lunes, 25 de julio de 2011

Cerrado por vacaciones

Esta semana era bastante buena para escribir un artículo. Había varios e interesantes temas de actualidad. El atentado en Noruega, la dimisión de Camps, el lío de las corbatas en el Congreso... pero hoy no voy a hablar de nada de eso. Hoy les voy a contar que hace casi un año, en septiembre de 2010, comencé una aventura que no sabía dónde iba a acabar. Comencé a escribir un blog. Mis conocimientos en el campo eran, y son, prácticamente nulos. Escribía por el mero placer de escribir, pensando que nadie me leería jamás. Pero tras unos artículos y dar unas características fijas al blog, empecé a hacer publicidad entre mis amigos y familiares para que me leyeran.

Así, pasaron los días, los meses, y hoy, ya he superado las 5300 visitas. Para mí es una locura. Jamás imaginé llegar hasta aquí. Por eso, hoy, cuando comienzo mis vacaciones, quiero darles las gracias a todos. Ha sido un año muy intenso. Han ocurrido muchas cosas, y yo lo he pasado realmente bien escribiendo. Espero no haber sido muy pesado en este tiempo y estoy seguro de regresar en septiembre contándoles más cosas.

Les dejo la página de Facebook, Las cosas de DIEGVS Háganse fans y propongan temas que les interesen para ir comentándolo  mi vuelta. Pasenlo bien. Tengan mucha precaución en la carretera y no olviden que el volante es un arma de dos filos como me decía siempre mi abuela. Y les quiero ver a todos a la vuelta. ¡Felices vacaciones! ¡Nos vemos en septiembre!

Hoy no es necesario que piensen.
Pero sigan siendo buenos.

lunes, 18 de julio de 2011

Antonio Meño Ortega

El 3 de julio de 1989, Antonio Meño Ortega, un joven de 21 años, se sometió a una rinoplastia, una operación quirúrgica para restaurar la nariz en la Clínica Nuestra Señora de América de Madrid. En principio es una operación sencilla, aunque con las dificultades lógicas de cualquier intervención quirúrgica. Como resultado de esta operación, Antonio quedó en estado de coma vegetativo. La familia luchó contra lo que ellos consideraban una negligencia médica, llegando a todas las instancias jurídicas. Tras 21 años, han llegado a un acuerdo con las aseguradoras por el que se indemniza a la familia con un millón de euros. La madre de este hombre, Juana, de 66 años, aseguraba  llorando tras firmar el acuerdo con las aseguradoras que se "sentía mal" por haber traicionado a su hijo. No era dinero lo que querían sino ver en el banquillo de los acusados al anestesista, el doctor González, culpable según ella, del estado en que ha quedado su hijo. La familia asegura que se rinden porque ya no pueden más.

Podríamos hablar de muchas cosas hoy. Como preguntarnos si es normal que para que una familia cobre una indemnización por un error médico con graves consecuencias tengan que pasar 21 años, que hayan tenido que agotar tanto la vía penal como civil, que casi tuvieran que pagar 400 000 euros por las costas de los juicios, que para pagar estas costas estuvieran a punto de perder su vivienda, ya que querían embargársela, que hayan tenido que acampar frente al Ministerio de Justicia durante 522  interminables días. Y por último, ¿dejar a un joven en estado vegatitivo cuesta un millón de euros?

Algo falla. Algo no puede funcionar bien cuando hay que sufrir un auténtico calvario para llegar a una indemnización por un error. Yo no entiendo nada. No puedo entender que haya que esperar tanto tiempo para alcanzar un acuerdo; que los juzgados se contradigan. En resumen, que una familia sufra por un accidente más de veinte años. Hay que poner soluciones, y estas soluciones deben ser urgentes. Señores, esto es insoportable. ¿Usted se imagina que esta situación le ocurre a usted? ¿Cree que hay justicia?

Piensen.
Sean buenos.

lunes, 11 de julio de 2011

Operación Saga

La semana pasada se destapó un escándalo muy importante en la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) debido a un presunto desvío de fondos, apropiación indebida y administración fraudulenta. Además, su presidente, Teddy Bautista está imputado por un delito societario.  Es lo que se ha conocido como la Operación Saga. Ya les hablé hace tiempo de lo que opino de la SGAE en un artículo que escribí en enero de este mismo año (vean el enlace si lo desean). Todos los comentarios de mis lectores iban en la misma dirección. Dicha sociedad es de las que menos simpatían tienen de la gente. Es odiada por donde quiera que va, imagino que debido a su afán recaudatorio. Si encima la denuncia tiene que ver con asuntos monetarios, la crispación aumentará sin duda.

Recuerdo que en mi juventud oía el programa radiofónico de José María García "Supergarcía" del que guardo un muy grato recuerdo, y desde aquí le pido que vuelva pronto. El gran periodista repetía muchas veces una frase: "No me gusta hacer leña del árbol caído". Pues yo hoy tampoco quiero hacer leña del árbol caído y voy a acogerme a algo que últimamente se nos olvida muy a menudo, y es la Presunción de Inocencia. Ya saben que soy un acérrimo enémigo de la SGAE pero no por ello voy a dejar de creer en algo tan básico y tan necesario como es presumir que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario. O ¿hace falta recordar los últimos casos en los que ciudadanos han sido juzgados por el pueblo con veredicto de culpable y resultó ser un error? Recuerdo el caso de Marta Domínguez, la atleta española considerada la mejor atleta europea de 2009, acusada de tráfico de estupefacientes. Al final resultó que era inocente, pero el daño ya estaba hecho. Recuerdo también el caso, muy llamativo de Diego Pastrana, un hombre canario que fue acusado de violar y matar a su hijastra de tres años. Fue tratado como un animal, sin derechos. Estoy convencido de que si a este señor lo dejan libre esos días, la masa lo habría triturado física y mentalmente. A los tres días, se demostró que era inocente y que habían falsificado las autopsias... No son los únicos casos, son sencillamente dos ejemplos que me han venido a vuela pluma.

Lo mismo ha ocurrido con el caso Dominique Strauss-Kahn, el ex-director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Tras una denuncia por acoso sexual tuvo que dimitir. Al principio parecía clara su culpabilidad, y hoy todo apunta a una conspiración política. Conclusión. A pesar de ser una sociedad de gestión odiada por todos, y a pesar de que todos los indicios parecen indicar la culpabilidad de la cúpula de la SGAE, no debemos precipitarnos y dejar que sea la Justicia la que dictamine la culpabilidad o no de estos detenidos. Otra cosa sería aventurarnos a cometer un error que pueden resultar fatal.

Piensen.
Sean buenos.

lunes, 4 de julio de 2011

Do you speak english?

Imagine que un día va usted paseando por la calle y se le acerca un grupo de personas, con pinta de extranjeros, ya sabe, altos, rubios, bastante colorados por el sol, con pantalones cortos, gorra o sombrero a elegir, calcetines blancos y sandalias y le hacen la pregunta que encabeza el artículo, ¿cuál sería su respuesta? Imagino que entre mis lectores habrá desde personas bilingües hasta con conocimientos nulos de la lengua inglesa (mejor que idioma inglés). Y eso es preocupante. Me parece fundamental en la sociedad actual saber inglés. En la sociedad de las nuevas tecnologías, del mercado común, de la aldea global, no saber inglés es una catástrofe. Si usted ha viajado al extranjero se habrá percatado de que hasta las personas sin estudios hablan inglés.

Mi hijo, que va a cumplir 8 años a finales de este mes, lleva desde los 3 años estudiando inglés en el cole, pero es incapaz de hacer una frase sencilla, del tipo: Hello, my name is... How are you? En el cole se dedican a colorear láminas, y aprenden frases inconexas. Evidentemente así es bastante complicado aprender una lengua foránea. Entiendo que no deben aprender gramática inglesa todavía, puesto que todavía no saben ni gramática española, pero sí tener un vocabulario mínimo con el que defenderse, no obstante lleva cinco años aprendiendo inglés. Pienso que al igual que el nivel de matemáticas ha evolucionado y ya sabe sumar, restar, multiplicar y está aprendiendo a dividir, su nivel de inglés está estancado. No culpo al colegio, pero sí a un sistema educativo que no es capaz de conseguir que los niños (y niñas que dirían los posmodernos) hablen inglés. Para dificultar el aprendizaje no es posible matricular a nuestros hijos en las escuelas oficiales de idiomas hasta alcanzar una determinada edad. Yo mismo, comencé a estudiar inglés muy tarde, a los 11 años, cuando cursaba 6º de la ya extinta E.G.B., y terminé cuando llegué a 1º de la Universidad, con 18 años. Con siete años de estudio de inglés, pensará usted que domino la lengua vernácula de Shakespeare como si hubiera nacido en el centro de Londres ¿verdad? Pues no. El poco inglés que aprendí lo he tenido que ampliar por mi cuenta.

Es posible que una de las razones, que no la única, del bajo nivel de inglés sea la costumbre tan española de traducir las películas. Acomodar el oido a una lengua extranjera es vital para aprender esa lengua. Afortundamente, con las nuevas tecnologías, y con la aparición de la Televisión Digital Terrestre (TDT), se puede elegir ver las películas o dibujos animados en versión original, para ir educando el oido de nuestros hijos y que hablen inglés. Está en nuestras manos pues cuidar el aprendizaje del inglés de nuestros hijos. Mucho ánimo a todos y confío en que esta generación hable mejor el inglés que la nuestra.

Piensen.
Sean buenos.