Tras casi siete años de instrucción, esta semana ha salido la sentencia de la que se ha llamado la pieza política de los ERE de Andalucía. Manuel Chaves, y José Antonio Griñán, presidentes de la Junta de Andalucía desde 1990 a 2013 han sido condenados a nueve años de inhabilitación y a seis años de prisión y quince de inhabilitación respectivamente. La sentencia determina que ambos eran conscientes de la palmaria y patente ilegalidad de los actos. Llama la atención el silencio cómplice de algunos medios. Ellos sabrán... Hay quien ha calificado la sentencia de muy dura. Cuando trabajas en un centro de personas sin hogar y los participantes te cuentan que se han comido seis años de cárcel por robar 50 euros, aunque eso sí, con violencia porque mostraron una navaja, comprendes que la justicia es una locura incomprensible.
Por supuesto, desde las filas socialistas han perdido una oportunidad histórica. La oportunidad de asumir el error y pedir disculpas. No solo a sus votantes, sino a la sociedad en general. Era una ocasión maravillosa para condenar enérgicamente los hechos y hacer autocrítica. Pero me temo que estoy hablando del país de Utopía. Al contrario, su secretario de organización, José Luis Ábalos, ha asegurado, sin mostrar ningún rubor, que no es un caso del PSOE, y casi justifica los hechos, porque no han supuesto un enriquecimiento ilícito de los condenados. Estamos hablando de que se han concedido 680 millones de euros de manera arbitraria y sin control. Ocurre lo de siempre. Todavía hay quien piensa que el dinero público es de todos, y por tanto no es de nadie.
Es el problema de España. Está en nuestro ADN. Justificamos el robo con naturalidad. Ya decía Valle Inclán en Luces de Bohemia que en España se premia el robar y el ser sinvergüenza. Está el que roba en la oficina haciendo fotocopias a sus hijos, el que se cuela en eventos, el que no paga el IVA, el que piratea el fútbol a través del ordenador... Los ejemplos son infinitos. Hemos llegado a un punto en el que, incluso el que roba, cree ser más listo que los demás, y además tiene derecho a hacerlo. Por la razón que sea. Porque le pagan poco, porque su jefe es un incompetente, porque pasa muchas horas en la oficina... Luego nos indignamos, pero lo que hay que cambiar es la mentalidad del país.
Por supuesto, desde las filas socialistas han perdido una oportunidad histórica. La oportunidad de asumir el error y pedir disculpas. No solo a sus votantes, sino a la sociedad en general. Era una ocasión maravillosa para condenar enérgicamente los hechos y hacer autocrítica. Pero me temo que estoy hablando del país de Utopía. Al contrario, su secretario de organización, José Luis Ábalos, ha asegurado, sin mostrar ningún rubor, que no es un caso del PSOE, y casi justifica los hechos, porque no han supuesto un enriquecimiento ilícito de los condenados. Estamos hablando de que se han concedido 680 millones de euros de manera arbitraria y sin control. Ocurre lo de siempre. Todavía hay quien piensa que el dinero público es de todos, y por tanto no es de nadie.
Es el problema de España. Está en nuestro ADN. Justificamos el robo con naturalidad. Ya decía Valle Inclán en Luces de Bohemia que en España se premia el robar y el ser sinvergüenza. Está el que roba en la oficina haciendo fotocopias a sus hijos, el que se cuela en eventos, el que no paga el IVA, el que piratea el fútbol a través del ordenador... Los ejemplos son infinitos. Hemos llegado a un punto en el que, incluso el que roba, cree ser más listo que los demás, y además tiene derecho a hacerlo. Por la razón que sea. Porque le pagan poco, porque su jefe es un incompetente, porque pasa muchas horas en la oficina... Luego nos indignamos, pero lo que hay que cambiar es la mentalidad del país.
Piensen.
Sean buenos.
Sigamos hablando de dinero. Y ¿qué mejor canción que Money (that's what I want). Un gran clásico que nunca pasa de moda. Con todos ustedes: ¡Barret Strong!
https://www.youtube.com/watch?v=t5KU34DrrPI
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