domingo, 28 de junio de 2020

Becados e ignorantes

Esta semana el Gobierno, a través de la ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá y del ministro de Universidades, Manuel Castells, ha presentado el borrador del Real Decreto de Umbrales, que establece el régimen de becas para el curso 2020/2021. La buena noticia es que se ha aumentado la inversión 386 millones de euros, un 22%, llegando a 1 900 millones de euros. La mayor subida en la última década. La mala, porque siempre hay noticias malas, es que, a partir de ahora, las becas solo tendrán en cuenta criterios de renta y no los resultados académicos. La ministra ha asegurado que las becas son una herramienta esencial para garantizar el acceso a la educación de todos los estudiantes, con independencia de su situación socioeconómica.
Por supuesto hay que favorecer que cualquier alumno, independientemente de sus ingresos, pueda acceder a la enseñanza universitaria. Pero ¿a qué precio? Es el fin del esfuerzo, el compromiso, el trabajo, la responsabilidad... En una palabra, de la excelencia. Cualquier alumno se rendirá ante semejante anuncio. ¿Para qué va a estudiar? Sabe que a pesar de su trabajo y de sus sacrificios, nunca podrá alcanzar esas becas, porque uno de sus padres tiene la mala suerte de percibir una nómina, superando por tanto el umbral establecido. Es posible que esa beca tan necesaria recaiga sobre otra familia, donde los padres no declaran todos sus ingresos. A nuestro alumno le tocará trabajar precariamente durante los fines de semana para poder costearse sus estudios, repercutiendo negativamente en sus calificaciones. Lo positivo de esto, es que le servirá de experiencia cuando, tras terminar su carrera, trabaje vendiendo hamburguesas para los turistas germanos. Pero ¿y qué más da? Da igual ser sabio que burro. Sinceramente, me aterra que algún alumno, cuya única aspiración sea embriagarse en la cafetería de la facultad, percibiera esa beca Algo no cuadra aquí.

No obstante, no parece algo improvisado. Es evidente que nuestros políticos tienen un plan preestablecido. Su único interés es que nuestros hijos sean unos ignorantes. Pretenden igualarnos a todos. El problema es que siempre igualan por abajo. Es más sencillo, claro... y más efectivo. El día de mañana, la sociedad, es decir, nuestros hijos, serán unos nescientes, y por tanto, fácilmente manipulables. Sin sentido crítico, se tragarán todo lo que les digan, y harán lo que les ordenen, sin rechistar. Es lo que quieren. Becados e ignorantes. O lo que es lo mismo, tontos y sumisos. ¿De verdad queremos esto? Aprovechen para decirles a sus hijos que aprovechen que el día de mañana estaremos rodeados de ignorantes para que pueden crear su propio camino sin depender de nada ni nadie. Nos queda un trabajo muy difícil por delante, sobre todo teniendo en cuenta el bagaje que llevan y quiénes son sus referentes. Ánimo a todos.

Piensen.
Sean buenos.

Me apetecía incluir la canción Como un millón de dólares. Sé que no trata del tema del artículo. Se dirige a aquellos que buscaron el sueño de triunfar en Hollywood, pero admito que me encanta el principio de la canción... En este país que te invita a soñar, que te van a regalar amor, fama y alcohol. ¿Quién te va a negar el talento y sensibilidad? ¿Quién te va a rechazar? Brutal. Además, tras  la campaña de desprestigio contra él, era de ley mostrar mi apoyo. Con todos ustedes: ¡Bunbury!

domingo, 21 de junio de 2020

El antirracismo de Guardiola

Pep Guardiola, entrenador del Manchester City, siguiendo la estela del movimiento Black Lives Matter, ha asegurado esta semana que se siente avergonzado por lo que han  hecho los blancos a los negros en los últimos 400 años. Ignoro cómo tiene la conciencia el señor Guardiola. Yo, desde luego, la tengo muy tranquila. Lo que sí ha demostrado Pep es una ignorancia supina. Es de necios juzgar acontecimientos de hace cuatro siglos con la mentalidad de hoy. 
No obstante, Guardiola tuvo problemas con Yaya Touré, jugador de Costa Marfil que acusó a Pep de racista tras una serie de acontecimientos bastante desagradables. Le dejó sin ficha y le obligó a entrenar con el filial. No es de extrañar, en la temporada 1996/97, Roberto Carlosjugador brasileño del Real Madrid, denunció el racismo que sufrían él y Clarence Seedorf en Barcelona donde la afición les llamaba monos. Al señor Guardiola, pareció hacerle gracia la chanza y, en una defensa a ultranza contra el racismo, solo alcanzó a decir que este señor habla mucho. Y asunto resuelto. ¡Ay, Guardiola! ¡Ay, Guardiola! 

Afortunadamente, salió Guardiola, a decirnos al populacho, qué es lo correcto y qué no. Es el cinismo de occidente. Todos fingimos estar muy comprometidos contra las injusticias, pero en realidad es postureo. A lo mejor el racismo es una forma de esconder la aporofobia, el miedo a los pobres. Cuando voy con negros bien vestidos nadie nos mira mal. Sin embargo, cuando acompaño a alguien del albergue de personas sin hogar donde trabajo observo el efecto tren. Cómo la gente abre camino para dejarnos pasar sin que los rocemos. Soy incapaz de comprender el proceso mental de una persona que considera que otra, por tener otro color de piel es inferior a él. A veces pienso que las personas racistas se cayeron de la cuna cuando eran bebés y les quedaron secuelas. Olviden las leyes y demás paparruchas. Todas las injusticias se terminan con educación. Llenando la cabeza de nuestros hijos con valores y no con monedas. Eduquen a sus hijos a respetar al otro, independientemente del color de su piel, de sus ideas políticas, de su religión, de su sexo... Mientras sigamos incidiendo en la confrontación, esta lucha no terminará jamás.

Piensen.
Sean buenos.

Hace tiempo quería incluir esta canción. Gloria. He elegido una versión mestiza. Aparece en el disco Too long in exile que me regaló mi querido Andrés. Una canción imprescindible. Con todos ustedes: ¡Van Morrison & John Lee Hooker!
https://www.youtube.com/watch?v=Xi2EgyZo2Pw

domingo, 14 de junio de 2020

El bar de Europa

Esta semana hemos presenciado, atónitos, cómo el Gobierno ha permitido  que a partir de mañana lunes, 11 000 turistas alemanes puedan viajar hasta Baleares a disfrutar de sus bien merecidas vacaciones. Una semana antes de que los propios españoles podamos viajar entre provincias. Ni siquiera podemos visitar a nuestros familiares enfermos de otra provincia. Pero no se alarme. Está todo controlado. Se realizará un estricto protocolo sanitario. A los turistas que lleguen, se les tomará la temperatura y se les realizará un seguimiento telefónico. ¿Quién no puede enamorarse de un país así? Estamos a la vanguardia en la lucha contra el Coronavirus. Por supuesto, Alemania ya ha avisado que si algún compatriota suyo enferma, no será repatriado... Ya nos ocuparemos nosotros de estas menudencias.
La nueva normalidad —yo prefería nuestra antigua normalidad— va unida irremediablemente con la reapertura del ocioLo importante es lo importante. No somos conscientes, o no queremos ver, que un repunte de la enfermedad sería una catástrofe. Urge, por tanto, que la plebe vuelva a los bares. A pesar de las dificultades de los hosteleros, el Gobierno insiste en la apertura de locales. Sin olvidar el fútbol. Sigo sin comprender qué razón hay para reanudar La Liga. Porque el fútbol es para los espectadores. Y si no hay público en los estadios, la verdadera y única razón es la económica. Parece fútbol, pero no es fútbol. Es evidente que nuestros gobernantes siguen empeñados en ofrecer al pueblo pan y circo. Pero no se haga el indignado a estas alturas. Es lo que en el fondo demandamos. Podríamos haber empleado tanto tiempo y dinero en I+D+i, pero no. Vamos a lo seguro. Ya tendremos tiempo de ser una potencia tecnológica. Hoy, nuestra principal, y casi única aspiración, es ser una gran potencia turística. No en vano, el turismo representa más del 14% del PIB. Ya sabe. Si usted quiere desarrollarse profesionalmente, no le quedará más remedio que hacer las maletas... pero no se preocupe. Siempre puede volver a casa a embriagarse con sus antiguos amigos. 

Ya tendremos tiempo de invertir en educación. A lo sumo, abrimos los centro escolares para poder dejar a nuestros hijos entretenidos mientras nosotros trabajamos o hacemos nuestros quehaceres. Son guarderías de hijos. ¿A quién le importa su formación? Son pocos padres quienes han mostrado su desacuerdo con las decisiones de promocionar de sus hijos. Su único interés es que su retoño pase de curso. ¿Qué más da si aprende o no? Aunque, honestamente, el Gobierno actúa en consecuencia. Sabe que somos el bar de Europa, donde millones de turistas llegan cada año a nuestro país con la única idea de ser un destino de alcohol y sexo. Por tanto, la mejor inversión es enseñar a los alumnos a servir cervezas en los bares, o hamburguesas en restaurantes de comida rápida. Es muy posible que sea su profesión el día de mañana. 

Piensen.
Sean buenos.

Ya que volvemos a los bares, permítanme que la canción elegida sea un clásico. El calor del amor en un bar. Estoy seguro que hará las delicias de los nostálgicos de los 80. No la dejan escapar. Con todos ustedes: ¡Jaime Urrutia... y el maestro Bunbury!
https://www.youtube.com/watch?v=EfOch4v761s


domingo, 7 de junio de 2020

Black lives matter

Esta semana, a través de un grupo de WhatsApp me ha llegado una imagen en la que aparece una diana con varios agujeros de disparos solo en los círculos negros, indicando que es el campo de tiro del departamento de policía. Asegura quién me lo envía que se trata simplemente de un chiste, de un meme. Me promete que no hay mala intención. Discrepo. Y bastante. Coincide la broma con la terrible muerte a manos de la policía de Estados Unidos de George Floyd, un ciudadano negro —afroamericano me corrigen los posmodernos trasnochados—. Quizá haya llegado el momento de imponer límites a la libertad de expresión y al humor cuando se están haciendo chistes sobre algo tan dramático como una muerte por brutalidad policial. Les dejo aquí la imagen por si a alguno de ustedes le parece gracioso, aunque lo dudo.
Como es lógico, han sido muchas las muestras de repulsa hacia el horrendo crimen y de solidaridad con la comunidad negra. Una de las que más me han llamado la atención ha sido la de incluir en la red social Instagram una foto en negro. Pues ya está. Asunto resuelto. Ya hemos limpiado nuestras conciencias. Ya le hemos dicho al mundo entero que no somos racistas, que somos gente de bien. Qué descanso, ¿verdad? Cuando llegue la noche, podremos dormir a pierna suelta. Todo nuestro compromiso con los más desfavorecidos está más que demostrado. También podemos incluir alguna etiqueta molona en nuestras redes sociales y dejar que el famoso algoritmo haga el resto, haga su magia. Por supuesto que no conozco a nadie que admita abiertamente que es un ser despreciable. Todas sus frases comienzan igual: Yo no soy racista, homófobo, o lo que convenga en cada caso, pero... Y aquí inserta una serie de estereotipos que destruyen a todo un colectivo. Pero eso sí, con su fotito en negro para lavar su conciencia.

Lo interesante, quizá no es lavar conciencias, sino hacer algo para combatir las iniquidades. ¿Cuántos de ustedes hacen algo ante los que mueren injustamente todos los días en cualquier lugar del mundo? ¿A quién le preocupan los niños abortados? ¿O los robos de órganos? ¿Realmente no le preocupa la trata de personas? ¿Qué hace usted por tantos estudiantes mexicanos asesinados? Siempre me pregunto a cuántos de ustedes les importan cuántas personas sin hogar son matadas en el alma en el albergue en el que trabajo. Lamento informarle de que es usted un cínico. Un hipócrita. Y lo que es peor, un asesino. O un explotador de mujeres prostuituidas. En el fondo, un egoísta cuya única aspiración en el mundo es usted mismo.

Piensen.
Sean buenos.

Permítanme que la canción regalo de hoy sea Strange Fruits. Canción del año 1939 contra los linchamientos de los negros en el sur de Estados Unidos. Por supuesto, esos frutos extraños eran los negros ahorcados en los árboles.Con todos ustedes: ¡Billie Holiday!