El pasado miércoles un chico propinó un puñetazo a Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno, durante un paseo electoral por Pontevedra. El agresor, de 17 años, se acercó al presidente fingiendo hacerse una foto, y cuando estuvo cerca, le propinó un puñetazo en el rostro rompiéndole las gafas. La Policía Nacional rápidamente lo redujo y ya está detenido. El juzgado de instrucción número 1 de Pontevedra ha ordenado su internamiento en régimen cerrado. Se le ha imputado un delito de atentado. Se da la circunstancia de que el joven es hijo de una prima de la mujer de Rajoy. Aunque como dice el dicho, Pariente de mi mujer... Ni el mejor Berlanga hubiera escrito un guión más mordaz.
¿Cómo puede ser que con el nivel 4 de alerta terrorista, es decir, nivel alto, un niñato se salte el cinturón de seguridad y pueda atentar contra el Presidente del Gobierno con esa facilidad? Imagino que todo el equipo de seguridad del señor Rajoy está en la cola del paro. Posiblemente esperarán a que pasen las elecciones de hoy para que no compute en las estadísticas de índices de desempleo y el próximo gobierno no hable de herencia recibida. No me quiero imaginar qué hubiera pasado si el joven comete ese mismo acto en otro país, como Estados Unidos por ejemplo. Me temo que lo habrían cosido a balazos.
Algo hemos hecho mal —todos— cuando un niño de 17 años piensa que la forma de cambiar el signo político de un gobierno democrático es a base de puñetazos. Penoso fue oír a los amigotes del agresor jaleando su actitud. Imagino que estos jovenzuelos no son realmente conscientes del lío en el que se ha metido su amigo. Pero más triste fue escuchar y leer algunos tuits mofándose del hecho. En esta ocasión, y debido a la proximidad de las elecciones, los políticos en general han estado a la altura, condenando el hecho. No se puede decir lo mismo de los (pseudo)periodistas de uno y otro signo. Ambos culpando al rival político. En un caso por provocar y en otro por justificar. Es desesperante. Permítanme terminar con una frase del gran Miguel de Unamuno: Me duele España.
Piensen.
Sean buenos.
La canción de hoy no podía ser otra, The Boxer. Hay parte de la letra que me recuerda a la campaña electoral: Así son las promesas, todo mentiras y burlas, aún así, el hombre escucha lo que quiere escuchar e ignora el resto. Con todos ustedes: ¡Simon & Garfunkel!
https://www.youtube.com/watch?v=6JUbFj0BIc4
Piensen.
Sean buenos.
La canción de hoy no podía ser otra, The Boxer. Hay parte de la letra que me recuerda a la campaña electoral: Así son las promesas, todo mentiras y burlas, aún así, el hombre escucha lo que quiere escuchar e ignora el resto. Con todos ustedes: ¡Simon & Garfunkel!
https://www.youtube.com/watch?v=6JUbFj0BIc4
Del mismo modo que fue la mano de Dios la que empujó el balón en el gol de Maradona a Inglaterra (como ha quedado probado), en este caso ha sido el puño de este chico el que todo el país ha utilizado para darle a Rajoy lo suyo... No castiguemos al chaval, que únicamente ha sido una marioneta.
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