sábado, 27 de septiembre de 2014

Puedo prometer y prometo

Allá por 1977, el entonces candidato a la presidencia del Gobierno, Adolfo Suárez, utilizó una fórmula ideada por mi admirado Fernando Ónega, como parte de un discurso en el cierre de la campaña electoral emitido por Televisión Española. En este discurso, Suárez repetía una y otra vez la frase que da título al artículo de hoy: Puedo prometer y prometo... anunciando las acciones que llevaría a cabo si resultaba elegido Presidente del Gobierno. En un principio la frase fue tomada a burla por humoristas, pero algunos expertos aseguran que fue el espaldarazo definitivo para la victoria en las elecciones generales de Unión de Centro Democrático (UCD) y de Adolfo Suárez.

Yo, que soy joven —insultantemente joven— no recuerdo el discurso, sino apenas los chascarrillos de la frase en cuestión. Lo que sí recuerdo con nitidez es la fortaleza que tenía la palabra promesa. Era algo casi solemne. La persona que prometía empeñaba su honor o dignidad. Si alguien prometía algo, era porque lo iba a cumplir. Desde tu compañero de pupitre hasta el mismísimo Presidente del Gobierno. Eso era antes, cuando la sociedad en general, y los políticos en particular, tenían principios.

Pero estos políticos actuales, que no tienen moral ni decencia, han prostituido la palabra promesa, y la han convertido en algo vacuo. En una patochada. Así, esta gentuza ha realizado acciones que no prometieron, o lo que es peor, prometieron no hacer, como la subida del IVA, los recortes en Sanidad y Educación... Y sin embargo incumple justo lo que había prometido, como la retirada de la lay del aborto. Han triturado el Estado del Bienestar, y no ha pasado nada. Han arruinado el país con una deuda de más de un billón de euros, y no ha pasado nada. Tienen a varios miembros de su partido imputados por causas gravísimas, y sigue sin pasar nada... Pero esta semana han cruzado una línea infranqueable: Han atacado la moral y la ética cristiana por intentar arrancar un par de votos del partido opositor, despreciando su verdadero nicho de votos. Sin los votos cristianos, ¿quién va a votarles en las próximas elecciones?

Piensen.
Sean buenos.

Permítanme dedicar la canción regalo de hoy a mi maravillosa mujer. Hoy hace doce años que cometió la bendita locura de casarse conmigo... Desde entonces soy el tipo más afortunado del mundo. Siempre he pensado que no es una mujer, sino un MO-NU-MEN-TO. Por eso la canción no puede ser otra: All I want is you, Todo lo que quiero eres tú. Disfruten. Es U2.

https://www.youtube.com/watch?v=Gftr1cKdyx4


2 comentarios:

  1. No te preocupes, que el 80% del país no cambiará su voto, vea lo que vea.
    Y con el tema cristiano, no nos olvidemos que gobiernan para todos, los que son cristianos y los que no. Tengo mi moral, que no coincide en muchos puntos con la moral católica, pero esta castuza que gobierna, ya que se ponen tan gallitos, mira como no se han atrevido a anular el matrimonio homosexual -que a mi, desde luego, no me ofende, mientras no me obliguen a casarme con un tío-
    A lo que voy es que, ni principios, ni programas, ni referente moral, ni coherencia. Estos, los que estaban y los que vengan. El chiringuito está montado así. No se engañen.

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  2. Hay dos opciones para los cristianos:
    A> El partido no cristiano menos malo, votarlo e intentar influir desde dentro, aunque el mismo no hace sino consolidar los pasos del partido no cristiano peor, aun con mayoría absoluta, y habiéndose opuesto al mismo en la oposición.
    B> Votar partidos cristianos muy minoritarios, con el riesgo de que el voto vaya al partido más votado por la regla D´Hont. Conozco dos opciones cristianas:
    -una derechas, la coalición Impulso Social (Alternativa Española + Partido Familia y Vida + Comunión Tradicionalista Carlista),
    -otra de izquierdas el Partido Solidaridad Autónoma Internacionalista.
    Hay otras opciones pero que considero o cercanas a la xenofobia, cuando no al racismo; o casi idénticas al PP en la defensa de la vida y la familia.

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