lunes, 20 de diciembre de 2010

Ahorro energético o el chocolate del loro

Supongo que todos conocen la historia o el chiste de la familia rica venida a menos que para ahorrar y mantener su status deciden eliminar el chocolate del loro, es decir, suprimen los gastos más pequeños y superfluos olvidando los gastos más importantes. Me recuerda bastante a un anuncio del Ministerio de Industria que aparece en los medios de comunicación en los que se ve a miembros de la selección española de fútbol, aprovechando su tirón comercial tras ganar el Mundial de Fútbol, recomendándonos que cambiemos algunas actitudes para fomentar el ahorro.

Ignoro si se habla de ahorro económico, en cuyo caso, calculo que dicho ahorro es mínimo solo comparado con el gasto de la campaña publicitaria, sin contar los enormes despilfarros que tienen ya de por sí nuestras administraciones. ¿Por qué es necesario que haya tantas luces encendidas en las calles? ¿No bastaría con encender la mitad solamente? ¿De qué tenemos miedo? ¿Por qué están encendidas las luces en las autovías o autopistas? ¿No les parece un gasto superfluo? Personalmente creo que es un error mayúsculo mantener grandes núcleos de luz como es la iluminación (¿nocturna? porque muchas veces incluso se puede ver que están iluminadas en pleno día) en las calles o autovías y pedir a los ciudadanos de a pie, a los de siempre, que gastemos poco y adquiramos bombillas de bajo consumo, o lo que es lo mismo, nos piden que eliminemos el chocolate del loro.  ¿A nadie se le ha ocurrido instalar un sistema detector de movimientos que encienda las luces cuando sea necesario?

Si el planteamiento del Estado es concienciarnos ecológicamente, ¿Por qué se mantienen encendidas las luces que iluminan edificios singulares a las 3 de la mañana mientras nos piden que reciclemos las botellas de cristal? ¿Por qué se insiste en que usemos el transporte público para nuestros desplazamientos y el Presidente del Gobierno utiliza un avión de las Fuerzas Aereas para realizar un mitin. ¿No es todo absolutamente incompresible?

Está claro que todo es puro fariseísmo. Queda muy bonito, pero no sirve para nada. Seguramente sea lo que llaman un lenguaje políticamente correcto, que yo no sé lo que es, pero debe ser algo así como no vamos a molestar a nadie y vamos a quedar muy bien con todos ¿no?

Piensen.
Sean buenos.

lunes, 13 de diciembre de 2010

¿Crisis? ¿Qué crisis?

En 1975, un año después de nacer yo, salió a la venta un disco de la banda británica Supertramp llamado Crisis? What crisis? (¿Crisis? ¿Qué crisis? para los no angloparlantes). En la portada del mencionado LP (antes de la existencia de los Compact Disc, los MP3, Spotify y demás inventos, se llamaban así a los discos, un Long Play, que terminó por abreviarse en LP y aquí los llamábamos elepé) aparecía una imagen en color de un señor sentado tranquilamente bajo una sombrilla, mientras a su alrededor, en blanco y negro se ve un paisaje desolador, con fábricas, gris, triste.




Personalmente veo la portada del disco como una metáfora de quien no es consciente de lo que pasa a su alrededor. Puede estar desmoronándose el mundo, que él vive feliz en su pequeño reducto. Hoy, 35 años después de aquello, parece que hay una enorme crisis mundial. Dicen los expertos que es una crisis económica muy importante. Yo pienso que no  es una mera crisis económica, sino en todos los aspectos, sociales, morales, éticos... pero eso sería otro cantar. Seguramente en otro artículo podamos hablar de ello.

¿Ustedes se han fijado a su alrededor? ¿No ven a señores en color en un mundo en blanco y negro? Mi sensación es que existe mucha gente que lo está pasando realmente mal. Ayer precisamente hablaba con un gran amigo que nos invitó a comer en su casa, y me contaba que a las 11 de la mañana había visto ya a cuatro personas rebuscando en la basura, posiblemente algo que echarse a la boca. Según las cifras oficiales de paro, hay más de cuatro millones y medio de parados. Sorprendente. Son cuatro millones y medio de historias, de vidas, de sufrimientos... Pero también me llama poderosamente la atención el ritmo de vida de la sociedad española. Por un lado tenemos la tasa de desempleo más elevada de la Unión Europea y por otro lado, si intenta usted ir a cenar algún día, o al cine, o simplemente a tomar una caña con sus amigos, descubrirá asombrado, que a pesar de la crisis, los cines están llenos, los restaurantes también, el precio de las consumiciones es elevadísimo, hay fiestas por doquier...

¿No ven aquí algo extraño? Por un lado, la crisis azota a todos, pero solo la sufren los mismos. A lo mejor es momento de replantearnos la situación, ¿no les parece?

Piensen.
Sean buenos.

martes, 7 de diciembre de 2010

De cómo actúan las Administraciones Públicas

Les pongo en antecedentes.

En febrero de 2009, tuve la enorme fortuna de contar con unos días de vacaciones y decidí pasarlos con mi familia en mi querida Santander. Una vez en la capital cántabra, conseguí aparcar relativamente cerca de casa, descargué la maleta e inmediatamente después, acudí nuevamente al coche a colocar el tique que permite el aparcamiento en la zona de estacionamiento limitado y controlado. Cuando llegué al coche, les aseguro que no tardé más de diez minutos, me encontré con la desagradable sorpresa de que el controlador del estacionamiento, cumpliendo con su obligación, me había denunciado por no colocar el mencionado tique. Como comprenderán, mi enfado fue monumental, y en una pataleta, decidí no pagar más durante mi estancia en Santander, con la confianza de que estas denuncias no llegarían a mi domicilio al estar en otra comunidad autónoma. Craso error. En total me denunciaron cuatro veces, supongo que una al día.

Tras estas denuncias, llegaban a mi domicilio cartas certificadas del Ayuntamiento de Santander con las denuncias. Reconozco que al principio iba a recogerlas, pero cuando comprobé que eran las denuncias, dejé de hacerlo. ¿Para qué iba a gastar tiempo y dinero en recoger una carta que conocía su contenido? Las cartas llegaban a casa con relativa frecuencia, hasta que hace unos diez días, me llegó  una carta ordinaria a casa, es decir, no certificada, en la que se me indicaba que iban a proceder a embargarme el coche. Mi sorpresa, como imaginan, fue mayúscula. No sé ustedes, pero yo pienso que mi coche tiene más valor que las cuatro multas, incluso con los recargos correspondientes. ¿Qué van a hacer? ¿Embargarme el coche, subasatarlo, coger la parte de las multas y devolverme el dinero restante? Pienso sinceramente que esto es una locura.

Mi planteamiento de hoy es porqué se actúa con tanta agresividad contra mí. Que yo sepa no he matado a nadie. Pienso que la Administración tiene la potestad de embargarme las cuentas. Que lo haga con los recargos que estime convenientes y se deje de zarandajas, pero que no me amenace con embargarme el coche. Otro planteamiento que hago hoy es cómo es posible que delincuentes estén en la calle, hablo del Rafita, del Dioni, de Farruquito y de otros tantos que pululan por el país libremente. ¿Hay dos varas de medir?

Piensen.
Sed buenos.