domingo, 25 de septiembre de 2016

¿Energías renovables? No, gracias

Alemania produce un tercio de su energía de fuentes renovables. En mayo de este año las energías verdes llegaron incluso a superar el 87% de la producción total de electricidad del país, generando 55 de los 63 gigavatios. Una de las consecuencias fue que los precios de la energía se desplomaron y los consumidores industriales cobraron por usar electricidad. Asombroso, ¿verdad? Dinamarca llegó a generar el 140% de su energía mediante turbinas eólicas, exportando energía a Alemania, Noruega y Suecia. No son los únicos países capaces de generar el 100% de su energía de fuentes no contaminantes. Costa Rica, Austria, Noruega e Islandia también están en ese selecto club.


Pensará —¡ay, mísero de usted, y ay infelice!— que la situación de España debe ser de absoluto privilegio. Las condiciones climáticas son más que favorables. Contamos con miles de horas de sol al año, fuertes vientos, costa... De esta forma podríamos explotar el inmenso potencial solar, eólico e hidráulico y no depender en exceso de los combustibles fósiles con la consiguiente contaminación medioambiental que ello conlleva. Pero olvidó un pequeño inconveniente. Hablamos de España. Y no solo seguimos esclavos de la energía convencional sino que además tenemos una de las facturas más caras de Europa. Es incomprensible. Quizá, todo sería más sencillo si no existiera un impuesto al sol, que grava incluso  los consumidores que quieren autoabastacerse con placas solares. De locos.

Es posible que la solución a este rompecabezas sea observar con detenimiento los consejos de administración de las empresas energéticas de España. ¿Sospecha quiénes están? Efectivamente. Ex políticos. Ahora sí entendemos qué es lo que pasa. Sencillo. Estos mangantes, solo se preocupan por engrosar su cartera, despreciando a la plebe. Ellos están por encima del bien y del mal. A esta gentuza no les interesa dejar un mundo mejor para las próximas generaciones. Solo les ocupa y les preocupa su dinero. Ya se han enriquecido bastante exprimiéndonos como a limones. ¡Basta ya! Pongamos fin a las puertas giratorias que permiten a estos sinvergüenzas —de todos los partidos— campar a sus anchas.

Piensen.
Sean buenos.

Ya que fue doña @RaquelMtnez_tv quien me inspiró el artículo de esta semana. He querido que sea ella quien proponga la canción regalo. Y no es otra que el clásico Sinnerman, pero no la versión más conocida por todos, sino este remezcla. Con todos ustedes: ¡Nina Simone, Felix da Housecat!
https://www.youtube.com/watch?v=0hcEiEyylEA


domingo, 18 de septiembre de 2016

Racismo en la administración

Hace unos días llegó al centro de personas sin hogar donde trabajo una mujer de origen ecuatoguineano. Se encontraba sin empleo, no pudo hacer frente al alquiler de su casa y finalmente se quedó en la calle. Por fortuna llegó al albergue antes de caer en alguna mafia de tráfico de mujeres. Lolita, que así se llama nuestra protagonista, lleva muchos años en España. Cuenta con permiso de residencia y trabajo permanente. Una de las cosas que más hemos trabajado con ella es la búsqueda de empleo. Por fin, un día, le llamaron de un restaurante para hacerle una prueba. No se imaginan su cara de satisfacción. Su ilusión por demostrar que podía conseguir el trabajo era indescriptible. Se esforzó como nunca y esa misma tarde, le pidieron el Número de Identificación de Extranjero (NIE) y su tarjeta sanitaria para formalizar el contrato. Y aquí comenzaron los problemas... Tenía el NIE caducado y había perdido la tarjeta sanitaria.

Le enviamos al centro de salud más próximo para solicitar la tarjeta sanitaria. Llevaba su certificado de empadronamiento y el NIE. Pero, el funcionario de turno le negó la tarjeta, aduciendo que su tarjeta identificativa estaba caducada, por lo que se encontraba de manera irregular en España. Por tanto, no podía tramitar la solicitud. No tenía derecho le espetó el funcionario. Llegó al Centro, abatida, casi llorando. Pensaba que ya no podía trabajar ya que el empresario no podría hacerle el contrato. Tras calmarla, le dije que según la normativa vigente, el centro de salud está obligado a facilitar la tarjeta sanitaria a los extranjeros en su misma situación. Esta vez, decidí acompañarla al centro de salud, junto a una copia de la ley, y una solicitud nueva. Habló con el mismo funcionario y ¡tachán! volvió con la nueva tarjeta. ¿Magia? ¿Casualidad? No lo creo.



Se me ocurren muchos calificativos para definir la actitud de este tipejo. Y a cada cual peor. Podemos pensar que el funcionario cometió un error, un despiste; o desconoce la ley, o es un vago, o un racista; o sencillamente, se negó a tramitar, aún contraviniendo las leyes, una tarjeta sanitaria a una persona por ser negra —de color dirán los posmodernos trasnochados—. Me consta, a través de compañeros de otras entidades, que no es la primera vez que ocurre. Este señor es un malnacido. Sin más. He pensado mucho en poner una reclamación a la Dirección General correspondiente, pero ¿para qué? ¿Alguien cree que servirá de algo? Ni le van a llamar la atención. Seguirán ofreciéndole cursos de Prevención de Riesgos Psicosociales en el Entorno Laboral...  pero no le enseñarán a hacer su trabajo. Si hubiera sido una empresa privada, este señor estaría engrosando las listas del paro. Pero es intocable. Y no es un ataque a los empleados públicos, que nadie se confunda. Sino una mera reflexión. ¿En manos de quién estamos? ¿La concesión de un derecho depende, como en la Edad Media, de que le caigamos simpático al funcionario de turno? Lo vergonzoso, y preocupante, es que tenga que ser Cáritas —¿quién si no?— quien defienda los derechos de los más débiles, de los desfavorecidos. En esta ocasión ha sido por el color de su piel, pero ¿y mañana?

Piensen.
Sean buenos.

La canción regalo de hoy es Pride (in the name of love). Canción dedicada a Martin Luther King, quien luchó contra las desigualdades raciales a través de un mensaje de amor. Como no podía ser de otra forma, tuvieron que asesinarlo. Le arrebataron la vida, pero no pudieron quitarle la dignidad. Suban el volumen y déjense llevar. Es una de las mejores canciones de la banda. Disfruten. Con todos ustedes: ¡U2!
https://www.youtube.com/watch?v=5Aa2m1t9y-M




domingo, 11 de septiembre de 2016

¡Vete a fregar!

Durante un partido de la segunda división regional catalana, que enfrentaba al U.E. Valls contra el Cambrils Unió, un espectador gritó a la árbitra que se fuera a fregar tras pitar una falta. Dado que desde febrero existe un protocolo en la Federación Catalana de Fútbol llamado Cero insultos en la grada, que permite parar un partido si hay insultos o actitudes machistas o xenófobas, Marta Galego —que así se llama la colegiada— determinó detener el encuentro y denunciarlo al delegado de campo. Tres minutos después el sujeto fue expulsado del campo, entre los aplausos del resto del público.



Hay quienes se regocijan de la decisión de la señora Galego aduciendo una supuesta defensa de la igualdad de género. Estoy plenamente convencido de que si este hecho hubiera sido a un hombre, la noticia hubiera pasado desapercibida en los medios. En los campos de fútbol se menosprecia permanentemente al rival... y al árbitro. Pero no con fines machistas o xenófobos. Se hace simplemente para desconcertarlo y que eso favorezca a tu equipo. Es la presión que ejerce el público. Podemos valorar si es correcta o no, pero es innegable. ¿Por qué no se suspende un partido cada vez que el público refiere a gritos que el árbitro o el delantero del equipo rival es un macho cabrío? ¿O es hijo de una meretriz? Les aseguro que si ocurriera, no se disputaba un partido ¡ni de prebenjamines! Quienes defienden que son insultos machistas o xenófobos ¿cómo pueden justificar a quienes imitan sonidos simiescos cuando hay un jugador negro, o hacer alusiones a su supuesta homosexualidad, o insinuar que padece síndrome de Down a un jugador del equipo rival; pero lo aplauden hasta romperse las manos si está en el equipo de sus amores? ¿Nadie recuerda insultos a Messi, Ronaldo, Figo, Guti, Piqué, Simeone...? Si esos jugadores estuvieran en el equipo del que grita, los insultos se tornarían en loas. Es sencillamente mala educación. Y no olvide que los estadios de fútbol no son el teatro de la ópera. Aquí la gente expresa sus sentimientos y grita.

No se confunda. No admito el insulto en el campo y aplaudo la reacción de la árbitra. Me parece que ha tenido más coraje que muchos compañeros suyos de sexo masculino. Quienes me conocen saben que soy muy futbolero. Que juego al fútbol semanalmente, que fui árbitro en mi todavía cercana juventud... Y lo más importante, que acompaño a mi hijo cada quincena al Santiago Bernabéu, a pesar de ser un fiel seguidor del Racing de Santander (lo que tenemos que hacer los padres por nuestros hijos). Durante estos partidos aprovecho para enseñar a mi hijo unas cosas muy antiguas que me inculcaron mis padres y que ya no se utilizan: Respeto, valores, educación, responsabilidad... Mi hijo sabe que no puede insultar a ningún jugador, ni al árbitro, ni a nadie. No porque sea mujer, hombre, rival, árbitro o lo que sea... Sino porque conoce el significado de la palabra RESPETO.

Piensen.
Sean buenos.

La canción regalo de hoy viene nuevamente de mi musa musical. Doña @beatrizbagatela. The boy who wouldn't hoe corn. No somos muy aficionados al country, pero ya no vale no saber hacer las cosas, hay que ganarse el cambio de mente... o te quedas sólo (como las calabazas q le da la chica en la canción por no saber cultivar su maiz). Te quedarás sólo si no aprendes, si no te lo curras y no cambias....porque YA NO HAY EXCUSAS, ni dilemas, ni enfoques diferentes; o cambias o ahí te quedas. Con todos ustedes: ¡The Broken!
https://www.youtube.com/watch?v=XireE7v5Ep0


domingo, 4 de septiembre de 2016

Había una vez... un circo

Lo siento. Tenía pensado no escribir ni una palabra sobre los payasos de la tele. Consideraba que ya estaba todo dicho y que no podía aportar mucho más. Pero han sido varios amigos, familiares y conocidos quienes me han pedido mi opinión sobre este circo. Así que habrá que darle al pueblo lo que quiere. Aunque, desgraciadamente no. No hablaré de los grandes Payasos de la Tele. Aquellos que tantas y tan divertidas tardes acompañaron a más de una generación años ha. Me refiero a los otros payasos. A esos cuatro que llevan más de un año sin hacer reír a ningún español de bien. A esos cuatro que son incapaces de formar un gobierno en España.



La historia es bien sencilla. A finales de diciembre de 2015 hubo unas Elecciones Generales con el siguiente resultado: Partido Popular, 123 escaños; Partido Socialista Obrero Español, 90; Podemos, 42; Ciudadanos, 40... Estos cuatro payasos fueron incapaces de formar gobierno. Así que hubo que repetir las elecciones, con el despilfarro que eso supone. De esta forma, en junio de 2016 se celebraron los nuevos comicios, obteniendo 137, 85, 45 y 32 escaños respectivamente. Aseguran que un Parlamento así formado es ingobernable. Desprecian pues, incluso por dos veces, la decisión del pueblo. Ahora proponen que se celebren unas terceras elecciones en ¡¡Navidad!! Debe ser por eso que dicen que somos un país de pandereta. Aunque ahora nuestros payasos quieran cambiar la fecha, es tarde. El ridículo es, y será, mayúsculo. Si tras las primeras elecciones hubiéramos encerrado a estos payasos en el circo, a pan y agua y sin cobrar hasta que formen gobierno, les aseguro que antes de la hora de comer —y si me apuran antes del aperitivo— ya tendríamos un gobierno constituido...

Es evidente, que ninguno de estos payasos vendepatrias tiene el más mínimo interés en solucionar los problemas que acucian a los ciudadanos. Ha quedado demostrado que su único interés es la poltrona. Nuestro trabajo era votar y lo hicimos. El suyo es formar gobierno y legislar. Y no saben. O lo que es más peligroso, no quieren. Que no nos tomen más el pelo. Lo interesante de un parlamento es el diálogo entre varios grupos, no aplicar el rodillo para elaborar leyes que solo benefician a sus esbirros. O a enchufarlos en el Banco Mundial, que es lo mismo. Aunque reconozco que el mayor problema es nuestro. De los ciudadanos. Que seguimos pagando nuestros impuestos y consintiéndoles todos sus caprichitos de nuevos ricos. Y lo que es peor, justificando a los nuestros, como si la culpa de este circo fuera solo de los otros tres payasos. Lamento informarles que todos son culpables. Todos.

Piensen.
Sean buenos.

La canción regalo de hoy viene de la mano de Arjunayi. The final countdown. El final de la cuenta atrás ha comenzado para que estos payasos dejen sus tristes chistes y comiencen a trabajar por el país. Con todos ustedes: ¡Europe!