Annuntio vobis gaudium magnum... Habemus Papam.
Os anuncio una gran alegría... Tenemos Papa. Con estas palabras el protodiácono anunció a todo el mundo la elección del nuevo Sumo Pontífice. El elegido es Francisco, que sustituirá a Benedicto XVI. Curiosamente a éste se le ha criticado por renunciar, exactamente por lo contrario por lo que se criticó a Juan Pablo II. Éste porque no renunciaba, y aquél por hacerlo. Considero que su renuncia es un hecho de una humildad sin límites. Ha descubierto que no puede llevar adelante su misión, y ha renunciado por el bien de la Iglesia. No se baja de la Cruz. Eso es lo importante.
Desde que se conoce la renuncia, y no dimisión o abdicación, de Benedicto XVI, se han oido multitud de chismorreos acerca de la elección del nuevo Papa. Todos estos chismes sin ningún rigor propiciados por pseudoestudiosos solo han provocado sonrojo. Tras la elección, vienen las valoraciones. Todos se preguntan cómo será el nuevo Papa. La respuesta es sencilla. Los cristianos profesamos en el Credo que creemos en el Espíritu Santo. Por tanto es el Espíritu Santo quien ha inspirado a los cardenales para la elección del mejor Papa posible. Todo lo demás sería negar la existencia del Espíritu. Grave error.
Desde que se conoce la renuncia, y no dimisión o abdicación, de Benedicto XVI, se han oido multitud de chismorreos acerca de la elección del nuevo Papa. Todos estos chismes sin ningún rigor propiciados por pseudoestudiosos solo han provocado sonrojo. Tras la elección, vienen las valoraciones. Todos se preguntan cómo será el nuevo Papa. La respuesta es sencilla. Los cristianos profesamos en el Credo que creemos en el Espíritu Santo. Por tanto es el Espíritu Santo quien ha inspirado a los cardenales para la elección del mejor Papa posible. Todo lo demás sería negar la existencia del Espíritu. Grave error.
Es evidente que los no creyentes considerarán que la elección ha sido pésima, porque querrían un Papa que se adecúe más a sus preferencias. Supongo que querrán dar lecciones de Teología al mismísimo Espíritu Santo. Estos no creyentes piden una Iglesia "más moderna". Desconozco qué significa eso exactamente. No entiendo porqué a los no católicos les importa mucho quién es el nuevo Papa si diga lo que diga les va a parecer mal. Ya lo advirtió San Pablo en su epístola a los Corintios, Cristo es escándalo para los judíos, necedad para los gentiles.
Piensen.
Sean buenos.
La canción regalo de hoy es "Grace" Gracia, referiéndose claro, al Espíritu Santo.
Piensen.
Sean buenos.
La canción regalo de hoy es "Grace" Gracia, referiéndose claro, al Espíritu Santo.
Diego, a muchos no católicos nos precoupa qué dirá o que no dirá el nuevo Papa, claro que sí.
ResponderEliminarNos preocupa lo radical que pueda seguir o no seguir siendo la iglesia, nos preocupa que no proteja a los niños porque se crea por encima de la ley (casos pederastias y demás), nos preocupa que deje fuera a personas, que siendo seres humanos, y con educación, creencias y profunda fe, éstos sientan que se quedan fuera porque no cumplen determinados estatus para permanecer en la glesia...Nos preocupa que la institución tenga cada vez menos adeptos o que se radicalice cada vez más, nos preocupa que el maravilloso legado de Juan Pablo II, de apertura,de humildad, de modernidad, se tire por la borda......¿Desconoces que es una "Iglesia más moderna"????. Te animo a investigar....Ni siquiera tienes que dar lecciones de Teología al mismísimo Espíritu Santo (y que humildemente me libre Dios de haberlo pretendido yo misma). Yo misma seguiré con atención y esperanza a este nuevo y argentino Papa con nombre tan raro....Un gran beso. Bagatela
Pues a mi, que no dudo en declararme creyente, pero no católico, lo cierto es que me ha caído bien el nuevo Papa.
ResponderEliminarEn cuanto al anterior, que no me gustaba al inicio, sí me parece más que digno lo que ha hecho con su renuncia. La imagen del Papa anterior, arrastrándose prácticamente y con un monaguillo limpiándole la saliva, como en alguna ocasión se vio, era poco menos que la agonía de una persona, a modo de show de Truman.
En cualquier caso, doy la razón en que habrá quien lo critique, del mismo modo que habrá quien aplauda, haga lo que haga, el Papa, sea quien sea, y haga no deje de hacer lo que sea. El seguidismo es algo demasiado común y... bueno, lo cierto es que no molesta demasiado.
En cuanto a la modernización o no de la Iglesia, yo no pediría tanto un cambio o no, sino una argumentación de sus posiciones. El rechazo a los "avances" -sí, pongo comillas- que se producen en el tiempo, creo que deben estar fundamentados en algo más que por venir de quien venga. De ese modo, únicamente los incondicionales estarán convencidos, pero será complicado que pueda calar en los que nos cuestionamos más las cosas.
Por mi parte, no entiendo la adoración general que se siente por Juan Pablo II. Entiendo que no estuvo a la altura, como digo, de los cambios que se produjeron en los 25 años que estuvo (o 27), que fueron los más frenéticos en toda la historia, posíblemente. Creo que miró para otro lado en cuestiones que afectan a gran parte de la población del planeta, y que en buena medida habría podido contribuir a mitigar. Y no lo hizo. Y en otras cuestiones, como la misteriosa muerte de su antecesor, cubrió con tupido velo (no me gusta esta frase, pero es la que procede). Por mi parte, únicamente le reconozco como aportación al mundo su papel determinante en la caída del Comunismo.
En definitiva: confiemos en que el nuevo Papa, de aspecto amable como tenía el Papa Roncali, acierte en sus decisiones, y no solo convenza a los que ya están convencidos, sino que haga que todos aquellos que, en buena medida, tienen condicionada buena parte de su vida a sus decisiones, ya sea de manera voluntaria o no, vivan un poco mejor. Con esto, tendrá mi reconocimiento, que no debería ser poco para él.
Por último, no quiero terminar manifestando una impresión que tengo, respecto a Benedicto XVI. Sinceramente, creo que ha salido decepcionado. Decepcionado por no poder resolver y atajar los problemas, más políticos que religiosos, del Vaticano, como Estado, que se ve cuestionado hasta en temas de blanqueo de dinero procedente de mafias. Y decepcionado con Dios, que no le ha dado fuerza para ello. Cuando visitó el campo de Concentración de Austwitz se preguntó en voz alta: "Dios mio... ¿dónde estabas cuando todo esto ocurría...? Eso, en un teólogo de esa talla, seguramente el más brillante de la historia, me da que pensar. Creo que ha renunciado consciente de la trascendencia de su decisión. Ciertamente, a veces Dios está últimamente algo distraido. Lo mismo que el Rey.
Sobre la decisión de Benedicto XVI de renunciar soy de las que humanamente lo entiendo, laboralmente lo entiendo, pero me dá rabia,;sí, sí RABIA porque cambien sus propias normas para lo que les conviene y no para lo que conviene a muchísimos de sus propios seguidores (os aburriria enumerando casos).
ResponderEliminar¿No he tenido que oir mil veces que no se le puede pedir a la iglesia que acepte la homosexualidad, el matrimonio gay, la utilización de preservativos, las relaciones prematrimoniales, etc, porque no entra en sus "reglas del juego"? Pues ¿Qué pasa con la de que un Papa debe serlo hasta la muerte? Que no es que me importe, pero es una más de sus contradicciones. Una más.
Estoy de acuerdo con la mayoría de las cosas que te ha comentado la primera persona y con muchas de la segunda, pero tristemente con casi ninguna de tu artículo, Diego.
Y por ello te voy a hacer un gran regalo: Mi sinceridad.
Casi nadie dice abiertamente que es creyente, pero no católico,apostólico y romano.
Esto es mucho más difícil que decir simplemente que no crees en Dios y muchísimo más difícil que el desgastado:
-Soy católico no practicante. Vamos que no voy a misa.
Me confieso: Yo creo en un Dios que no es el que pintan los sacerdotes ni siquiera la Biblia. El mío es mucho más "natural"(esto sería mucho más largo de explicar, pero no tan complicado como para doctrinas teológicas ni para montar mis propios seminarios). Es más aquello de que CUALQUIERA puede encontrar a Dios debajo de cualquier piedra o madero y no hace falta iglesias, ni normas, ni que me acepte nadie, ni fe ciega e incondicional, sólo AMAR.