Hace un par de meses que me han contratado como trabajador social en un albergue de personas sin hogar. Me gustaría compartir con ustedes una experiencia que me llamó la atención. El otro día acudió al albergue un chico de origen magrebí solicitando un bocadillo. Hasta aquí todo normal, es una práctica habitual. Le ofrecí un bocadillo de mortadela, puesto que ese día era lo único que podía ofrecerle. Él protestó airadamente —ya saben ustedes que los musulmanes no comen este animal—. En ese momento me llamó racista y me dijo que él tenía derecho a acudir a cualquier sitio y pedir lo que necesitara, y mi obligación era satisfacer sus demandas.
Tiene toda la razón en que nuestro trabajo es satisfacer sus demandas... siempre que esté en nuestras manos, pero en esta ocasión no era el caso. No tenía otra cosa que ofrecerle. Hice todo lo que pude. No olvidemos que la comida que entregamos es la que nos regala generosamente la gente o de los excedentes de la Unión Europea. Por otro lado no pienso gastar ni un segundo en defenderme de la acusación de racismo. Podría hacer lo que está muy de moda actualmente, que es decir que tengo muchos amigos negros —de color dirían los posmodernos trasnochados— o de otras religiones y culturas, pero no lo voy a hacer, sencillamente porque no me da la gana. Sé que no soy racista.
Y he aquí un gran problema. Las falsas acusaciones de racismo. Muchos extranjeros cuando no consiguen lo que desean, insinúan que su interlocutor es racista, presionándolo así. O lo que es peor, a la propia Administración Pública. No entiendo esa manía de acomplejados que tenemos. Que alguien me explique por qué tienen más beneficios unas personas que otras por el mero hecho de ser extranjeras. Lo justo sería favorecer a quien más lo necesita, sea de donde sea y cualesquiera que sean sus características, y no por ser de diferente país, religión, sexo, edad... Seamos serios y ayudemos a quien de verdad lo precisa, que la situación es bastante grave ya. Con razón decía Aristóteles en el siglo IV a. C.: "Tan injusto es tratar desigual a los iguales como igual a los desiguales" (Moral a Nicómaco. Libro quinto, capítulo III).
Tiene toda la razón en que nuestro trabajo es satisfacer sus demandas... siempre que esté en nuestras manos, pero en esta ocasión no era el caso. No tenía otra cosa que ofrecerle. Hice todo lo que pude. No olvidemos que la comida que entregamos es la que nos regala generosamente la gente o de los excedentes de la Unión Europea. Por otro lado no pienso gastar ni un segundo en defenderme de la acusación de racismo. Podría hacer lo que está muy de moda actualmente, que es decir que tengo muchos amigos negros —de color dirían los posmodernos trasnochados— o de otras religiones y culturas, pero no lo voy a hacer, sencillamente porque no me da la gana. Sé que no soy racista.
Y he aquí un gran problema. Las falsas acusaciones de racismo. Muchos extranjeros cuando no consiguen lo que desean, insinúan que su interlocutor es racista, presionándolo así. O lo que es peor, a la propia Administración Pública. No entiendo esa manía de acomplejados que tenemos. Que alguien me explique por qué tienen más beneficios unas personas que otras por el mero hecho de ser extranjeras. Lo justo sería favorecer a quien más lo necesita, sea de donde sea y cualesquiera que sean sus características, y no por ser de diferente país, religión, sexo, edad... Seamos serios y ayudemos a quien de verdad lo precisa, que la situación es bastante grave ya. Con razón decía Aristóteles en el siglo IV a. C.: "Tan injusto es tratar desigual a los iguales como igual a los desiguales" (Moral a Nicómaco. Libro quinto, capítulo III).
Piensen.
Sean buenos.
La canción regalo de hoy es "Silver and Gold". Es una rara versión interpretada por Bono, Keith Richards y Ron Wood (casi nada) en el disco "Sun City" de artistas contra el Apartheid. Disfruten.
Es que mira que ofrecerle un bocadillo de mortadela... si le hubieras dado uno de jamoncito del bueno a lo mejor no te hubiera dicho nada, jeje es broma. Diegvs un abrazo, gracias por el blog y por las canciones.
ResponderEliminarEsto es cierto... lo mismo si es jamón cortado fino, fino, finito no le hubiese importado pecar un poco. Eso le pasa por nacer más abajo de Cádiz.
EliminarEn cualquier caso, hay mortadelas excelentes. Dejo este enlace, de indudable interés.
https://www.youtube.com/watch?v=HDsgW0P5Tk0
y digo yo, que si hubiese sido un paisano... lo mismo sí queda un poco de queso ¿no?
EliminarToda la razón, nuevamente, Diegus.
ResponderEliminarEstá muy bien que puntualices que las personas que trabajáis en entidades dedicadas a la acción social, tenéis los alimentos gracias a la generosidad ciudadana y a la concesión de alimentos de la Unión Europea, el banco de alimentos u otros. Y que por lo tanto cada día tocará un bocata de un alimento distinto, llamesé mortadela, jamón o atún y que lo razonable es que las personas coman, lo que gratuitamente se les oferta.
Coincido contigo en el complejo que tenemos y el cambio de actitudes que podemos llegar a tener, por llamarnos racista o cualquier otro calificativo ofensivo
La premisa básica de las instituciones de la acción social, bien sea adminitración pública o entidades de carácter privado es tratar con igualdad a todas las personas que acudan con una demanda específica y eso en tu caso concreto es darle el bocadillo que corresponda el día concreto a todo el mundo, lo demás es un trato desigual ante una misma demanda. Indudabemente, actuaste como es debido.
Enhorabuena por su blog y por su sensatez!
Diego, por favor no vale nada de lo que has escrito, los que dicen que no son racistas, lo son y los que claman a los cuatro vientos que no lo son casi siempre no les gusta ni dar la mano. Quiero decir que este mundo es muy falso, pero muy falso. Esta mañana me he parado con Iwa, un chico que lleva en España 7 años y que estuvo trabajando en Palma de Mallorca en una lavandería, se quedó sin trabajo y lleva aquí dos años intentando abrirse camino. Dejó a su mujer allí, pues aquí no puede pues está en una habitación con muchos más de su país. Come en un comedor social. Le miré a los ojos y le dije, que cómo aguantaba esto y me respondió que en su país se mueren de hambre, aquí al menos comen aunque sea una comida. Y no creo que miren si pueden comer carne (mortadela). Quiero decirte con todo esto que no hay razón de sexo, 'color', religión, o lo que quieras, son personas, tanto las de aquí como las foráneas. Yo no distingo. Sabemos que tenemos aquí 3 millones de personas de extrema pobreza. Todos los que hablan no saben no entienden que hablamos de personas. La dignidad, eso que muchos políticos desconocen.
ResponderEliminarPerdona por la extensión.
Giornalista
Journalist
Journaliste
1 de abril de 2013, 20:05
Sí y no.
ResponderEliminarTocas un argumento que me es familiar desde muchas décadas por mis frecuentaciones del mundo del desierto y de sus gentes maravillosas. Y no sólo por eso.
No se trata de racismo, es evidente. Por un lado, es probable que te hayas cruzado con alguien malhumorado (imagino sus problemas), con mal genio o que haya interpretado mal la situación.
Por otro, tendríamos que esmerar un poco el intento de acercamiento y prever situaciones. En un mundo siempre más global e intercomunicado, cada día más se presentan situaciones como esa o muy parecidas. Y quien tiene más cultura, más medios para informarse y más amplitud de visión tendría que hacer un esfuerzo más.
Dicho esto, es mucho mejor encontrarse en esa tesitura ayudando al prójimo que disertar sobre lo mismo, a golpes de relativismo, como ocurre en las redes, sin dedicar tiempo a los necesitados.
Por eso ¡chapeau!
Sí y no.
ResponderEliminarTocas un argumento que me es familiar desde muchas décadas por mis frecuentaciones del mundo del desierto y de sus gentes maravillosas. Y no sólo por eso.
No se trata de racismo, es evidente. Por un lado, es probable que te hayas cruzado con alguien malhumorado (imagino sus problemas), con mal genio o que haya interpretado mal la situación.
Por otro, tendríamos que esmerar un poco el intento de acercamiento y prever situaciones. En un mundo siempre más global e intercomunicado, cada día más se presentan situaciones como esa o muy parecidas. Y quien tiene más cultura, más medios para informarse y más amplitud de visión tendría que hacer un esfuerzo más.
Dicho esto, es mucho mejor encontrarse en esa tesitura ayudando al prójimo que disertar sobre lo mismo, a golpes de relativismo, como ocurre en las redes, sin dedicar tiempo a los necesitados.
Por eso ¡chapeau!
Supongo que le prepararías el bocadillo con la mano izquierda no?
ResponderEliminarNo hay duda de que no eres racista y en ese momento hacías lo que podías, pero ponte en la piel de quien pasa hambre, de quien tiene que dejar de lado su orgullo y pedir para comer... no quisiera verme en su papel y creo que eso explica, aunque tal vez no justifica, su susceptibilidad y su mal humor.
ResponderEliminarPor otro lado ¿por qué la más básica de las necesidades se cubre o no en función de la caridad, el trabajo voluntario y las donaciones? ¿es que no hay estado? ¿es que no tiene ningún papel en esto? ¿es que no tenemos derechos? ¿ni siquiera derecho a la vida que es lo que nos va en comer o no comer?
Y por supuesto si la alimentación se ve como un derecho que debe garantizar el estado, esto debe incluír el derecho a una alimentación acorde a nuestras necesidades (diabetes, celiaquía...) y ¿por qué no? a nuestras creencias. Si se hubiera tratado de las creencias de un católico lo habrías entendido perfectamente y nos hablarías de la diferencia entre vivir en un estado aconfesional y no respetar la libertad religiosa de cada individuo.
Perdón, se me olvidaba, enhorabuena por tu nuevo empleo.
ResponderEliminarMe cuesta ponerme en esa situación, pero supongo que si me pasara a mi, daría las gracias, le ofrecería la mortadela a otro de los que allí estuvieran y me comería el pan tranquilamente, cumpliendo con mi religión.
ResponderEliminarHace años, por la noche nos encontramos con un marroquí en el suelo, tirado ... pensamos en llamar a una ambulancia, pero nos dijeron que no lo hiciéramos, no tenía papeles. El caso es que bebió más de la cuenta, supongo que no tendría costumbre. Sus "amigos" musulmanes lo abandonaron allí. ¿Son racistas por ello? .... piensen ...
Gracias por tu blog Diego.
Saludos,
Yo trabajé en un colegio y en navidad se sorteó como es costumbre una cesta de navidad entre los padres del colegio, y a quien le toco? a una mora. Vino y se llevó su cesta bien contenta llena de chorizo, jamón, lomo... Ni una pega puso la mujer. Yo pensé a lo mejor ella no hace caso de lo de no comer cerdo. Mi sorpresa fue cuando descubrí que sí exigía al centro que a sus hijos les dieran comida "especial" para musulmanes ¿¿¿¿??????
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