domingo, 3 de noviembre de 2019

Nada es gratis

Desde hace mucho tiempo las grandes empresas nos engañan —o nos dejamos engañar—. Descubren necesidades imperiosas, en las que ni habíamos pensado o teníamos asumidas como lógicas en el proceso vital, ofreciendo la solución. El cliente lo percibe como el final de sus problemas. Sigo pensando en el genio que logró convencernos para usar cremas para la piel de día y de noche. Aunque uno de los mayores talentos de la historia de la humanidad es el inventor del teléfono móvil. ¿Se acuerdan cuando pensaban que jamás tendrían uno? Solo lo tenían los esnobs. Poco a poco, las empresas consiguieron convertirlo en un producto al esencial, indispensable. Recuerdo cuando regalaban teléfonos móviles al cambiar de compañía. Primero, lo hicieron importante. Más tarde, necesario. Y hoy, es imprescindible. ¿Quién no tiene uno? E incluso hay quien tiene dos. Por supuesto hoy los cobran a precio de oro... y de sangre. O pregúntese por las guerras del Coltán. Pero eso es otra historia en la que, afortunadamente, solo mueren negros pobres. De esos por los que nadie se preocupa.
Pero sigamos con lo importante. Esta semana hemos conocido que el Instituto Nacional de Estadística (INE) va a seguir la pista a millones de españoles durante unos días gracias a un acuerdo con las tres grandes compañías telefónicas, Movistar, Vodafone y Orange. Su objetivo es conocer los desplazamientos de la población. De esta forma, nos aseguran, se podrá hacer hincapié en determinados servicios públicos y se reforzarán las infraestructuras que lo demanden. Como ve, todo son ventajas. Por supuesto, nos aseguran que este seguimiento será anónimo. Solo informarán de los movimientos de las personas, pero mantendrán en secreto los datos personales. Llámenme suspicaz,  Si no está de acuerdo con esta medida hay dos soluciones. La pataleta y modificar los permisos de su terminal, algo que pocos harán. Como ven, estamos obsequiando nuestros datos ¿a cambio de qué? De nada. Les aseguro que muchos se enriquecerán con esta y otras medidas similares, mientras usted y yo, felices porque podemos enviar mensajes instantáneos a nuestros amigos y conocidos.

No sé de qué nos sorprendemos. Llevamos años regalando nuestra vida a las grandes empresas tecnológicas. Alguien nos dijo que estas empresas ofrecían servicios maravillosos gratis... Y nos lo creímos. A cambio, solo les dimos acceso a nuestros datos personales, a nuestras direcciones, a nuestra listas de contacto, a nuestros datos bancarios, a nuestras imágenes... Incluso les permitimos escuchar nuestras conversaciones más privadas. Todo a cambio de algo que hace algunos años ni siquiera sabíamos, y seguíamos viviendo felices. Nada es gratis. Hemos regalado nuestra primogenitura por un plato de lentejas. Y ahora nos lamentamos y fingimos asombro. No creo que haya nadie en su sano juicio que piense que hay que eliminar los teléfonos móviles. Todos los consideramos no un instrumento, sino una herramienta. Es innegable. También sé que la gran mayoría de ustedes no tiene nada que ocultar y por eso cede su intimidad sin mayores problemas. El problema es que alguien se está enriqueciendo a nuestra costa. Nos exprimen mientras se llenan los bolsillos. Recuerda al modelo feudal, donde los ricos aplastaban a los pobres. Pasan los años y seguiremos pidiendo permiso al noble para moler el trigo en el molino que tanto nos cuesta recoger. Todo sigue igual. ¿Hasta cuándo?

Piensen.
Sean buenos.

Ya que lo queremos todo y lo queremos ya, la canción regalo de hoy no puede ser otra. I want it all. Un clásico que no pasa de moda. Pasan los años, y sigue de plena actualidad. He elegido la versión con Tony Iommi (Black Sabbath) y Roger Daltrey (The Who). Quizá le guste a Butcher. Aunque lo dudo... Con todos ustedes: ¡Queen!

1 comentario:

  1. Fabuloso ejemplo de como se puede dignificar una canción con la poderosa presencia de un frontman legendario.

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