencernos para usar cremas para la piel de día y de noche. Aunque uno de los mayores talentos de la historia de la humanidad es el inventor del teléfono móvil. ¿Se acuerdan cuando pensaban que jamás tendrían uno? Solo lo tenían los esnobs. Poco a poco, las empresas consiguieron convertirlo en un producto al esencial, indispensable. Recuerdo cuando regalaban teléfonos móviles al cambiar de compañía. Primero, lo hicieron importante. Más tarde, necesario. Y hoy, es imprescindible. ¿Quién no tiene uno? E incluso hay quien tiene dos. Por supuesto hoy los cobran a precio de oro... y de sangre. O pregúntese por las guerras del Coltán. Pero eso es otra historia en la que, afortunadamente, solo mueren negros pobres. De esos por los que nadie se preocupa.
Pero sigamos con lo importante. Esta semana hemos conocido que el Instituto Nacional de Estadística (INE) va a seguir la pista a millones de españoles durante unos días gracias a un acuerdo con las tres grandes compañías telefónicas, Movistar, Vodafone y Orange. Su objetivo es conocer los desplazamientos de la población. De esta forma, nos aseguran, se podrá hacer hincapié en determinados servicios públicos y se reforzarán las infraestructuras que lo demanden. Como ve, todo son ventajas. Por supuesto, nos aseguran que este seguimiento será anónimo. Solo informarán de los movimientos de las personas, pero mantendrán en secreto los datos personales. Llámenme suspicaz,  Si no está de acuerdo con esta medida hay dos soluciones. La pataleta y modificar los permisos de su terminal, algo que pocos harán. Como ven, estamos obsequiando nuestros datos ¿a cambio de qué? De nada. Les aseguro que muchos se enriquecerán con esta y otras medidas similares, mientras usted y yo, felices porque podemos enviar mensajes instantáneos a nuestros amigos y conocidos.

No sé de qué nos sorprendemos. Llevamos años regalando nuestra vida a las grandes empresas tecnológicas. Alguien nos dijo que estas empresas ofrecían servicios maravillosos gratis... Y nos lo creímos. A cambio, solo les dimos acceso a nuestros datos personales, a nuestras direcciones, a nuestra listas de contacto, a nuestros datos bancarios, a nuestras imágenes... Incluso les permitimos escuchar nuestras conversaciones más privadas. Todo a cambio de algo que hace algunos años ni siquiera sabíamos, y seguíamos viviendo felices. Nada es gratis. Hemos regalado nuestra primogenitura por un plato de lentejas. Y ahora nos lamentamos y fingimos asombro. No creo que haya nadie en su sano juicio que piense que hay que eliminar los teléfonos móviles. Todos los consideramos no un instrumento, sino una herramienta. Es innegable. También sé que la gran mayoría de ustedes no tiene nada que ocultar y por eso cede su intimidad sin mayores problemas. El problema es que alguien se está enriqueciendo a nuestra costa. Nos exprimen mientras se llenan los bolsillos. Recuerda al modelo feudal, donde los ricos aplastaban a los pobres. Pasan los años y seguiremos pidiendo permiso al noble para moler el trigo en el molino que tanto nos cuesta recoger. Todo sigue igual. ¿Hasta cuándo?

Piensen.
Sean buenos.

Ya que lo queremos todo y lo queremos ya, la canción regalo de hoy no puede ser otra. I want it all. Un clásico que no pasa de moda. Pasan los años, y sigue de plena actualidad. He elegido la versión con Tony Iommi (Black Sabbath) y Roger Daltrey (The Who). Quizá le guste a Butcher. Aunque lo dudo... Con todos ustedes: ¡Queen!