lunes, 27 de junio de 2011

Prêt-à porter

Vengo observando, de un tiempo a esta parte, cuando realizo mis compras en un centro comercial, la enorme cantidad de gente que acude a hacer sus compras, o sencillamente a pasar el día, en chándal. Es tanta la gente que acude así vestida que llego a pensar si es que hacen algún tipo de descuento en las grandes superficies al hacer las compras. He comprobado que aunque suelen ser los adolescentes los más aficionados a esta moda, los hay de todas las edades: Bebés casi neonatos con su chándal y sus zapatillas de deporte, de marca reconocida a ser posible; señores ya talludos, y personas mayores, estos últimos suelen acompañar su vestimenta con unos zapatos, negros por lo general o con una camisa. Será para ir elegantes. Yo pensaba que el chándal se usaba para hacer ejercicio, y ya si me apuran, para estar el domingo en casa, en el jardín, haciendo chapucillas o cosas por el estilo. Pero no. Nuevamente me confundo. Actualmente el chándal es el fondo de armario. Se ha convertido en lo que la gente de la moda llama un básico. La gente usa el chándal para ir a comprar, para ir a casa de los amigos, para tomar una cerveza en el bar de abajo, para ir a clase en la universidad... ¡hasta para ir a misa! Me quedo atónito ante esta moda de mal gusto.

Otra moda es la de llevar los pantalones bajados, mostrando la ropa interior a sus congéneres. Lo que comúnmente se conoce como ir con los pantalones cagaos puesto que esa es la sensación que ofrece. ¿Esta gente piensa que me es agradable observar sus calzoncillos o esos tangas minúsculos? Pues no amigos, no. No me agrada ni me divierte. Es posible que por eso se llame ropa interior, porque se lleva por el interior sin necesidad de ser mostrado. Tampoco entiendo porqué los jovenes, se empeñan en utilizar las gorras con la visera hacia atrás, y los más atrevidos, hacia un lado ¿No se dan cuenta que la visera es para proteger la vista del sol fundamentalmente? Muchas veces pienso que las gorras deberían venir con un manual de instrucciones para que esta gente aprenda a manejarlas. Si no, no me explico semejantes aberraciones. Ahora, con la llegada del verano, es muy común observar a mucha gente ir por la calle con las sandalias de goma, de esas que se mete el dedo pulgar del pie, para ir a cualquier parte. La imagen que proyectan es lamentable, aparte del olor. Es lógico pensar que un calzado de goma es para ir a la piscina o a la playa, no para ir en el autobús urbano apestando al resto de ciudadanos.

Creo que estas, y otras, demostraciones de mal gusto son producto de la televisión, que ensalza a la chusma y sus horrendas formas de vestir. Estilo que busca sencillamente llamar la atención. Y claro, el populacho lo imita con la idea de que es lo más in que dirían los posmodernos, cuando en realidad lo que están haciendo es el ridículo más espantoso. Imagino que es una utopía pedir desde este humilde blog que antes de elegir la ropa, pensemos, cosa que no vendría nada mal a esta sociedad actual.

Piensen.
Sean buenos.

lunes, 20 de junio de 2011

Los indignados

El pasado 15 de mayo, una semana antes de las elecciones municipales y autonómicas, un grupo de ciudadanos, cansados de la situación política y social, decidieron realizar una protesta pacífica en la Puerta del Sol de Madrid. Aseguraban que los políticos ya no les representaban ni se preocupaban de los problemas reales de los ciudadanos (ciudadanía dirán los posmodernos). Esta protesta se fue extendiendo gracias al empleo de las redes sociales (Facebook y Twitter fundamentalmente), al resto de ciudades españolas hasta lograr bastante repercusión mediática. De hecho, en la pasada campaña electoral, se hablaba más de estas protestas que de la campaña en sí. A este colectivo se le conoció como Los Indignados, imagino que en clara referencia al libro de Stéphane Hessel, uno de los padres de la Declaración de los Derechos Humanos , titulado "¡Indignaos!".

He de reconocer que en los primeros momentos, la sociedad en general estaba bastante a favor de los argumentos originales, es decir, hartazgo de la clase política y búsqueda de soluciones urgentes. La clase política vive en una burbuja de cristal que parece ser impenetrable, y no conocen los problemas de la gente de la calle. Baste citar el ejemplo de la mujer de un político balear que fue al mercado a comprar una lechuga e intentó pagar con un billete de 500€.  No se extrañen, el propio Presidente del Gobierno no sabe lo que cuesta un café como demostró en un debate televisado. Es tal la ausencia de la realidad que no conocen ni el precio de alimentos básicos y cotidianos. Tras las elecciones, el movimiento ha ido perdiendo fuerza poco a poco. Ora por el propio cansancio de los miembros de un grupo carente de un líder natural, ora por desalojos violentos como los ocurridos en la Plaza de Cataluña de Barcelona.

Actualmente los Indignados han decidido abandonar el campamento y organizar asambleas en los barrios, que es una forma de morir pero sin recoger el acta de defunción. Miremos el lado positivo, ya no ensuciarán ni impedirán el paso por la vía pública, permitirán a los comerciantes ejercer su trabajo y así esperemos que dejen de protagonizar hazañas tan gloriosas como zarandear e intentar robar el perro guía a un diputado ciego de CiU del Parlamento de Cataluña. Evidentemente los cabecillas de estos indignados se desmarcan de estas acciones, pero es lógico pensar que si propugnas la acracia como forma de gobierno, es posible que entre tu público haya quien opine que un diputado, aunque sea ciego y necesite el perro guía, es un político y por tanto, merece ser castigado. En resumen, un comienzo esperanzador, una continuación lánguida y un final catastrófico. Esperemos que silencioso y rápido. Por cierto, el resto de españoles, también estamos indignados, pero pensamos que estas manifestaciones han sido un fracaso porque no han respetado derechos fundamentales ni han acatado la legislación vigente y mucho menos el resultado de las elecciones. ¿Usted también está indignado?

Piensen.
Sean buenos.

lunes, 13 de junio de 2011

¿Por qué me cobran las bolsas de plástico?

Hace muchos años, los supermercados Dia comenzaron a cobrar las bolsas que entregaban en sus tiendas. Recuerdo que estas prácticas llamaron bastante la atención, puesto que no estábamos acostumbrados a aquello. En todas las tiendas nos regalaban las bolsas, y era lo habitual. Tras los supermercados Dia, el resto de supermercados fueron sumándose a la nueva moda cobrando por las bolsas. Los consumidores hemos ido claudicando y pagándolas sin rechistar. Estas tiendas justifican el cobro de las bolsas argumentando razones medioambientales, pero mucho me temo que tras esta excusa, la verdadera razón es aumentar sus ingresos o reducir costes a nuestra costa, que en definitiva es lo mismo.
Hasta hace bien poco, quedaba alguna gran superficie que no cobraba por las bolsas, pero el otro día, comprando en un supermercado de esa empresa, oí por megafonía que a partir de una fecha determinada, nos ofrecen bolsas para transportar la compra por las módicas cantidades de 0,10€, de 0,25€ y de 0,60€. ¿Cómo se puede ser tan hipócrita? ¿Estas bolsas que nos cobran no contaminan? ¿La gente dejará -dejaremos- de adquirir bolsas por ahorrarnos unos céntimos? Me consta que mucha gente reutiliza estas bolsas como bolsas de basura. ¿La fabricación y venta de estas bolsas de basura no reportará pingües beneficios y contaminarán lo mismo que las anteriores bolsas?

Mucho me temo que nuevamente hemos sido víctimas de una campaña ecologista que reportará beneficios a unos pocos, mientras que nosotros, los consumidores, seguiremos pagando la factura. ¿Hasta cuándo vamos a seguir aguantando? ¿Cada vez que a alguien se le ocurra un nuevo impuesto, una nueva tasa, un nuevo pago, vamos a aceptarlo sin rechistar? Por mi parte quiero manifestar mi total desacuerdo con esta y otras medidas en las que en nombre de la ecología alguien se enriquece.

Piensen.
Sean buenos.

lunes, 6 de junio de 2011

Al César lo que es del César

Con la campaña de la Declaración de la Renta en pleno apogeo, oigo muchas voces protestando enérgicamente porque España destina dinero a la Iglesia Católica. Ignoro la causa, pero a pesar de que la Constitución define en su artículo 16.3 que España es un país aconfesional, la mayoría sigue pensando que es un país laico, o que tanto el laicismo como la aconfesionalidad es lo mismo. En realidad, aconfesional significa que el Estado no asume ninguna religión como propia, pero no es hostil hacia ninguna, mientras que el laicismo pretende excluir las religiones. Esa es la diferencia. Ante estas protestas, un poco de Historia nunca viene mal.

En 1798, comenzó en España un proceso político, económico y social denominado Desamortización, consistente en poner en el mercado, previa expropiación forzosa, tierras y bienes que la Iglesia y las órdenes religiosas habían acumulado a través de herencias y de donaciones principalmente con el fin de enajenarlo a favor de ciudadanos individuales. La idea principal de este proceso era que el Estado, con este dinero pudiera hacer frente a la enorme deuda pública que arrastraba, acrecentara la riqueza nacional, y creara una burguesía y una clase media de trabajadores. Este proceso duró hasta bien entrado el siglo XX, concretamente hasta 1924. Una de las desamortizaciones más famosas fue la desamortización de Mendizábal en el año 1836, en la que a cambio de estos bienes eclesiásticos, el Estado se comprometió a mantener el culto y al clero, al que debían pagar una pensión de por vida. Así, actualmente la Iglesia se financia con una aportación del Estado y de las Comunidades Autónomas que equivalen aproximadamente al 25% de sus gastos. También se financia con la aportación de los fieles a través de la asignación voluntaria en la Declaración de la Renta, y por supuesto también lo hace a través de las aportaciones de los fieles. Las aportaciones por ley van destinadas a la conservación del patrimonio histórico-artístico, a la enseñanza concertada y a obras sociales promovidas por la Iglesia.

Está claro que España se comprometió con la Iglesia a hacer frente a estos pagos de manera vitalicia a cambio de esos bienes. Imagino que mucha gente estará en desacuerdo con este pacto interestatal y de ahí su enfado. Lo que no sé es si en caso de ruptura unilateral del contrato, España estaría obligada a devolver todos los bienes nuevamente a la Iglesia. Y hablamos de obras de arte de valor incalculable, iglesias, conventos, tierras... Es posible que no sea un negocio tan rentable. ¿Usted qué cree?

Piensen.
Sean buenos.