lunes, 18 de abril de 2011

Dura lex, sed lex

¿Conoce usted a Miguel Montes Neiro? Imagino que quizá por el nombre no le suene demasido, pero si le digo que este señor es el preso común que lleva más tiempo en la cárcel, ¿le suena algo más? Efectivamente, Miguel lleva en la cárcel desde hace más de 35 años, concatenando diferentes condenas. Sus delitos son menores. No tiene ningún delito de sangre, nunca ha matado a nadie, aunque sí ha intentado fugarse en seis ocasiones. Actualmente tiene 60 años, está enfermo de cáncer y ha protagonizado tres huelgas de hambre, ya que asegura que es inocente. Apenas ha disfrutado de privilegios penitenciarios al haber estado en situación de condena preventiva.

Por otro lado, tenemos a Antonio Troitiño, quizá este nombre le suena algo más. Este sujeto (me niego a llamarlo señor) asesinó el 14 de julio de 1986 a doce guardias civiles en la madrileña plaza de la República Dominicana, también se le relacionó con el asesinato del coronel Romero, su conductor y de un artificiero de la Policía Nacional. Formó parte del comando que asesinó al vicealmirante Fausto Escrigas. Participó en el asesinato de cinco guardias civiles en la calle Príncipe de Vergara, en el atentado del teniente coronel Carlos Vesteiro, del comandante Sáenz de Ynestrillas y del soldado Francisco Casillas, e intentó asesinar al Fiscal General del Estado Luis Antonio Burón Barba. Ha asesinado a más de veinte personas. Finalmente, fue detenido en enero de 1987 y fue condenado a más de 2500 años de cárcel. Han pasado 24 años desde entonces y ya está libre. Resultado, ha pagado escasos trece meses por cada asesinato.

No sé usted, pero aquí algo no me encaja. No comprendo cómo una persona mayor, enferma, con delitos de poca importancia, y que no parece que sea un peligro para la sociedad siga en la cárcel, mientras un asesino despiadado que no ha demostrado arrepentimiento, y que ha sido condenado a más de 2500 años, ni siquiera haya cumplido los treinta años máximos que marca la ley ya que ha conseguido colarse por un resquicio legal. Es inadmisible. Imagino que es en estos casos donde se aplica la frase latina que da título al artículo de hoy: Dura lex, sed lex. La ley es dura, pero es la ley.

Piensen.
Sean buenos.

1 comentario:

  1. Es cierto que la Ley hay que cumplirla, pero no lo es menos que los jueces tienen la facultad de interpretarla de un modo u otro, y no cuadra que en ocasiones sea tan estricta y otros tan laxa

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