Hace muchos, muchos años, en un reino junto al mar, vivía una joven madre cuyo pequeño hijo estaba enfermo. Padecía una extraña enfermedad que le impedía crecer como el resto de niños de su edad. La madre, buscó desesperada el tratamiento que pudiera sanar a su hijito, pero por tres veces, el Servizo Galego de Saúde (Sergas) se lo negó aduciendo que el medicamento que precisaba el menor no lo costeaba la Seguridad Social. Ante la adversidad, removió Roma con Santiago, y finalmente encontró una clínica privada donde su hijo podría sanar. Pero ella no podía hacer frente al precio desorbitado del tratamiento, pues se encontraba sin empleo, sin ayuda del padre del niño, y los únicos ingresos que obtenía eran del abuelo. Si hubieran contado con una tarjeta B de Caja Madrid la cosa hubiera sido más sencilla, pero claro, estamos hablando de gente decente, no de gentuza.
Sigamos con la historia. Desesperada, clamó a sus vecinos, amigos y demás bienhechores que no dudaron en ayudarla... Hasta que un día, se armó de valor y aprovechando que los nuevos reyes pasaban cerca su domicilio, les escribió una misiva contándoles su caso. La Reina se mostró interesada, y tras mediar con la Xunta, el Sergas citó al niño para una nueva revisión. El milagro se había consumado. Por fin, la familia del pequeño tenía ilusión. Parece que el cuento acabará bien y serán felices y comerán perdices...
Lo malo de este cuento es que es cierto. No es una fábula escrita hace varios siglos. Ocurre en España, en el siglo XXI, donde se supone que existe el derecho, y que habíamos dejado atrás la munificencia real. Si el caso se ajusta a derecho se le costean las medicinas y en caso contrario, no. No creo que haya nadie, salvo los malnacidos, que no considere necesario sanar a un niño de cinco años, independientemente del dinero que cueste. Si hay dinero para rescatar autopistas, si hay dinero para pagar el rescate provocado por los desmanes de los políticos jugando a banqueros, tiene que haber dinero para cuidar a nuestros niños. El resto es una patraña. Y entonces sí podremos decir que fueron felices y comieron perdices.
Piensen.
Sean buenos.
Hablando de reyes, he pensado que la canción regalo de hoy tiene que ser de la Reina. De Queen. Y qué mejor canción que Bohemian Rhapsody? Una de las mejores canciones de la historia. Un temazo con todas las letras. He elegido la versión subtitulada para goce de los no angloparlantes. Disfruten. Es Queen.
https://www.youtube.com/watch?v=hopZd2qAXuA
Grande,como siempre Diegus.
ResponderEliminarGracias
Hoy sí me gusta el artículo. Muy bueno el paralelismo con las tarjetas opacas. Con la mitad de lo que se hayan gastado en putas se salvaría más de un niño.
ResponderEliminarEl caso de que mediase la Reina da una idea de los babosos, pelotas y arrastrados que tenemos para tomar las decisiones. Pero mira, en este caso, no creo que nadie dude de que compensa tener Reyes.