lunes, 26 de noviembre de 2012

Tasas judiciales

La última ocurrencia de este Gobierno ha sido la aprobación de una ley que obliga a los ciudadanos a pagar una tasa por acceder a los Tribunales de Justicia. Esta nueva tasa oscilará entre 100 y 1200 € y será de obligado cumplimiento para aquellas familias que superen los 1100 € mensuales. Para que se hagan una idea, si usted agota la vía administrativa por una sanción de tráfico de 100 €, deberá abonar una tasa de ¡200 €! que no recuperará en ningún caso, ni aunque le den la razón... Una locura. El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón asegura que gracias a estas tasas se garantizará aún más la gratuidad de la justicia.

No han sido pocas las voces en desacuerdo con esta nueva ley. Evidentemente la primera ha sido la de los ciudadanos, hartos de ver como son siempre objeto de más y más tasas, impuestos y recortes de derechos. Jueces y fiscales de toda España también han mostrado su rechazo a la nueva ley. Bien es cierto que desde el Consejo General del Poder Judicial se han mostrado favorables a la nueva medida aduciendo que quien quiera una segunda opinión debe pagarlo de su bolsillo.

¿No dice la Constitución en su artículo 24.1 —por tanto es un derecho fundamental— que todas las personas tienen derecho a la tutela efectiva de Jueces y Tribunales? Mucha gente no podrá acceder a la Justicia, sencillamente porque no tiene dinero para pagarla. Nuevo varapalo a la clase media. No sé si me ocurre a mí solo, espero que no, pero mi sensación particular es que me siento como un limón al que el gobierno, ávido de dinero porque no ha sabido gestionar los recursos con los que contaba está exprimiéndome. Y ya estoy cansado. ¿Usted no?

Piensen.
Sean buenos.


lunes, 19 de noviembre de 2012

Comisiones bancarias

Imagino que todos ustedes han visto la película de José María Forqué "Atraco a las tres". Si no lo han hecho, háganlo prestos. En la película el gran José Luis López Vázquez en el papel de Fernando Galindo, un cajero enfadado con las condiciones de trabajo organiza un robo en su propia sucursal bancaria fingiendo un atraco. Aseguran  quienes entienden de esto —puesto que yo no entiendo de cine— que es una metáfora del enfado de la sociedad española contra el franquismo y que el director supo plasmarlo de forma magistral burlando la censura. Les dejo aquí una escena de la película. Para mí sublime de don José Luis: Un amigo, un admirador, un esclavo, un siervo.



Algo así deberíamos hacer los usuarios de los bancos cuando ingresamos dinero en nuestra propia cuenta y observamos atónitos que nos han cobrado una comisión por realizar esta operación. Es cierto que es una cantidad pequeña, y apenas perceptible, por lo que muchos no nos damos cuenta. Otras veces pensamos, ilusos, que se trata de un error, pero no, no lo es. Es una triquiñuela legal más que emplean los bancos para ampliar sus beneficios. Si sumamos todas las comisiones que han ingresado los bancos por este concepto desde enero a septiembre, obtenemos la nada despreciable cifra de más de 14 000 millones de euros. Por supuesto que el Banco de España es plenamente consciente de este hecho. Al igual que era consciente de la creación de la burbuja inmobiliaria y de la situación financiera de Bankia, por la que ahora nos solicitan A TODOS NOSOTROS más de 23 000 millones de euros... y de tantas situaciones vergonzosas.

¿Cuándo vamos a detener estos abusos? Cómo es posible que sigamos enriqueciendo a banqueros asistiendo impávidos a semejante expolio. El dinero que ganamos con nuestro trabajo se lo están llevando unos señores sin realizar ningún esfuerzo. No olviden que en el caso de hundir su entidad, los responsables de los bancos, se llevarán una indemnización millonaria. Otro dato, por si no lo sabe, España ocupa el noveno lugar entre los países de la Unión Europea de población en riesgo de pobreza con un 27%. ¿Cuándo vamos a dejar de pensar en rescatar bancos y vamos a rescatar a las personas?

Piensen.
Sean buenos.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Los iPad de sus señorías

Cuando una persona es elegida diputado en España se le concede un paquete tecnológico, consistente en un teléfono móvil inteligente, conexión ADSL en su domicilio y una tableta iPad. Son todos elementos que el Congreso considera necesarios para realizar sus labores. Me parece estupendo. En muchas empresas privadas también se prestan servicios semejantes. Lo que no me parece tan bien es que de los 350 diputados que hay en el Congreso, y desde el inicio de la legislatura —un año escaso— sus señorías han "perdido" o les han "sustraído" 30 tabletas. La Mesa del Congreso, con excelente criterio, se ha negado a reponer a partir de ahora, dichas tabletas arguyendo que son bienes públicos y que son los diputados los responsables de sus respectivas tabletas.

Lamentable ejemplo el ofrecido por sus señorías. Pierden o les sustraen elementos carísimos que pagamos todos nosotros, demostrando una total falta de respeto al ciudadano y de cuidado con sus enseres. La solución es bien sencilla, lo mejor sería publicar los nombres de los diputados despitados, con el único fin de abochornarlos. Con este simple gesto, les aseguro que no se "perderían" tantos iPad. También sería bueno hacer mención a los políticos que cuelgan en la red las marcas que consiguen en los juegos en línea con sus teléfonos o sus tabletas. Les aseguro que no son casos aislados.

¿Qué le ocurriría a usted si pierde el móvil de la empresa? Lo mínimo que le puede ocurrir es que le obliguen a reponerlo a la mayor brevedad posible, si no es despedido fulminantemente. No olvidemos que puede haber datos confidenciales en estos aparatos. Además con su sueldo, seguro que pueden permitírselo. Pero lo que más me preocupa de esto, no es el hecho en sí, sino que, conociendo a nuestra clase política, estas pérdidas sean solo una cortina de humo para ocultar otras cosas aún peores. ¿Qué estarán perpetrando sus señorías ahora? Miedo me dan.

Piensen.
Sean buenos.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Tragedia en el Madrid Arena

En realidad, este semana tenía pensado escribir sobre otro asunto, pero mis buenos amigos Óscar y Joan —y de haber estado Maxi, seguro que lo habría secundado— me insistieron en que hablara de la tragedia del Madrid Arena. Así haré. Los amigos mandan. Imagino que todos están al corriente de los hechos, pero por si hubiera algún despistado les resumo que el pasado día 1 de noviembre fallecieron cuatro jóvenes debido a una avalancha en una macrofiesta realizada en el Madrid Arena (me gustaría conocer al hortera que puso el nombre).

Una vez ocurrida la tragedia, se comprueba que se habían vendido más del doble de las entradas permitidas (exceso de aforo lo llamarán los posmodernos trasnochados, ignorando que el aforo es el número de localidades y no puede estirarse ni encogerse como un chicle); había hasta siete vomitorios cerrados de nueve disponibles lo que impidió el desalojo; se introdujo droga en el recinto; había muchos menores... En fin, una catástrofe. ¿Y saben qué han dicho desde el Ayuntamiento de Madrid, titular del pabellón? Sencillo. Que a partir de la fecha se prohibirán todas las macrofiestas en recintos públicos.

¡Qué manía tienen algunos políticos, incapaces de reconocer su incompetencia, de prohibir lo que no son capaces de realizar correctamente! Lo lógico, en cualquier sitio civilizado, sería buscar las causas y depurar responsabilidades, enchironar a los culpables y si se demuestra que alguien no es válido para el cargo que desempeña, que dimita. Es un verbo que existe. Muchos políticos deberían tener dignidad.

Piensen.
Sean buenos.