La cuarta parte de la población de Japón es mayor de 60 años. El ministro de economía japonés, Taro Aso, alegando que son una carga fiscal muy elevada, ha instado a la población mayor —lo que toda la vida hemos llamado viejos— a que se den prisa en morir, puesto que necesitan tratamientos, y éstos son caros. Las personas mayores son una carga para el sistema. Es sorprendente que haya gente que piense que el sistema está por encima del hombre y no al revés. El sistema está para servir al hombre. Lo más cómico de todo es que el propio ministro Aso tiene 72 años.
Hay gente que se lo ha tomado a broma, pero es preocupante que una potencia mundial como Japón pueda tener semejante opinión de las personas mayores. Hasta hace muy poco, los ancianos eran respetados por todos. Es lo que se llamaba la sabiduría de nuestros mayores. De un tiempo a esta parte, este respeto se ha tornado en molestia. Los viejos son ahora un estorbo. Afortunadamente, en este mundo idílico en el que vivimos hemos inventado las residencias de ancianos. En ellas, conseguimos un doble propósito. Por un lado, los viejos no molestan, y por otro son invisibles. ¡Es perfecto! (Nótese el tono irónico).
Imagino que el siguiente paso de esta sociedad será la eutanasia masiva y selectiva. Empezaremos por los ancianos, los enfermos, los neonatos con malformaciones, y seguiremos con los homosexuales, los pobres, los parados... Es decir, todo el que moleste al partido gobernante. Esto se nos está yendo de las manos. ¿Qué diferencia hay entre pedir que se deje morir a una persona mayor y a una persona con escasos recursos económicos? Siempre había pensado que la dignidad de la persona está por encima de sus circunstancias, pero me temo que estoy equivocado. ¿O no lo estoy y esta sociedad nos está volviendo locos? Ya lo decía Plauto: Lupus est homo homini. (Traduzco para los de la LOGSE: Lobo es el hombre para el hombre).
Piensen.
Sean buenos.
Finalmente he decidido seguir incluyendo vídeos musicales. Aquí tienen el nuevo. Numb. Entumecidos, adormecidos, insensibles... ¿así nos quedaremos?