domingo, 4 de junio de 2017

Comuniones civiles

Antiguamente, la mayoria de los niños, por supuesto no todos, de ocho o nueve años hacíamos la Primera Comunión. Tras la celebración del sacramento, se invitaba a la familia más cercana a una comida o un piscolabis: Padres, abuelos, algún tío, primo. Es cierto que después venían los regalos: Una cámara de fotos, un balón, la ansiada muñeca... Los más afortunados se encontraban con una videoconsola portátil. Aunque el summum de la felicidad era la ansiada bicicleta. Pero aquello eran tiempos pretéritos. En el anquilosado siglo XX. Ahora las comuniones se han convertido en fastuosas fiestas. Hay que realizar una inversión notable. Incluso hay familias que se endeudan con préstamos a empresas usureras que aplican intereses ¡superiores al 26%! Pero claro, hay que dar imagen. No somos unos muertos de hambre. Las comuniones se han convertido en macrofiestas. Casi podríamos decir que son minibodas.
Y, como es evidente, hay muchos padres —y madres siguen insistiéndome los posmodernos trasnochados— no creyentes, que no pueden consentir que su tierno retoño se quede sin su superfiesta como otros muchos niños de su cole. No deben sentirse marginados. Ya está bien de depender de la Iglesia para hacer la comunión asevera algún papi dolido. La solución es bien sencilla. Realizar comuniones civiles. ¿Qué emplearán para la comunión? ¿Golosinas? Así, han transformado un sacramento en un rito de transición de la infancia a la preadolescencia. El procedimiento es sencillo. Basta acudir al ayuntamiento correspondiente, abonar las tasas, y celebrar la fiesta. En realidad, es una actitud bastante coherente con su falta de fe. Otra cosa sería sacrílega. Aunque tampoco es una novedad. Desde 2007 ya existen bautizos civiles, que consiste en entregar a los neonatos una carta de ciudadanía, donde los padres se comprometen a defender los derechos de los niños. Se podría haber elegido otro nombre sin relación con el sacramento, pero ¿para qué innovar si de esta forma se puede zaherir los sentimientos religiosos? Ardo en deseos de presenciar una extremaunción civil donde el concejal de turno perdone todas las multas de aparcamiento.

En el fondo es una mamarrachada. Otra más. Casi obligada por la sociedad laica que nos obliga a admitir como verdad absoluta. A nadie importa que la identidad de occidente tenga tanta influencia judeocristiana. Se pretende hacer borrón y cuenta nueva, eliminando de un plumazo todo lo que recuerde a Dios. Por supuesto que todo el mundo es libre de celebrar la primera comunión o no; de hacer una fiesta o no; de vestir al niño de marinerito, o la niña de princesita. Pero hay que ser adulto y dejarse de memeces. Basta de darle al niño todos los caprichitos. Si quiere buscar una excusa para regalarle una tableta de última generación al niño, hágalo. Sin ningún remordimiento. Pero no emplee ritos cristianos para celebrar una fiesta, que puede ofender a millones de católicos. Usted puede celebrar las fiestas que quiera con sus hijos, pero no trate de hacernos comulgar a los demás con ruedas de molino. Son cosas diametralmente opuestas. Un sacramento es algo serio  y profundo para los cristianos, no una payasada. 

Piensen.
Sean buenos.

Hoy la canción regalo es Contracorriente. Como esta sociedad. Espero que la disfruten. Con todos ustedes, el aragonés errante: ¡Bunbury!
https://www.youtube.com/watch?v=kFMJ6z99u2o





5 comentarios:

  1. La idea, en este caso, no viene a ser mas que un nuevo intento de meter el dedo en el ojo de la Iglesia y su comunidad. ¿por qué no hacer un Ramadan civil? Todos sabemos la razón, fruto de un comportamiento inmaduro y rencoroso

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  2. La necesidad de celebrar, por voluntad, por esnobismo, por presión social, u otro modo es una capacidad de las personas, que se aproveche, aún sin verdadera voluntad o fe, en un sacramento ni ha de sorprender ni escandalizar. Cada cual celebra como y cuando quiere.

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  3. Efectivamente, es una gilipollez.

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  4. Pero vamos... a los católicos esto se la tiene que sudar o traer floja. No se meten en la iglesia para hacer la comunión civil, en cuyo caso sí entendería que se molestasen. Es una gilipollez para no ser menos que el vecino, pero al que crea en el sacramento, que pase de lo que hagan los demás.

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