Veo, a través de la televisión, el desarrollo de las pruebas olímpicas cada día con más frustación. Nuestros deportistas están realizando un papel muy flojo. Salvo contadísimas excepciones (Mireia Belmonte y Maialen Chourraut), estamos muy, muy lejos de los grandes. Desde mi punto de vista está siendo un desastre absoluto. Estamos al nivel de medallas de Colombia y Kenia y a años luz de superpotencias como Bielorrusia, Dinamarca, Rumanía y Kazajistán. Ojalá a partir de ahora comiencen a llegar las ansiadas medallas. Que nadie piense que disfruto viendo como perdemos en todos los deportes.
He podido comprobar las numerosas críticas a los árbitros y a los jueces en determinados deportes. También se habla mucho de la mala suerte: Atletas que se caen, ciclistas que pierden el sillín en plena carrera... A mí todo esto me suena a poca preparación para una cita de este nivel. Es posible que los recortes afecten también a los deportistas de elite, como no podría ser de otra manera. Evidentemente, desde los medios no se critica a ningún deportista, no sea que alguno gane una medalla quedándose después sin la entrevista exclusiva. Por cierto, en los Juegos Olímpicos hay el doble de periodistas acreditados que deportistas.
Tampoco oigo por ningún lado el lema que decía: "Soy español. ¿A qué quieres que te gane?" al cobijo de los éxitos de las selecciones de fútbol y baloncesto, de Rafa Nadal, de Pau Gasol de Fernando Alonso y del motociclismo. Y no hay más querido lector. No somos una potencia deportiva como nos quieren hacer creer. Reconozcámoslo y disfrutemos así de las distintas pruebas que quedan por disputar del calendario olímpico como quería el Barón de Coubertin: Lo esencial no es vencer, sino luchar bien.
Les deseo a todos unas muy felices vacaciones. Nos volvemos a ver en septiembre.
Piensen.
Sean buenos.
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