domingo, 8 de febrero de 2015

Niños mimados

Según el Ministerio de Interior, la criminalidad ha descendido en España un 3,6%. Hay quienes afirman —ignoro si jocosamente o en serio— que este descenso se debe fundamentalmente a la crisis. Se han llevado todo el dinero y ya no queda nada que robar. Ahora el mayor número de delitos se realizan en parlamentos y demás instituciones públicas, pero eso es otra historia.

No todo son buenas noticias. Un delito que ha subido es la violencia de hijos hacia los padres. Según Emilio Calatayud, el famoso juez de menores de Granada, debido a que esta generación se ha criado en un ambiente en el que todo eran derechos y ninguna obligación. Todo el mundo ha oído hablar de la Declaración de los Derechos del Niño, pero pocos conocen que el artículo 155 del Código Civil señala que los niños tienen que obedecer a sus padres y respetarlos. También indica que deben contribuir equitativamente al levantamiento de las cargas familiares mientras convivan en casa de los padres. Sí señores, los hijos tienen que obedecer a los padres, y si son mayores de edad y no lo hacen, ¡a la calle!

De todos es sabido que el mal se presenta siempre bajo la apariencia del bien. Nadie hace el mal por el mal. Siempre lo hace pensando que está haciendo lo correcto. Lo hizo Eva al comer la manzana del árbol prohibido, y así ha sido hasta nuestros días. Y bajo esa buena intención, estamos haciendo un enorme mal. Ofreciendo a nuestros hijos todo lo que quieren estamos convirtiéndolos en unos monstruos que terminarán por fagocitarnos. Dejemos de comprar su cariño con los mejores móviles, y esforcémonos por enseñarles el valor del esfuerzo, de la responsabilidad, de la cooperación. No pretendan que en las escuelas les enseñen educación. Allí, con algo de suerte debido a los múltiples cambios de planes de estudios, les enseñaran conocimientos. Esto es tarea nuestra, de los padres. ¿O realmente piensa que su hijo no puede ser un delincuente mañana? ¿Nunca ha pensado que su hijo puede ser el verdugo y no la víctima?

Piensen.
Sean buenos.

La canción regalo de hoy es La cartaEl propio Bunbury la titula como la incomprensión generacional. Quiero dedicársela a mi buen amigo Iñaki. Fue él quien me prestó aquel disco de vinilo de Senderos de traición, allá por el lejano 1990. Hoy como compensación se la dedico esperando que me invite a una cerveza.  He elegido la versión del concierto de Cheste de 2007, la última vez que la banda zaragozana se subió a un escenario. Con todos ustedes: Héroes del Silencio.


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