SGAE

Mi cuñado trabaja en una peluquería. Ya saben, una pequeña empresa familiar. Como comprenderán, siempre que tengo que cortarme el pelo, acudo a sus experimentadas manos. Como es lógico en estos establecimientos, muchas veces te toca esperar y para amenizar la espera, nos distraemos con la radio que tienen puesta. Evidentemente, el objetivo de la peluquería no es amenizar la espera, sino cortar el pelo a los clientes y, a cuantos más, mejor. La gente no acude a estos establecimientos por la música, sino por el servicio que prestan. Parece fácil de comprender ¿verdad? Pues no. Desde la SGAE se dedican a enviar inspectores para confirmar que estos establecimientos no distribuyen música de forma clandestina, y al establecimiento que sorprenden con la radio encendida, lo denuncian. Dirán ustedes, pero ¿como es posible? Debe tratarse de un error. Pues no. No es ningún error. Hay una sociedad de autores que cobra cánones a las empresas por tener la radio encendida.

Y ¿quiere sorprenderse aún más? Usted lo está pagando, y muchas veces sin que se dé cuenta. ¡Imposible! pensará usted. Craso error. Cada vez que usted adquiere un producto con capacidad de almacenamiento, léase un CD, un DVD, un teléfono móvil... o incluso una impresora, está pagando este canon. Increíble ¿verdad? Para la SGAE, y para este Gobierno, si usted tiene la intención de comprar un CD, pongamos por ejemplo, para guardar las fotos de su último veraneo, o un DVD para grabar lo gracioso que es su hijo pequeño, o la Comunión de su sobrino, pues tiene que abonar un canon que va a parar a esta sociedad de autores por los derechos de autor que no perciben si usted tuviera la aviesa intención de grabar música o cine. Entonces, ¿nos están cobrando un dinero por si cometemos delito? ¿No somos todos inocentes hasta que se demuestre lo contrario? ¿Si pago este canon, ya puedo grabar toda la música que quiera que me baje de internet ya que estoy pagando por adelantado? ¿Si pago el canon, tengo derecho a bajarme la música y películas que quiera de internet? Tampoco. El Gobierno quiere aprobar una Ley que prohíba las descargas. Esperemos que no lo consiga.

También recuerdo que cuando era joven, si un amigo se compraba un disco, nos lo dejaba a todos los amigos, y nos lo grabábamos en una cinta. Procurábamos que las cintas fueran de 90 minutos, para poder grabar un disco en cada cara de la cinta, ya que los discos duraban 45 minutos y así podíamos tener dos discos en una única cinta. Puro ahorro y eficacia. Aquello no estaba perseguido, entonces ¿qué diferencia hay con las descargas actuales? ¡Ah claro! Que ahora la calidad es mayor, pero ¿no fueron las propias discográficas las que comenzaron a vender con calidad digital, y por tanto con calidad perfecta a pesar del número de copias? Hoy me pregunto, ¿no es mejor que se dé difusión a los músicos para que acudamos a los conciertos? ¿Los músicos se piensan que la gente iba a conocer a tantísimos grupos musicales como hay si no fuera por internet? En fin, ustedes, ¿qué opinan?

Piensen.
Sean buenos.