domingo, 6 de mayo de 2018

Fin de ETA

Hoy tenemos una buena noticia. La banda terrorista ETA ha sido derrotada. Atrás quedan 60 años de horror dejando tras de sí un reguero de 853 víctimas —aunque las cifras bailan, dependiendo quién ofrezca los datos— y miles de heridos y amenazados. Especialmente duros fueron los llamados años de plomo, desde mediados de los 70 hasta principios de este siglo. Finalmente, mediante un comunicado el pasado 3 de mayo, ha anunciado su disolución, dando por terminado su ciclo histórico. Ya anunció en 2011 el cese definitivo de su actividad armada, y su desarme en 2017. Era pues el siguiente paso. El último, el definitivo. Y lo hace sin haber conseguido ninguno de sus objetivos: La independencia de Euskadi ni la anexión de Navarra. Éxito rotundo.
Es evidente que ha sido la democracia y el estado de derecho quienes han —hemos— derrotado a esta banda de asesinos. Y es para regocijarse. Pero hay quienes consideran que la carta que anuncia el final de la banda terrorista omite deliberadamente a determinadas víctimas, que no muestra arrepentimiento, ni colaboración con la Justicia para esclarecer algunos crímenes sin resolver, y por supuesto que mantendrá su interés en la independencia de Euskal Herria. Por tanto, es un engaño. Consideran, con bastante razón, que ETA ha dejado de matar, no por voluntad propia, sino porque en realidad, no puede cometer más atentados. Y eso es una magnífica noticia.

Sería de necios confiar en la palabra de unos asesinos confesos. No debemos olvidar. La ley debe seguir cumpliéndose. A rajatabla. Lo que es una magnífica noticia en cualquier lugar del mundo, en España se vive como un drama. Especialmente entre las asociaciones de víctimas del terrorismo, que clamaban por la verdad, la memoria, la dignidad y la justicia; aunque en realidad, lo que han pedido siempre ha sido venganza. Querían ver a sus verdugos no juzgados, sino ajusticiados. Es lógico su malestar. Les han arrancado su leitmotiv. ¿Qué harán a partir de hoy? Lo que realmente es una desgracia es que en este puñetero país, todas las noticias deben politizarse hasta la nausea, y nuestros mandamases siempre tratan de sacar rédito político. Aún así, y con toda la cautela, yo me alegro de que esta gentuza haya decidido dejar de matarnos. ¿Y usted?

Piensen.
Sean buenos.

Siempre que pienso en alguna canción pacifista pienso en la misma. Sunday bloody Sunday. Una de mis canciones favoritas. De siempre. He seleccionado la versión de Live Aid de 1985 que los encumbró a la fama. La interpretación es majestuosa. Y la batalla no ha hecho más que comenzar. Hay muchas pérdidas, pero ¿puede alguien decirme quién ha ganado? Las trincheras cavadas en nuestros corazones, y los hijos de las madres, los hermanos, las hermanas separados... Con todos ustedes: ¡U2!
https://www.youtube.com/watch?v=lVj7J-78Gu8

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