domingo, 22 de octubre de 2017

Parecemos tontos

Esta semana tuve que acompañar a una chica que llegó al albergue de personas sin hogar donde trabajo a urgencias psiquiátricas. La historia de esta chica es irrelavante para la lectura de este artículo. Si hay alguno interesado, estaré encantado de contársela. Lo grave ocurrió en ese hospital. Mientras esperábamos en la sala de espera a que nos viera la psiquiatra llegó un chico en una camilla, inmovilizado. Pasó más de una hora procurando zafarse de las cintas, intentado autolesionarse, gritando y culpando de su estado a su madre, que lo acompañaba hecha un mar de lágrimas.
Le suicidé - Édouard Manet
Finalmente, apareció la psiquiatra de guardia y, en la sala de espera, mientras el chico seguía en la camilla inmovilizado, le explicaba porqué razón estaba allí: Había intentado suicidarse tomando muchas pastillas. Le insistía en que iba a ingresarlo dada su situación tan vulnerable. Imaginen el silencio de la sala de espera.  No podía dar crédito a lo que allí estaba ocurriendo. ¡Lo estaba valorando delante de diez personas! Yo solo podía mirar a la madre que estaba sollozando, con la cabeza baja. No sé si avergonzada o aún sufriente ante la cruz que tenía enfrente. Salí de aquella sala de espera inmediatamente. Detrás de mí salieron también los camilleros. Les dije que pararan aquello, que era innecesario, que era una violación del paciente inaceptable... Ellos me confesaron que estaban sintiendo vergüenza ajena, que no sabían qué hacer, y al verme irme de la sala de espera, me imitaron.

Ignoro si la psiquiatra es una profesional excelente. Lo que sé es que como persona es repugnante. Sinceramente, me cuesta creer que alguien con esa carencia de empatía pueda ser una buena médica. Tenía ante sí a una persona que había consumido una cantidad elevada de pastillas con el fin de suicidarse, estaba aturdido y atado a una camilla. Delante de una sala de espera con gente desconocida. Totalmente vulnerable. Aún así, lo vejó en público. Lo más grave es que no es la primera vez que observo como un profesional sanitario de este hospital ningunea a una persona tratándola como un excremento. Lo positivo es que pensaba que era así con las personas sin hogar, pero no. Estaba errado. Es así con todos sus pacientes. Esto es intolerable. Inadmisible. Vergonzoso. Y hay que acabar con ello. Ya he denunciado varios casos en este foro. Incluso he interpuesto alguna reclamación, sin ninguna consecuencia. Y ¿ahora qué? ¿Qué más puedo hacer? La única sensación que me queda es que parecemos tontos. Por favor, ¿alguien puede iluminarme y decirme cómo acabar con esta gentuza? 

Piensen.
Sean buenos.

Como mañana es mi cumpleaños, y la semana pasada sacó nuevo disco el Aragonés errante, he decidido ser yo quien elija la canción regalo, quizá con la vana ilusión de que alguien me lo regale. Y la elegida no podía ser otra: Parecemos tontos. ¿Qué ruido hace un hombre que se quiebra en soledad? ¿Qué cobijo encontrará en la sombra de un mal pensamiento? Con todos ustedes: ¡Bunbury!
https://www.youtube.com/watch?v=YbK00KvsNAE

3 comentarios:

  1. sin palabras...el daño irreparable para ese paciente y su madre es grandísimo...no se puede tratar así a un enfermo cuya mente no le permite ver claramente....

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  2. Que triste, yo iría a atención al paciente y le ponía una reclamación, no puede ser...

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  3. Nuestros profesionales medicos estan formados en atención médica pero no en la bioética, eso lo tengo claro, muchas veces se les ve que van tan centrados en curar que se olvidan que hay muchos aspectos en la intervención y fallan como novatos. No es excusa, pero me niego a pensar que una persona que estudia para curar es tan sumamente insensible como para no dares cuenta de que la privacidad es importante para ambos: rebaja la ansiedad de paciente y medico y permite un major diagnostico.

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