Una mujer de 32 años, casada y con dos hijos pequeños, se ha suicidado esta semana tras difundirse un vídeo de carácter sexual que ella misma grabó hace cinco años, cuando aún estaba soltera. Hace pocas fechas, ese mismo vídeo comenzó a circular por su lugar de trabajo, llegando incluso a su marido. La mujer, no pudo resistir la presión y terminó ahorcándose. No puedo imaginar el horror que ha padecido esta mujer para que ni la alegría de sus dos hijos pequeños le animaran a seguir adelante. Tuvo que ser un calvario insufrible. Sus compañeros de trabajo se concentraron en la puerta de la empresa mostrando su apoyo a la víctima. Imagino que los que hoy lloran son los mismos que ayer sonreían y miraban con mofa. Tarde para eso. Pero bueno, hay que limpiar conciencias.
Como todo en la vida, hay dos caras en esta historia. Por un lado, la víctima y, por otro, los verdugos. Hay quien incluso pretende criminalizar a la mujer por enviar ese tipo de vídeos. Olvidan que quienes cometen el delito son precisamente quienes difunden estos vídeos. Y no es la mujer, precisamente. Algún medio de comunicación, no satisfecho con las consecuencias, y sediento aún de más morbo, ha proporcionado los datos de la mujer. Solo se me ocurren dos palabras para definir a estos profesionales: Sois escoria. Por otro lado, están los verdugos. Aquellos que se mofaban de la víctima. Aquellos que se acercaban a su puesto de trabajo para continuar las chanzas. Quienes difundieron masivamente el vídeo. Estos son los criminales. Lo que resulta llamativo es que, según publican los diferentes usuarios en las redes sociales, nadie reenviaría esos vídeos. Aquí hay dos respuestas. O la gente es una cínica, o la maldad solo habita en la fábrica donde trabajaba esta mujer. Lo dudo. Aunque no se engañe. En diferentes páginas pornográficas, el vídeo más buscados de la semana ha sido, precisamente, el de esta mujer. Terrible. Doloroso. Quizá la dignidad reside en ser ese tipo de persona a quien nadie mandaría este tipo de vídeos. Lo otro es pura palabrería.
Resulta curioso. Si el vídeo hubiera sido de un hombre, las consecuencias no hubieran sido vergonzosas ni vergonzantes, incluso no habría tenido un final tan dramático, sino loas. Y si me apuran, risas. Se haría referencia a su hombría y a su vigor. Esto suponiendo que llegase a ser noticia, cosa que dudo. También tenemos las declaraciones del torero de turno asegurando que es inevitable que un hombre se contenga cuando le llegan este tipo de vídeos, y tiene que compartirlos. Es evidente que cuando la sangre va a una parte del cuerpo, se vacían otras. En este caso, el cerebro. Y, para terminar, no olviden que un político de VOX ha debido dimitir tras conocerse la existencia de un vídeo haciendo apología de la burundanga —asegura que coloca a las tías y las vuelve tó locas—. También hace referencia a La Manada. ¿O era La Piara? Esta es la sociedad que tenemos. Es la que hemos creado. Mucho me temo que nos queda un larguísimo camino por recorrer. Lo difícil llega ahora. Porque estos cambios no se logran regalándoles a nuestros hijos el mejor móvil ni con quincenas en el extranjero para que aprendan inglés. Ni siquiera con excelentes calificaciones. Necesitamos educar a nuestros hijos en valores. En respeto. Una vez que lo logremos, acabaremos con toda esta bazofia.
Piensen.
Sean buenos.
Piensen.
Sean buenos.
Como este artículo tiene dos caras, me he permitido la licencia de incluir dos canciones regalo.
Por un lado, doña @BeatrizBagatela propone The blower's daughter. Dedicada a la víctima. Para ella, porque la vida no se lo puso fácil. Porque no le permitieron simplemente, dejarlo todo atrás. Porque no tuvo amor ni gloria. Porque no tuvo ningún héroe en su cielo. Porque no le quitaron los ojos de encima. Con todos ustedes: ¡Damian Rice!
https://www.youtube.com/watch?v=51o4NWUi0Ec
https://www.youtube.com/watch?v=lFWc8QAYmwg
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